Trump vs. los Brics: ¿Por qué el bloque incomoda a Estados Unidos?
En plena cumbre de los Brics, realizada esta semana en Río de Janeiro, Donald Trump volvió a sacudir el tablero geopolítico. Lanzó una amenza directa en su red social Truth Social: cualquier país que "se alinee con las políticas antiestadounidenses" del bloque enfrentará un arancel del 10%.
La advertencia cayó como una bomba en medio del encuentro entre líderes de Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica y otros miembros del grupo. Lula da Silva, presidente anfitrión, no tardó en responder.
"No queremos emperadores; somos países soberanos", dijo.
China, por su parte, calificó las declaraciones como "una muestra de coerción económica", mientras Sudáfrica dijo que se trataba de un intento por "castigar a quienes trabajan por un mundo más equilibrado".
El choque con los Estados Unidos no es nuevo, pero se intensifica en un contexto en el que los Brics pueden ganar fuerza y protagonismo, ante el proteccionismo de Trump.
Desafío desde su origen
La historia del grupo comenzó casi por accidente. En 2001, el economista Jim O'Neill, de Goldman Sachs, utilizó por primera vez el acrónimo BRIC para referirse a cuatro economías emergentes con gran potencial: Brasil, Rusia, India y China.
Lo que empezó como un concepto financiero se transformó en una alianza política. En 2009, los líderes de esos países se reunieron por primera vez en Rusia, y un año después se sumó Sudáfrica. Así nacieron formalmente los Brics, una coalición que, desde entonces, ha buscado mayor coordinación política, autonomía financiera y un papel más influyente en el escenario global.
Con el tiempo, el bloque dejó de ser un club de potencias emergentes y comenzó a articular propuestas concretas: creó el Nuevo Banco de Desarrollo para financiar proyectos sin las condiciones que imponen organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI), firmó acuerdos para reducir la dependencia del dólar en el comercio y, más recientemente, abrió la puerta a una expansión histórica.
En 2024, seis países fueron invitados a unirse como miembros plenos, entre ellos Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos e Indonesia. Otros 13, como Turquía, Nigeria y Malasia, ingresaron como "miembros asociados". Hoy, los Brics agrupan al 46% de la población mundial y cerca del 37% del PIB global.
¿Qué le molesta a Estados Unidos?
Para Estados Unidos —y particularmente para Trump— el avance de los Brics representa una amenaza por dos razones fundamentales:
- La económica. Uno de los objetivos centrales del bloque es impulsar un sistema financiero más equilibrado, con menos dependencia del dólar. En los últimos años, China, Rusia y otros países han promovido el uso de monedas nacionales para el comercio bilateral, y discuten incluso la creación de una plataforma común de pagos que reemplace al sistema Swift.
- La geopolítica. Los Brics cuestionan abiertamente la hegemonía de las potencias occidentales en instituciones clave como el Consejo de Seguridad de la ONU, el FMI y el Banco Mundial. Y aunque el bloque no es monolítico —incluye tanto democracias como autocracias, y economías muy dispares—, sus miembros comparten una narrativa común: el orden internacional actual es injusto, excluyente y necesita reformas profundas.
Fortalezas y fracturas
Aunque los Brics parecen avanzar con paso firme, también enfrentan tensiones internas. China e India, por ejemplo, han protagonizado disputas fronterizas e intereses contrapuestos en Asia. Rusia, aislada por su invasión a Ucrania, busca aliados, pero algunos países del grupo miran con recelo su agenda. Y aunque el grupo ha logrado consensos en temas generales, le cuesta hablar con una sola voz en conflictos clave, como Gaza o Taiwán.
Sin embargo, su atractivo sigue creciendo. Muchos países del sur global ven en los Brics una oportunidad para diversificar sus alianzas, reducir la dependencia de Estados Unidos y acceder a financiación sin los condicionamientos tradicionales de organismos como el FMI.
¿Y ahora qué?
El choque con Trump podría acelerar los planes del bloque. En Río, los líderes discutieron mecanismos para facilitar el comercio en monedas locales, aumentar el capital del banco de desarrollo y consolidar la categoría de miembros asociados. También reiteraron su llamado a reformar las instituciones globales para reflejar el mundo de hoy.
El contexto internacional les favorece: con Estados Unidos volcado hacia el proteccionismo y Europa enfrascada en su rearme, muchos países podrían buscar alianzas más flexibles y pragmáticas.