¿Qué es lo que sigue, candidatos tradicionales u otros outsiders?
La práctica política en Costa Rica a veces no es fácil de entender. Hay partidos políticos, y en abundancia. Pocos son los que llegan a ejercer el Gobierno de la República. Desde 1953 hasta hoy ha habido 18 gobiernos, incluido el actual. En la práctica histórica de estos 70 años todos esos gobiernos han estado en manos de cinco partidos, alternando entre ellos; en ocasiones reeligiéndose, tres de ellos, una vez consecutiva; de manera consecutiva, tres de ellos.
De esos; 9 gobiernos los ha ejercido el Partido Liberación Nacional, tres se han ejercido con tres coaliciones electorales; tres los ha ejercido la Unidad Social Cristiana, dos por Acción Ciudadana y uno, el Progreso Social Democrático.
El proceso electoral no permite que un Presidente pueda reelegirse consecutivamente; pero sí permite que un partido pueda reelegirse inmediatamente, lo que es un absurdo. Pero, muestra algo que es interesante, aunque haya reelección del mismo partido no hay continuidad esencial de las políticas de Gobierno, porque cada Presidente trata de imprimir su propia huella, su propio trazado gubernativo, lo que se distingue en los Programas de Gobierno y de cada Candidato presidencial, que cada partido ofrece en los procesos electorales, donde no hay una clara continuidad de políticas, de un gobierno a otro, y donde cada candidato quiere destacar por sí mismo. Todo esto bajo un sustrato democrático, de políticas y acciones de gobierno, que se va desarrollando de manera inevitable con cualquier gobierno que haya sucedido, como grandes ejes y bases que sostienen el edificio institucional democrático nacional.
Durante el siglo pasado se podía apreciar que había cierto grado de coordinación entre el Partido que ganaba las elecciones y el Gobierno; y del Partido que ganaba las elecciones con sus diputados. Siempre, en todos los casos, el Gobierno y el Partido gobernante mantenían distancia pública, formal, respetable. No se negaba nunca que el partido de Gobierno era el que había ganado las elecciones; el que daba el apellido, gobierno liberacionista, socialcristiano, pacquista…
En el actual gobierno no se distingue ese apellido, el gobierno del progreso social democrático…Al contrario ese partido se invisibiliza para personalizar más al gobierno…el gobierno chavista o rodriguista.
Nunca se sentía la mano directa del Presidente actuando y presionando a los diputados de su partido. De eso se encargaba el mismo Partido. Los diputados en términos generales respondían al Partido, aun cuando el Presidente en el proceso electoral podía escoger casi hasta 10 diputados de los que encabezaban las listas provinciales de diputados. Era frecuente, igualmente, que el Presidente se reuniera semanalmente, con un desayuno o una comida, con los diputados de la fracción del partido gobernante, como también era frecuente que el Presidente se reuniera con los Jefes de las Fracciones parlamentarias.
Los partidos tenían Comités Políticos Superiores, que eran centros políticos de pensamiento de sus partidos, que producían reflexiones, pronunciamientos, acuerdos, posiciones, tesis que eran inmediatamente transmitidos a sus afiliados, sus militantes, a sus diputados si a ellos correspondía, y mensajes al Gobierno. Nunca, al menos públicamente, imposiciones al Presidente de la República. Esta capacidad cerebral de los partidos ha desaparecido…se ha descerebrado políticamente.
