La elección de Rodrigo Arias por cuarto año consecutivo en la presidencia legislativa es un golpe al gobierno del presidente Rodrigo Chaves, cuyo anhelo de otro resultado no puede ser más obvio, no solo porque en esta oportunidad insistió en pregonarlo y anunció la decisión de protestar absteniéndose de nombrar un ministro de la Presidencia, sino porque en años anteriores intentó, sin éxito, forjar coaliciones capaces de cerrarle el camino a Arias.
No obstante, hay una corriente de análisis político empeñada en transformar la derrota presidencial en victoria solapada. El triunfo de Arias, dice el razonamiento, conviene a Chaves porque preserva a la Asamblea Legislativa como blanco de sus críticas, excusa de sus traspiés y antípoda necesaria para promover la polarización de la opinión pública.
Pero un resultado distinto difícilmente llevaría al mandatario a reconsiderar sus ataques al Congreso. Si el Directorio lo integraran sus partidarios, ahí estarían las fracciones de oposición para acusarlas de entorpecer la labor gubernamental pese a los mejores esfuerzos de la hipotética dirigencia oficialista.
Los populistas no pueden prescindir de la polarización porque de ella depende su permanencia en el poder. Es método, justificación y, en ocasiones, objetivo. Un Directorio amigable no sería impedimento para mantener el ataque, pero podría ofrecer ventajas a la hora de tramitar trascendentales decisiones en ciernes, como el levantamiento de la inmunidad solicitado por la Fiscalía en el caso de las contrataciones con fondos del BCIE. Otras acusaciones, como la del financiamiento irregular de la campaña política, podrían estar en camino.
En esas circunstancias, es difícil imaginar la instauración de un Directorio opositor como una ventaja para el presidente. El resultado de las votaciones solo evidenció el aislamiento de la fracción oficialista y su incapacidad de evitar resultados tan poco gratos para el mandatario como la elección de Vanessa Castro en la vicepresidencia.
Lejos de una victoria de Chaves, lo sucedido el primero de mayo testimonia la habilidad política de Arias, capaz de mantenerse en la presidencia cuatro años consecutivos, pese a su pertenencia a una fracción opositora de 19 miembros, de los cuales dos le negaron el voto.