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Templos, fronteras y poder: ¿Qué hay detrás del conflicto entre Tailandia y Camboya?

Por Gustavo Arias | 29 de Jul. 2025 | 6:12 am

Una chispa en la frontera casi se convierte en incendio regional. Durante cinco días, Tailandia y Camboya protagonizaron los combates más intensos en más de una década: al menos 36 personas murieron y cerca de 300.000 huyeron de sus hogares.

La comunidad internacional temió una guerra abierta. Pero la noche del 28 de julio, ambos países anunciaron un alto el fuego incondicional, mediado por Malasia y respaldado por Estados Unidos y China. La tensión persiste, pero la tregua abrió una ventana de respiro.

Estas son las claves para entender un conflicto que mezcla templos, fronteras y poder.

¿Qué desató la violencia?

Todo comenzó el 24 de julio, cerca del templo de Prasat Ta Muen Thom, una antigua estructura del Imperio jemer enclavada en una zona montañosa que ambos países reclaman como propia. Según Camboya, soldados tailandeses abrieron fuego tras cerrar el acceso al templo. Bangkok, por su parte, asegura que fue atacado primero con cohetes camboyanos.

Lo cierto es que, en pocas horas, los combates se propagaron por varios puntos de la frontera. Hubo bombardeos, ataques aéreos con cazas F-16 y acusaciones mutuas de invasión.

¿Cómo se logró el cese?

El 28 de julio, tras tres horas de negociaciones en Putrajaya, capital administrativa de Malasia, los primeros ministros de Camboya y Tailandia firmaron un alto el fuego inmediato e incondicional, mediado por el primer ministro malasio Anwar Ibrahim. El acuerdo entró en vigor a medianoche, hora local.

Ambos gobiernos agradecieron la mediación de Malasia, así como el respaldo de China y de Donald Trump, quien amenazó con congelar negociaciones comerciales si no se alcanzaba una tregua.

¿Cuáles son las raíces del conflicto?

La raíz histórica del conflicto está en un mapa centenario. En 1907, durante la época colonial francesa, se trazó una línea fronteriza que Tailandia nunca reconoció plenamente. Desde entonces, los desacuerdos han provocado choques periódicos, especialmente en torno a templos como Preah Vihear y Prasat Ta Muen Thom.

En mayo pasado, un soldado camboyano murió en un tiroteo en la zona en disputa. Entonces se evitó una escalada. Pero semanas después, una llamada telefónica filtrada encendió la chispa. En la conversación, la primera ministra tailandesa Paetongtarn Shinawatra habla con el expresidente camboyano Hun Sen —a quien llamó "tío"— y critica al ejército tailandés.

La grabación provocó protestas masivas en Bangkok, acusaciones de traición y la suspensión de Paetongtarn por parte de la Corte Constitucional el 1 de julio. Su salida debilitó al gobierno civil y dejó el poder en manos del primer ministro interino Phumtham Wechayachai.

¿Quiénes son los Shinawatra y por qué importan?

Detrás del conflicto fronterizo se esconde una batalla más profunda: la lucha por el control político en Tailandia. En el centro está la familia Shinawatra, el clan político más influyente del país en las últimas dos décadas.

Paetongtarn es hija de Thaksin Shinawatra, un magnate que llegó al poder en 2001 con un discurso centrado en la salud y la redistribución de riqueza. Sus políticas lo convirtieron en un ídolo entre las clases populares del norte y noreste del país, pero también en el enemigo principal de la monarquía, el ejército y las élites conservadoras de Bangkok.

Thaksin fue derrocado en un golpe de Estado en 2006 y pasó 15 años en el exilio. Regresó a Tailandia en 2023, en un aparente gesto de reconciliación, pero no tardó en reactivar su protagonismo político. Comenzó a actuar como emisario informal del gobierno, visitó líderes regionales y volvió a incomodar a los militares. Hoy enfrenta cargos por lesa majestad, un delito grave en Tailandia, con una pena de hasta 15 años de prisión.

La filtración de la llamada de su hija con Hun Sen desató una tormenta. El Partido Bhumjaithai, segundo en la coalición, le retiró su apoyo a Paetongtarn. Las protestas se multiplicaron y la Corte la suspendió del cargo. Con ella fuera del puesto y su padre ante la justicia, la dinastía Shinawatra atraviesa su momento más frágil.

¿Se fortaleció el ejército en Tailandia?

Cada vez que hay una crisis, el ejército tailandés sale fortalecido. Esta vez, su protagonismo creció tanto en el terreno militar como en el político. Con el Parlamento bloqueado y sin una coalición civil estable, las fuerzas armadas se posicionaron como garantes de la seguridad nacional.

Una encuesta reciente del instituto NIDA reveló que el 62,52 % de los tailandeses confía plenamente en el ejército para proteger los intereses nacionales, mientras que solo el 11,99 % expresó un alto nivel de confianza en el gobierno. Incluso, algunas voces dentro de las Fuerzas Armadas ya hablan abiertamente de impulsar una nueva Constitución.

¿Qué papel juegan los templos?

Los templos en disputa no son solo ruinas antiguas. Son símbolos de la historia, la religión y el orgullo nacional. El Prasat Ta Muen Thom y el Preah Vihear fueron construidos por el Imperio jemer hace más de mil años. Aunque están en zonas remotas y de difícil acceso, tienen un alto valor simbólico para Tailandia y Camboya.

En 1962, la Corte Internacional de Justicia otorgó a Camboya la soberanía sobre el Preah Vihear. En 2013, reafirmó que el templo y su área inmediata también le pertenecían, aunque no resolvió a quién corresponde el territorio adyacente, rico en arrozales, cultivos de caucho y poblaciones bilingües que hablan jemer y tailandés.

Esa ambigüedad ha alimentado enfrentamientos intermitentes desde 2008. Y cualquier intento de trazar una frontera definitiva choca con identidades compartidas, historia común y nacionalismos crecientes.

¿Qué puede pasar ahora?

El alto el fuego representa un alivio inmediato, pero no una solución de fondo. Las causas del conflicto siguen intactas: una frontera sin delimitar, una memoria histórica cargada de agravios y tensiones internas que pueden reaparecer en cualquier momento.

En el pasado, treguas similares han fracasado rápidamente. En 2008, 2011 y 2013, episodios de violencia terminaron en acuerdos temporales que se deshicieron con la siguiente provocación. Nada garantiza que esta vez sea diferente.

Diversos analistas coinciden en que para evitar una nueva escalada, no bastan acuerdos sobre papel. Se necesita voluntad política sostenida, mediación internacional efectiva y, sobre todo, un proceso serio para resolver la raíz del problema: la delimitación definitiva de la frontera.

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