Trump vs. Petro: la disputa que acabó con la certificación de Colombia como aliado antidrogas
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, retiró a Colombia de la lista de países aliados en la lucha contra las drogas.
La decisión refleja un estancamiento diplomático profundo y marca un nuevo capítulo de confrontación entre Trump y el presidente colombiano, Gustavo Petro.
La medida afecta directamente la cooperación militar, la política antidrogas y la relación económica entre ambos países, evidenciando un choque ideológico que se ha intensificado desde el inicio del segundo mandato de Trump.
¿Qué implica la descertificación antidrogas?
Desde 1986, Estados Unidos realiza una evaluación anual sobre los esfuerzos antinarcóticos de países productores y distribuidores de drogas. Para Colombia, la certificación representa unos $380 millones anuales en asistencia militar y social. La descertificación indica que EE. UU. considera que el país no ha cumplido con sus obligaciones bajo los acuerdos internacionales de lucha contra el narcotráfico, lo que abre la puerta a restricciones o sanciones.
El impacto es especialmente sensible para los cuerpos de seguridad colombianos, que dependen en gran medida del armamento estadounidense, como los helicópteros Blackhawk, esenciales para las operaciones contra cárteles y grupos armados. Entre 2000 y 2018, EE. UU. entregó a Colombia más de $10.000 millones en apoyo militar, social y de erradicación de narcocultivos.
El inicio del choque entre Trump y Petro
Desde la asunción de Trump a su segundo mandato, las tensiones con Petro se intensificaron. En enero de 2025, Bogotá rechazó vuelos militares estadounidenses con deportados colombianos, lo que llevó a Trump a amenazar con sanciones comerciales. Finalmente, se alcanzó un acuerdo calificado por la embajada como un "gana-gana", aunque evidenció una desconfianza mutua.
Petro también ha criticado la presencia militar estadounidense en el Caribe, calificándola de "provocación" y advirtiendo sobre riesgos de desestabilización regional. La Casa Blanca respondió defendiendo los patrullajes como parte de su estrategia antidrogas, acentuando la tensión.
La estrategia antidrogas de Petro y el giro frente a Washington
Petro impulsa un enfoque denominado "paz total", que incluye negociaciones con grupos armados y acciones sociales para combatir el narcotráfico. Sin embargo, la producción de cocaína sigue alcanzando niveles récord: 253.000 hectáreas de cultivos y 2.600 toneladas anuales según datos de la ONU de 2023.
EE. UU. ha criticado la efectividad de Petro, considerando que sus intentos de negociar con grupos narcoterroristas "solo han exacerbado la crisis". Desde 2022, Colombia suspendió la erradicación forzada de hoja de coca, medida que generó preocupación en Washington y contribuyó a la decisión de descertificación.
El anuncio
La Casa Blanca informó que Colombia se une a Afganistán, Bolivia, Birmania y Venezuela como países que "no cooperan" en la lucha contra las drogas. Trump afirmó que "el cultivo de coca y la producción de cocaína han alcanzado niveles récord bajo la presidencia de Gustavo Petro, y sus intentos fallidos de buscar acuerdos con grupos narcoterroristas solo han exacerbado la crisis".
El secretario de Estado, Marco Rubio, añadió: "Colombia ha sido un gran socio a lo largo de la historia. Lamentablemente, ahora tienen un presidente que, además de ser errático, no ha sido un buen aliado a la hora de enfrentarse a los cárteles de la droga".
Al mismo tiempo, EE. UU. emitió una exención que permite continuar la cooperación en seguridad y lucha antinarcóticos, dejando la puerta abierta a un eventual regreso de la certificación si Colombia adopta medidas más agresivas.
Reacción desde Colombia
La descertificación provocó una respuesta firme del gobierno colombiano. Petro declaró el fin de la "dependencia" de las fuerzas armadas a las "limosnas" y "regalos" de Estados Unidos: "Al Ejército le va mejor si compra sus armas o las hace con nuestros recursos propios, porque si no, no será un ejército de soberanía nacional".
El ministro del Interior, Armando Benedetti, anunció que "a partir de este momento no se le comprarán armas a Estados Unidos" y destacó que Colombia buscará nuevos socios, como Suecia, de donde recientemente adquirió una flota de aviones de combate. Petro insistió en que el fin de la cooperación estadounidense no detendrá las operaciones antidrogas.
