Un pique le arrebató las piernas, pero no sus sueños
Tenía 15 años cuando sufrió un accidente en un pique
Apenas tenía 15 años cuando William Gayle recibió una noticia que cambió su vida para siempre: nunca más volvería a caminar.
Estaba en el Hospital Calderón Guardia y despertaba de un coma de 3 días. Aquel 22 de marzo del 2006, iba de copiloto con su primo y decidieron picar en la carretera hacia Cartago.
Un carro celeste los retó en un semáforo. Ellos aceptaron sin pensarlo. No era la primera vez que lo hacían, porque desde los 13 años, William se enamoró de los vehículos y de la velocidad.
La adrenalina del triunfo estaba en su punto máximo cuando un vehículo apareció por sorpresa. Iba contra vía y los jóvenes que festejaban el triunfo de la carrera, perdieron el control del vehículo. William quedó atrapado al chocar contra un poste. Se quebró una vértebra y sufrió una serie de fracturas.
Del accidente, William recuerda escuchar unas voces que decían: "Barrantes se murió", "Barrantes se murió". Su cara estaba llena de vidrios y de repente se sintió fuera de su cuerpo. Los equipos de rescate lanzaron una sábana blanca sobre él y fue entonces le pidió a Dios que lo salvara.
De repente, William vio una mano blanca que se posó sobre su espalda. "Todo va a salir bien", escuchó. Cuando abrió los ojos estaba en un hospital capitalino.
Allí comenzó una época de retos y sacrificios para salir adelante. Nada fue fácil. William tuvo que aprender a valerse por sí mismo. Pero decidió no rendirse y se propuso salir adelante.
Un sacerdote le regaló una silla eléctrica y William le puso empeño a la vida. Empezó a trabajar en una verdulería familiar y prometió nunca echarse a morir.
Se puso metas: concluir estudios, capacitarse en el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) y llegar a la universidad. Etapas complicadas pero que al final dieron frutos. En febrero del 2015, cumplió otro de sus sueños: se casó con Daniela.
Al formar una familia llegaron nuevos desafíos. William requería un trabajo más estable. Todavía recuerda cuando lo llamaron para formar parte de una institución nacional. Lloró de alegría. Ya lleva más de 12 meses viajando desde Cartago hasta la capital sonriente con su silla de ruedas.
Ahora estudia administración de empresas y en los últimos meses dio sus primeros pasos como dirigente comunal. William asegura que los jóvenes pueden ayudar a mejorar las comunidades del país y él quiere poner su granito de arena.


