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Richard le ganó al COVID-19, tras pasar 165 días hospitalizado

Enfermedad le provocó un caso de distrés severo

Por Jason Ureña | 13 de Abr. 2022 | 4:27 pm

(CRHoy.com).- Richard, un paciente de 41 años, le ganó la batalla al COVID-19; sin embargo, tuvo que pasar una dura lucha contra esta enfermedad que lo dejó 165 días internado en el Hospital Max Peralta, en Cartago.

A ese centro médico llegó en octubre del año anterior, tras contraer la enfermedad provocada por el SARS-CoV-2. Pese a su buen estado de salud, la infección le impidió que los medicamentos respondieran, y le provocó agitación y saturaciones de oxígeno muy bajas.

Doña Viviana, esposa de Richard, recuerda que vivieron momentos de mucha angustia, que no fueron nada fáciles.  "Lo llevamos al hospital donde fue abordado inmediatamente, tras un cultivo notaron la presencia de un hongo y lo medicaron, pero al no responder a los medicamentos, procedieron a intubarlo y ocho días después ya iba para la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) con un procedimiento muy invasivo y de alto riesgo", contó.

El COVID-19 no tuvo piedad y le provocó un padecimiento de distrés respiratorio, donde la función pulmonar quedó totalmente sin funcionamiento y se pierde la capacidad de transferir gases, lo que ameritó que le colocaran dispositivos de soporte extracorpóreo para oxigenarlo, remover el dióxido de carbono y mantener las funciones vitales mientras el proceso de severidad pulmonar se recuperaba.

"Aun con el ventilador mecánico apagado el paciente hizo neumotórax, eso significa que se ‘desinfla el pulmón', una complicación que tuvo que ser intervenida quirúrgicamente con apoyo de los cirujanos del hospital Calderón Guardia", explicó el doctor Saúl Rodríguez, uno de los médicos intensivistas del Max Peralta.

El Síndrome de Distrés Severo por COVID-19, es una afección potencialmente mortal, que cursa con una importante alteración en el intercambio gaseoso a nivel pulmonar.

"Se podría decir que es de los casos más severos, porque llegó a necesitar el ‘top' de atención, que es colocarlo en una máquina de soporte extracorpóreo, incluso porque ameritó servicios fuera del hospital (cirugía de tórax y cuidado intensivo del hospital Calderón Guardia). Después de la cirugía tuvo que estar 40 días en un proceso de rehabilitación, soporte nutricional y con terapia respiratoria, antes de separarlo del ventilador mecánico.

"La idea era que volviera a respirar por sí mismo, pero es un paulatino y lento porque en enfermedades tan severas se pierde la masa muscular y la falta de acondicionamiento físico dificulta el proceso", resaltó el especialista.

Una cultura de mucho carisma

Los días en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) son complicados, pero -según doña Viviana-, el esfuerzo y acompañamiento de cada uno de los funcionarios hace que la estadía se vuelva menos dolorosa. 

"Yo estaba muy asustada y decidí dejar todo en manos de Dios. Entendí que yo no podía hacer nada por él y le pedí a Dios, que todo lo puede, que nos hiciera un milagro, no solamente por mí, sino por mis hijos que necesitaban mucho a su papá. Pasé los días con mi confianza puesta en Dios y en estas personas, en su capacidad, porque son excelentes.

"Algo que nunca olvidaré es que cuando Richard había logrado alimentarse por sí mismo y ya lograba comer de todo, le preguntaron si se le antojaba alguna cosa y pidió su hamburguesa favorita. Ese día el personal le mandó a traer el combo completo, usando sus propios recursos. Otras veces le encendían el televisor y le ofrecían otros gustitos, para que el ambiente fuera más acogedor".

Doña Viviana asegura que no había tenido experiencias con hospitalizaciones, pero en la UCI supo lo que era una "cultura de mucho carisma". 

"A las personas que están afrontando situaciones similares quiero decirles que la esperanza es lo último que se pierde, que no pierdan la fe y al personal del hospital, en especial al de la UCI, quiero recordarles que lo que hacen por la gente no es normal, son muy especiales y tal vez no se dan cuenta, pero con sus acciones hacen que el lugar sea muy diferente a lo que una se imagina. Al igual que en el resto del hospital, en la Unidad de Cuidados Intensivos los retos son parte del día a día".

Salida entre aplausos

Tras la dura lucha contra la enfermedad, Richard, logró su egreso del centro médico. Lo hizo en medio de aplausos, risas, música, oraciones y hasta el llanto de alegría de sus seres queridos que lo acompañaron mientras descendía los tres pisos, hasta el sitio donde los esperaba el personal de transportes, y un equipo de expertos que lo llevarían hasta su casa.

El doctor Guillermo Mendieta, director interino del centro hospitalario, reconoció que el caso de Richard es un verdadero ejemplo de lucha y esperanza. Dijo sentirse muy orgulloso y agradecido con el personal, por el nivel de especialización que han alcanzado, por la capacidad instalada y el trato cordial que ofrecen.

"El equipo humano que interviene en estos procesos es muy amplio, para un solo caso podría requerirse de médicos intensivistas, terapeutas respiratorios y físicos, enfermeros especializados en cuidados críticos, cirujanos de tórax y vasculares periféricos, neumólogos, microbiólogos, médicos de rehabilitación, nutricionistas, psicólogos, farmacéuticos y muchos otros, que se van incorporando de acuerdo con las necesidades de cada paciente, incluyendo al personal administrativo con sus múltiples labores", señaló.

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