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¡La fuerza del “pura vida”! Comunidad tica se unió para guiar a un trailero perdido

Por Johan Rojas | 11 de Oct. 2025 | 12:28 am

Cuando Xavier Herrera tomó el control del volante de su tráiler el martes pasado, jamás se imaginó que delante de él tendría una de las travesías más difíciles de su vida, y menos que también sería el protagonista de una historia de unión y solidaridad de todo un pueblo que se volcó a demostrar, más allá de las fronteras, hasta dónde es capaz de llegar la fuerza del "pura vida".

CR Hoy conversó con Herrera, el trailero panameño que esta semana se volvió tendencia por su "hazaña" de atravesar desde Acosta hasta Parrita "por dentro", utilizando la ruta 301, un sinuoso camino que por sus condiciones es poco apto para carros bajos, y menos aún para vehículos de gran tamaño.

Como cualquier viaje normal, Xavier subió a su tráiler y emprendió el viaje. Puso su destino en una aplicación y este fue precisamente la mayor equivocación. La indicación no aclaraba que el viaje lo estaba haciendo en un vehículo de gran tamaño.

El asfalto frente a su parabrisas pronto comenzó a achicarse. La amplitud de la carretera iba desapareciendo para dar espacio a puentes estrechos, incómodos descensos, pronunciadas pendientes, guindos sin fin y baches… muchos baches.

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Por su mente pasó la idea de dar vuelta en U, dar marcha atrás y volver por donde venía. Pero esto ya no era una opción.

Las zonas por donde había pasado no le permitirían regresar jamás y los espacios en la calle hacían, de por sí, imposible intentar cualquier giro.  "Me encomendé a Dios" – dijo, mientras la preocupación crecía.

Realmente no me acuerdo del pueblo donde me dieron la alerta, pero creo que fue un pueblo antes de Acosta. Yo les comenté que no podía devolverme, porque ya había pasado dos circunstancias complicadas que, gracias a Dios, pude superar. No tenía dónde dar la vuelta para regresar, por eso seguí esa trayectoria.

Me encomendé a Dios y, cuando llegué a Acosta, Él me puso esos ángeles: las personas de Acosta, que me ayudaron en todo momento a seguir mi travesía y me acompañaron hasta la ruta 27, los muchachos en las motos y todo eso.

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La presencia de 18 neumáticos en una misma carrocería era imposible que pasara desapercibida para cuando iba por Acosta. Los vecinos se detenían en la calle al verlo, muchos sin dar crédito a lo que pasaba.

Alguno quizás le dijo loco, otros tal vez hasta pudieron llegar a pensar en que era irresponsable por andar por donde "no le corresponde". Pero fue entonces cuando la solidaridad pudo más, al reconocer a un ser humano que necesitaba ayuda.

A la gente de Acosta ya le habían dado la alerta de que yo iba en camino. Me estaban esperando en el centro del pueblo. Cuando llegué, varios muchachos me detuvieron y me dijeron: 'Pana, para allá abajo eso es peligroso, creemos que no podés'.

Había un señor, no recuerdo su nombre, que llegó porque su hijo lo llamó. El muchacho me había visto pasar por un pueblo antes de Acosta y el señor dijo: 'Acaba de pasar por aquí, yo voy a ayudar a ese señor'.

El hombre se montó en la moto y me alcanzó, porque ya me habían detenido en Acosta. La gente decía que no debía seguir, pero él me dijo: 'Yo no manejo eso, pero si usted pasó la parte crítica allá atrás, usted sale de aquí'.

Ese señor tuvo la amabilidad de guiarme en su moto durante unos 20 kilómetros para que conociera la carretera. En la última curva, donde me quedé, la gente de Acosta muy cariñosamente hizo una recolecta para pagar el "back-up" que jaló el vagón y me ayudó a salir.

Al tiempo que el asfalto desaparecía y del suelo emergían con más peligro las resbaladizas piedras sueltas y las curvas más riesgosas, más se corría la voz de un gigante atravesando el pueblo.

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"Ahí viene, se la jugó", se logra escuchar entre las voces de algunos de los curiosos que capturaban la travesía de Xavier con sus teléfonos.

Los vecinos recolectaron cerca de ₡50.000 para contratar un back hoe. La banca comunal fue de gran ayuda. No solo sirvió de escolta ante cualquier eventualidad. En cierto momento tuvo que acomodar la carreta del tráiler y empujarla para evitar que se volcara.

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Xavier dice que no olvidará como jóvenes de los colegios de la zona se acercaron para tomarse fotos con él y guardar el recuerdo, pues nunca habían visto pasar un furgón por ahí. Otros hasta le dieron comida, con lo cual logró sentir en carne propia el espíritu del "pura vida".

Fue hasta pasadas las 7:30 p. m., luego de cuatro horas y treinta minutos de recorrido, que se reincorporó a la carretera Costanera Sur en Parrita. Un trayecto que para un vehículo normal – según le había advertido la aplicación- tardaría menos de la mitad.

Xavier tiene 42 años, conduce desde los 18 y cuenta con más de 24 años de experiencia. Comentó que esta travesía lo marcará para toda la vida.

Actualmente, descansa en su casa tras el desafío que superó y aún recibe mensajes de agradecimiento de los ticos, a quienes les expresó su gratitud.

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