Tras postergar reforma fiscal, el presidente Solís deja alto déficit
Al inicio de su gobierno, en octubre del 2014, el presidente Luis Guillermo Solís afirmó que el déficit fiscal no era "ni el más importante ni el único" de los problemas que exigía atención urgente del Ejecutivo.
Hoy los resultados de aquella afirmación saltan a la vista: la diferencia entre los gastos del Gobierno y los ingresos por recaudación superaron los ¢2,02 billones (millones de millones), el equivalente a un 6,2% del PIB.
Este es el déficit financiero más alto desde 1983, la fecha más antigua que tiene el Banco Central en sus estadísticas.
Más grave aún, de los 4 años que ha concluido este Gobierno, en tres ocasiones superó el mayor déficit registrado en 35 años, el cual se presentó en 1994, cuando el Estado asumió la quiebra del Banco Anglo Costarricense y la diferencia entre gastos e ingresos llegó a un 5,42% del PIB.
El Ejecutivo postergó por 2 años la presentación de los proyectos de reforma fiscal. Su administración, guiada por el ministro de Hacienda Helio Fallas, se avocó entonces a reformas menores que si bien han ayudado a hacer más eficientes la recaudación y el gasto, no incluyó los cambios necesarios en los tributos de renta y ventas para asegurar sostenibilidad de las finanzas.
"Es una consecuencia de no hacer nada o de hacer muy poco. Ya sabíamos que el déficit fiscal iba a subir sobre todo cuando la economía mostró signos de debilidad. Durante el 2017 vemos una economía que crece cada vez menos y un Gobierno que tiene que salir a presionar los intereses y eso provoca una bola de nieve", comentó Leiner Vargas, investigador de la Universidad Nacional.
La preocupación se cierne sobre el tamaño del endeudamiento del gobierno, que ya supera los ¢16 billones y que genera intereses equivalentes a un 3,1% del PIB, la mitad del déficit.
Consultado en conferencia de prensa, el ministro Fallas niega que la ausencia de una reforma fiscal responda a un fracaso de esta administración, aunque asegura que cada vez es más urgente.
"Yo no lo veo como un fracaso, porque yo creo que avanzamos mucho en áreas que son de tipo estructural en la parte de ingresos y gastos. (…) Pero si nosotros no hacemos la reforma, la van a hacer por nosotros… los organismos internacionales, especialmente el Fondo Monetario Internacional. Este déficit viene desde el 2009", dijo el ministro.
Calificadoras con poco espacio para tolerar
Tras 4 años sin los acuerdos legislativos necesarios y con un déficit fiscal y un endeudamiento crecientes, las calificadoras de riesgo tienen cada vez menos espacio para tolerar más inacción del Ejecutivo.
"Ya hay una evaluación negativa de parte de las calificadores de riesgo, que en unos meses se puede convertir en una disminución en la nota. Eso nos limita el financiamiento porque la deuda se hace más cara. Ya no se puede patear la bola para el frente en materia fiscal. Fue incorrecto esperar a tomar medidas hasta la mitad de la gestión de este Gobierno, fue un error de la Administración actual", explicó Vargas.
También opina así el economista Melvin Garita, quien explicó que las características que muestra el país lo ponen en peligro de una nueva rebaja en la nota.
"El déficit financiero es el doble de sus pares con calificación BB, de acuerdo a lo que anunció Fitch Ratings, esto quiere decir que nuestras finanzas públicas necesitan una cirugía mayor para -al menos-sostener la calificación de riesgo, que ya es baja", explicó.