Por su parte, la oposición critica a Petro, acusándolo de aislar a Colombia de su principal aliado militar y comercial.
Implicaciones regionales
La descertificación de Colombia se produce en un contexto regional cada vez más complejo. Petro ha denunciado la presencia militar estadounidense en el Caribe y la participación de EE. UU. en operaciones que interceptan embarcaciones cerca de Venezuela.
Estos ataques han sido considerados por Bogotá como una provocación y un riesgo de desestabilización en la región, lo que refuerza la percepción de intervención extranjera.
En respuesta, Colombia ha reforzado su despliegue militar en la frontera con Venezuela y ha intensificado la coordinación con organismos regionales como la Celac, liderando sesiones urgentes para denunciar la intervención de terceros países y reafirmar la soberanía regional.
El trasfondo ideológico: dos visiones opuestas
Trump y Petro representan enfoques radicalmente distintos sobre cómo enfrentar el narcotráfico y, en general, sobre el papel de Estados Unidos en América Latina.
Donald Trump defiende la mano dura: más cooperación militar, presión diplomática y erradicación forzada de cultivos ilícitos. Para su gobierno, el éxito se mide en hectáreas destruidas, laboratorios desmantelados y capturas de capos. En este esquema, Colombia funciona como pieza clave de la estrategia estadounidense en la región, no solo por ser el mayor productor mundial de cocaína, sino también por su papel como socio militar frente a amenazas percibidas en Venezuela y el Caribe.
Gustavo Petro, en cambio, apuesta por un giro estructural. Su política de "paz total" propone negociar con grupos armados y al mismo tiempo invertir en desarrollo social en zonas cocaleras. Petro considera que la erradicación forzada ha fracasado y que la violencia derivada del narcotráfico es, en buena parte, consecuencia de la desigualdad y el abandono estatal. De ahí su insistencia en atacar las raíces sociales y económicas del problema más que en multiplicar operaciones militares.
La confrontación entre estas dos visiones va más allá del terreno antidrogas. Trump ha hecho de la migración y la seguridad fronteriza una prioridad, lo que choca con el discurso de Petro, que critica las deportaciones masivas y las operaciones navales de EE. UU. en el Caribe. A su vez, Washington ve con suspicacia la política exterior de Petro, marcada por acercamientos a Venezuela, Cuba y otros gobiernos que históricamente han estado en tensión con la Casa Blanca.
La descertificación de Colombia simboliza ese choque ideológico más amplio: Trump concibe a la región bajo un prisma de control y alineamiento estratégico, mientras Petro busca una mayor autonomía latinoamericana frente a Washington. Este desencuentro no se limita a cifras de hectáreas de coca cultivadas o toneladas incautadas, sino que refleja un debate sobre soberanía, modelos de seguridad y el tipo de relación que América Latina debe mantener con Estados Unidos.
Escenarios a futuro
La descertificación abre múltiples escenarios posibles para la relación bilateral:
- Continuidad limitada de cooperación: La exención otorgada por EE. UU. permite mantener parcialmente la cooperación militar y antidrogas, aunque con restricciones que podrían afectar operaciones estratégicas.
- Diversificación de aliados militares y comerciales: Colombia busca adquirir armamento y equipos de otros países, como la reciente compra de aviones de combate a Suecia, reforzando la autonomía de sus fuerzas armadas.
- Tensiones diplomáticas prolongadas: Si las políticas antidrogas de Petro continúan consideradas insuficientes, podrían surgir nuevas sanciones o limitaciones en asistencia económica, generando presión política adicional dentro del país.
- Ajustes en la política interna: Petro podría reforzar su agenda de soberanía militar, impulsando producción y mantenimiento de armamento propio, así como inversiones en capacidades de inteligencia y seguridad interna.
- Impacto regional: La combinación de descertificación y operaciones militares estadounidenses cerca de Venezuela puede endurecer posturas diplomáticas en la región, impulsando alianzas con gobiernos críticos de la intervención estadounidense y fortaleciendo la cooperación Sur-Sur.
- Escenario de reconciliación: Si Colombia demuestra avances significativos en la lucha antidrogas o ajusta sus políticas según las expectativas de EE. UU., la certificación podría ser restaurada, permitiendo la recuperación gradual de la relación estratégica.