Un cáncer y la pérdida de un bebé impulsaron a estas madres a ayudar a otras familias
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Un cáncer y la pérdida de su bebé llevaron a dos madres a convertir sus tragedias personales en el motor para ayudar a otras familias desde la concepción hasta la crianza de los niños.
A través de un emprendimiento llamado "Vínculos", una enfermera obstetra y su amiga, una psicóloga , dan apoyo integral a los padres en todo el proceso.
Ambas se conocieron en una clínica privada para la cual trabajan y desde hace algunos meses lograron una conexión como amigas que las convirtió en socias.
Hace 5 años Marcela Fallas y su esposo decidieron darle un hermanito a su hijo y con toda la ilusión encargaron a la cigüeña. Sin embargo, a los 5 meses de embarazo la alegría se convirtió en una prueba que aún no superan, pero con la cual han aprendido a lidiar.
Empezando la gestación, la psicóloga empezó a sangrar. Los médicos le dijeron que el embarazo era de gemelos pero que uno de ellos no había logrado "pegar". Aunque la noticia fue muy dura, todavía quedaba un bebé formándose en el vientre. El sangrado se mantuvo y las molestias no cesaron, hasta que un médico decidió internarla en el hospital San Juan de Dios.
"A partir del cuarto mes me internaron con reposo absoluto porque era inmanejable la situación. No podía comer nada, no lo toleraba. Tuvieron que empezar a hacerme transfusiones de sangre día por medio. El cuerpo estaba rechazando el embarazo", recordó.
La vida de Marcela corría peligro y los médicos decidieron que había que suspender el embarazo.
"Yo me estaba contaminando. Ellos me decían que corría un riesgo si me esperaba, porque yo quería seguir con el embarazo hasta lo último. Tuve que tomar la decisión porque tenía que pensar en mi familia y en mi hijo que me esperaba en la casa", añadió.
Aunque creyó que todo el proceso sería diferente, Marcela tuvo que parir a su bebé.
"Todo fue muy traumático porque uno no se espera eso. Creí que iban a hacerme una cesárea e incluso a tratar de salvar al bebé. Lo tuve que parir sola y fue fuertísimo. Agarraron a bebé, lo envolvieron en una sábana y se lo llevaron", afirmó.
Marcela estuvo incapacitada por psiquiatría, con un daño emocional y físico que hoy recuerda con lágrimas en sus ojos. El poco acompañamiento que tuvo de profesionales la impulsó para especializarse en estimulación temprana, coach familiar y disciplina positiva y de esa manera, ayudar a otras personas.
Un diagnóstico de cáncer avanzado
La segunda protagonista de la historia es Adriana Ortiz, quien hace dos años recibió un diagnóstico de cáncer avanzado cuando su hija Miranda tenía 4 meses de vida.
Durante el embarazo tuvo muchos síntomas que le avisaron que algo andaba mal. Sin embargo, todo lo achacaba a la gestación. Gastritis, anemia y náuseas la acompañaron durante los meses que su bebé estuvo en la panza.
"Yo era jefa de Emergencias y durante el turno de la noche comía muy mal. Era un poco difícil cuidarse con las comidas y con el sueño. Ahí quedé embarazada, cuando tenía 3 años de casada. Como trabajaba tanto todo se lo aludía al trabajo o al embarazo. Empecé a hacerme exámenes y los niveles de hemoglobina estaban más bajos de lo normal. Me hicieron transfusiones de sangre cada 15 días", explicó.
La clínica donde trabajaba la cerraron y se quedó trabajando por servicios profesionales en otro lugar, sin imaginarse lo que le esperaba.
"La bebé nació super bien gracias a Dios y el doctor me mandó a hacer un examen cuando ella tenía 4 meses. Me fui para el hospital -nunca pensando en que me darían una mala noticia- y el gastroenterólogo me dijo que tenía un tumor y que eso era cáncer, que me iba a mandar a Oncología porque me tenían que operar", aseguró.
Según Adriana, ella pensó que el doctor se había equivocado y que lo que le había dicho eran mentiras, hasta que se lo repitió delante de su hermana y se dio cuenta que no era una pesadilla. Por su cabeza pasaron mil cosas y solo pensaba en su bebé.
Ese mismo día la internaron en el hospital San Juan de Dios. No tenía ningún síntoma ni dolor.
"Recuerdo que yo me sentía bien. Esa primera semana me hicieron exámenes y mi mamá me llevaba a Miranda para que le diera de mamar porque ella estaba en lactancia materna exclusiva. Después me operaron, tenía un tumor en el estómago y otro en el colon transverso, en etapa 3. La cirugía fue en febrero del año pasado", detalló.
Por si fuera poco, le practicaron una segunda operación porque uno de sus pulmones se le había llenado de agua. Estuvo más de dos meses internada, sin poder ver a su bebé.
"Se me contaminó la herida y duré como dos meses y medio internada. Yo hablaba con mi mamá para saber cómo estaba mi bebé porque yo no la podía ver. Mi esposo estuvo conmigo en todo momento y mi familia me ayudó muchísimo. Luego me dieron salida y me fui para donde mi mamá porque no podía ni siquiera alzar a Miranda", citó.
Por si fuera poco, el día que salió del hospital llegó a su casa y la encontró vacía. Los delincuentes se habían robado absolutamente todo. Ella y su esposo debían empezar de cero e intentar recuperarse de todo lo que estaban viviendo.
El proceso de quimioterapia fue bastante difícil. Perdió su cabello y muchísimo peso. Sin embargo, hoy es una mujer feliz, llena de vida, quien le da gracias al Creador por permitirle ver crecer a su pequeña.
Formando "Vínculos"
Adriana trabaja desde hace 6 meses en una clínica en Curridabat, donde conoció a Marcela. Ambas decidieron crear un negocio y dar asesoría a las familias.
Mientras la psicóloga ayuda en la parte emocional, Adriana trabaja en toda la parte de lactancia materna, parto y cuidados del bebé.
El proyecto lo iniciaron este año y realizan asesorías a domicilio o en lugares específicos. Para principios del 2019 brindarán un curso de preparación y estimulación temprana en el Parque La Libertad en Desamparados.
El precio de los talleres depende de la asesoría que requieran las familias. Si usted desea contactarlas, puede hacerlo a través de la página en Facebook de Vínculos, haciendo click aquí.