La realidad nos muestra que actualmente cualquier aspecto de la existencia puede convertirse en objeto de estudio. Investigando en algunas fuentes confiables, se indica que el porcentaje de población zurda en el planeta, tiene una incidencia que va de entre un 9,34% a un 18,1%, teniéndose como promedio un 10,6%. Como base para esos estudios se preguntó acerca de cuál era la mano dominante para la ejecución de diversas tareas. Parece ser que esa condición tiene mayor presencia entre los hombres (12%) que en las mujeres (8%). Entiendo que la "zurdidad" es una característica muy apreciada en ciertos deportes, como por ejemplo el fútbol; incluso para darse de "mecos" (no es el plural de cierta empresa que ha sabido meter muy buenos goles) es importante, pues mientras el rival espera el golpe desde la diestra, el oponente se lo "aturuza" desde la siniestra.
Desgraciadamente esa característica de la dominancia de la mano izquierda en algún momento se relacionó con algo negativo. Sé de una persona que, siendo infante, su familia le amarró el brazo izquierdo para que se acostumbrara a escribir con la mano derecha, cosa que al final sucedió, aunque este prójimo guarda en lo más recóndito de su memoria resabios de su condición zurda. Desde 1976 cada 13 de agosto se celebra el día de la persona zurda, para ellos y ellas mis felicitaciones. También es de digno reconocimiento el hecho que en los centros educativos haya pupitres apropiados para quienes escriben con la mano izquierda. Esto no siempre fue así.
En lo que a fútbol se refiere, no pasé de jugar bola. Recuerdo que, en la escuela, apenas salíamos a recreo hacíamos una fila, para que los dos capitanes de sendos improvisados equipos escogieran a sus jugadores. No imagino por qué siempre quedaba de último, pero al llegar mi turno, se decían repetidamente el uno al otro: "que Ramón juegue con vos". Tampoco entiendo por qué el dueño de la bola era el más chineado de ambas escuadras rivales, pues todos se cuidaban de no darle una patada por la "espinilla" o un "planchetazo". Así siguió mi incursión por las plazas y peladeros hasta que años después, cierto entrenador de canchas abiertas, al observar atentamente mi tratamiento de la "pecosa", tuvo la gentileza de llamarme aparte del equipo y decirme "usted juega como si tuviera dos pies izquierdos". Aclaro que con este relato no quiero menospreciar a los zurdos, simplemente describo lo que me dijo ese dirigente del fútbol informal para alentarme a dejar de practicar tan magno deporte. Solo requiero usar esa expresión para referirme a cierta realidad muy actual.
Pareciera que en la mejenga de la "cosa pública" los poderes ejecutivo, legislativo y judicial juegan con "dos pies izquierdos" (insisto, según expresión del entrenador de antaño) pues a como administran este país, nunca saldremos del "barreal" del subdesarrollo. Piénsese en la obra pública: mal diseñada, con presupuesto pésimamente ejecutado, realizada con materiales de cuestionable calidad, ejecutada bajo una supervisión que está solo en el papel… para que luego venga el LANAMME a decir lo que es evidente "la obra está pésimamente construida y mal terminada" (sé de alguien que ya hubiera cerrado esa institución). Por otra parte, quienes legislan gastan su valioso tiempo en comisiones que conciben investigaciones para sacar los "trapitos sucios" de los adeptos de las otras fracciones para luego recomendar "una sanción moral" al infractor de turno, porque al de antaño mejor no escudriñarlo, menos si en algún momento fue abanderado su propia bancada, no vaya a ser que salga el tiro por la culata. Del otro poder ¿para qué escribir?, basta con traer a colación a las famosas "golondrinas". Ya me lo decía un amigo abogado: "el derecho penal está pensado para aplicarlo a los pobres y el derecho administrativo está para salvar a los ricos".
Pienso que lo realmente importante no es si somos zurdos o diestros, lo que es profundamente valioso es que pongamos al servicio del país nuestras habilidades personales y colectivas para sacarlo adelante y ponerlo a jugar en las grandes canchas de la economía, la política y el derecho.