También algunos partidos, Liberación Nacional, la Unidad Social Cristiana y los partidos de izquierda, tenían centros de capacitación, en el país y fuera de Costa Rica, de dirigentes de todas las edades, sin discriminación de género. Algo quiso hacer el Partido Acción Ciudadana de estas experiencias, sin buen resultado. Así formaban sus dirigentes, bajo los principios teórico-doctrinales o ideológicos con que cada partido se identificaba. Los que eran partidos de gobierno también desarrollaban sus dirigentes dándoles oportunidades de elección desde los consejos distritales, los consejos municipales, las jefaturas políticas y las alcaldías; colocándolos laboralmente en puestos de asesores, puestos políticos de gobierno de distinto tipo, oficiales mayores de los ministerios, viceministros, ministros, embajadores y miembros del servicio exterior; en juntas directivas de instituciones descentralizadas y centralizadas; con una capacidad de nombrar varios centenares de personas, que se reconocían como "leales" a sus partidos. Hacían surgir "dirigentes políticos" "formados" políticamente. Los partidos también tenían "control", especialmente antes de 1990, de organizaciones sociales como sindicatos, juntas progresistas, la de desarrollo de la comunidad, entre otras.
Todo esto empezó a desdibujarse cuando al interior de esos partidos se formaron "camarillas" de personajes alrededor de un dirigente. Cuando esas camarillas empezaron a imponerse a las estructuras de mando tradicional dentro de esos partidos, o cuando algunos dirigentes se impusieron por sí ante esa estructura tradicional, como fue el caso de Oscar Arias cuando se enfrentó a José Figueres, a Daniel Oduber, y a otros, a principios de la década de 1980, diciendo que no necesitaba muletas para su postulación, la que finalmente ganó.
Por un acuerdo político muy importante con el gobierno de Luis Alberto Monge emergió la Unidad Social Cristiana, superando la coalición UNIDAD, que lo había antecedido, surgiendo los nuevos dirigentes de esa organización partidaria. Así se empezó a diseñar la Costa Rica de los tiempos de los Planes de Ajuste Estructural, de los Tratados de Libre Comercio, de la Globalización y de la superación de la Guerra Fría. El Pacto Figueres Calderón a finales del siglo XX fue un punto culminante en la relación bipartidaria gobernante.
En las elecciones de 1998 se resquebrajó esa imagen bipartidista nacional por el resultado de las elecciones, y la composición diputadil de la Asamblea Legislativa.
Esas décadas produjeron un sisma político partidario nacional que no ha podido ser superado todavía. La izquierda tradicional desapareció políticamente, aunque tuvo destellos. Aparecieron nuevas tendencias políticas que se orientaron por los llamados movimientos sociales, oponiéndolos a los propios partidos políticos, y al interior de los partidos, como formas más amplias de representación y participación ciudadana. Hubo escándalos políticos contra los dos partidos tradicionales más fuertes e importantes que los debilitaron estructural y públicamente.
El bipartidismo histórico gobernante, de Liberación y la Unidad Social Cristiana, se cuestionó cuando llegó el Partido Acción Ciudadana al gobierno en el 2014. Lo que parecía que iba a surgir, un tripartidismo gubernativo como un continuo histórico, se alteró a un tetrapartidismo gubernativo sorpresivo, con la llegada al gobierno del Partido Progreso Social Democrático, en el 2022, que no marca aparentemente todavía, con este partido, un nuevo continuo político hacia el 2026; y con la desaparición del Partido Acción Ciudadana del escenario nacional, con escasísima proyección en las municipales del 2024.
Los movimientos sociales, que por redes se articularon alrededor del Partido Acción Ciudadana para las elecciones del 2018, desaparecieron. No tuvieron ningún efecto en las elecciones del 2022. Su ausencia y repliegue contribuyó al triunfo de Rodrigo Chaves.
La crisis político partidaria desarrollada adquirió su mayor dimensión cuando de los seis procesos electorales del 2002, 2006, 2010, 2014, 2018 y 2022, cuatro de ellos, 2002, 2014, 2018 y 2022 se resolvieron en segundas rondas electorales y en una de ellas, la del 2018 sin la presencia finalista de Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana.
El actual partido de gobierno, el Partido Progreso Social Democrático no pinta nada bien para las elecciones del 2026. No es lo mismo. El Presidente de la República, Rodrigo Chaves Robles, aunque no pueda optar por una nueva candidatura, está en intensa campaña electoral a su modo, dinamitando todo el andamiaje político que pueda echar abajo.
