
Introducción:
Playa de Los Artistas es más que un restaurante, es parte del alma de Montezuma. Nicola Cerasoli y su esposa Daniela, ambos romanos y sin experiencia previa en cocina profesional, llegaron a Costa Rica en 1993 movidos por la curiosidad, el viaje y una pasión profunda por la buena mesa. Antes de ese salto, Nicola había sido un emprendedor nato: trabajó en distintas industrias, entre ellas la indumentaria, donde producía ropa de verano con serigrafía, impulsaba colecciones y hasta colaboraba en la transmisión televisiva de moda usada por actores. Ese bagaje creativo y versátil lo preparó, sin saberlo, para un proyecto que sería mucho más que un negocio.
Recorrieron varios rincones del país —desde el Caribe hasta el Pacífico— en busca de un lugar que los inspirara. En ese entonces, la costa aún era virgen en muchos sentidos: Santa Teresa ni siquiera existía como destino turístico y Sámara era apenas un pequeño poblado. Fue en Montezuma donde encontraron esa energía única, casi magnética, que los hizo quedarse.
Empezaron alquilando un espacio en el centro llamado Mediterráneo, pero pronto surgió la oportunidad de tomar una concesión frente al mar, camino a Cabuya. Con amigos artistas —pintores, escultores, creativos de San José, Italia y otros rincones— que solían reunirse ahí, el nombre Playa de Los Artistas surgió de forma natural. Primero fue el restaurante… y con el tiempo, gracias a ese mismo espíritu colectivo y artístico, la playa adoptó también ese nombre: hoy todo el lugar se conoce como Playa de Los Artistas.
Desde entonces, el restaurante celebra las tradiciones italianas bajo una inspiración claramente mediterránea, trabajando con productos frescos del día —lo que traen los pescadores, lo que ofrecen los productores locales— y cocinando con sensibilidad, intuición y una vocación que nace, simplemente, de la pasión.
Ambiente:
El ambiente en Playa de Los Artistas está diseñado por la naturaleza. El espacio es completamente abierto, con vista directa al mar, rodeado por vegetación tropical y acompañado por el sonido de las olas. Las mesas, cubiertas con materiales sencillos y funcionales, se distribuyen con libertad: hay formatos para parejas, grupos pequeños o almuerzos más grandes, todo sin rigidez. Cada detalle —desde la caligrafía a mano en el menú, hecha por el propio Nicola, aunque para algunos cuesta leerla— hasta la manera en que se sirven los platos, responde a una misma filosofía: menos intervención, más conexión. Es un lugar donde se come con los pies en la arena y se puede sentir un poco del Mediterráneo, en Montezuma, Puntarenas.
Qué pedir:
Carpaccio de atún: Finas lonjas de atún local combinadas con especies y trozos de cacao que le aportan textura y complejidad al plato

Tartar de pescado: Preparado con la pesca fresca del momento. Un plato delicado lleno de frescura, sabor y estilo de poca intervención que caracteriza a Playa de Los Artistas.

Pargo al vapor: Preparado con una combinación de especies y un fondo de caldo, este plato nuevamente define en su maxima expresión los sabores delicados que el mar nos trae y también la impecable técnica en que se elabora.