Primero, con su partido Progreso Social Democrático. El enfrentamiento que tiene a nivel personal con la Presidenta de ese partido es vulgar, por elegante, alejado de su investidura de Jefe de un Poder Público. Debería aprender de Mario Echandi a quien Liberación Nacional le reselló lo que pudo. Mario Echan di publicó un libro con todos sus vetos.
Segundo, con todos los demás partidos políticos opositores.
Tercero, criticando toda la institucionalidad política; los poderes públicos, la Corte Suprema de Justicia, su Sala Constitucional; la Fiscalía General; la Asamblea Legislativa y a sus diputados.
Cuarto, enfrentando y debilitando a la prensa, a los periodistas críticos e independientes del Poder Ejecutivo; eliminándoles la publicidad y propaganda oficial; tratado de debilitar financieramente a las universidades públicas y a la educación y cultura.
Quinto, debilitando todo el andamiaje democrático del Estado Social de Derecho que se ha podido construir, durante década por parte de los diferentes partidos que han ostentado el poder.
Sexto, atemorizando finamente al Tribunal Supremo de Elecciones.
Sétimo, provocando y estimulando con sus desplantes acciones de agresión por grupos de personas, fanatizadas con el Presidente, hacia la Asamblea y sus diputados, contra la Sala Constitucional, contra organizaciones sociales.
Octavo, atacando de forma soez y burda a la Presidente del Partido Progreso Social Democrático, que lo llevó a la Presidencia, por haber votado contra él en un resello legislativo.
Noveno, poniendo a decir a la diputada experta en asesorar en mentiras, que el Presidente y que los diputados que siguen al Presidente fueron electos por las candidaturas del Presidente y por la de ella, la de la diputada Cisneros, y no por el Partido Progreso Social Democrático.
Décimo, imponiendo un temor reverencial en los funcionarios de toda la administración pública bajo la sutil amenaza de perder sus empleos.
Undécimo, imponiendo políticas salariales y de ingreso bajas, congeladas, a la vez de establecer una canasta básica de consumo alta.
El Presidente empezó a quemar sus cartuchos presidenciales. El primero lanzado a fuego fue su Ministro de Obras Públicas, al que le ha creado un movimiento de apoyo, aunque considerado su Delfín lo están tanteando por si hay que descartarlo; el segundo, es el Ministro de Hacienda, el tercero, es la Ministra de Educación, reservándose otras cartas de su propio Gabinete para más adelante. Ya lo veremos.
Los candidatos outsiders, fuera del escenario, no están a la vista todavía, pero este es el reto de lo que está sucediendo en el país. El propio Presidente era un outsider en la campaña del 2022. ¿Será este el camino a seguir en las próximas elecciones? Se tratará de impulsar por parte de los grupos que postularon a Rodrigo Chaves de buscar una sombra outsider suya.
Los outsiders carecen de toda esa práctica e historia política que hizo surgir la Costa Rica desde la Revolución de 1948; pero, por sus posturas, acciones y discursos pueden acabar con toda nuestra Costa Rica; con su tradicionalidad y su democracia. Pueden instaurar un régimen de terror, de represión, de mayor inseguridad ciudadana en todos los sentidos.
Los líderes populistas, de ocasión, improvisados, como se conoce a algunos de estos nuevos agentes políticos, suelen ser los peores monstruos que puedan engendrarse en estas aguas de agitación política turbia. Son como los jabones que apretándolos no se saben para dónde saltarán… No permitamos que la transparencia, la claridad, del quehacer político nacional, se opaque impidiéndonos distinguir cuál es la ruta correcta hacia el futuro mejor.
La Política tenemos que abordarla políticamente, con responsabilidad, con pensamiento; con partidos y organizaciones políticas sólidas; con compromiso militante por la Democracia Nacional; votando, no absteniéndose electoralmente.