¿Por qué el ataque de Israel en Catar es una daga para la diplomacia en Medio Oriente?

Catar es un país pequeño, pero con gran influencia en la diplomacia de Medio Oriente. Su territorio ha albergado en el pasado negociaciones críticas, desde altos el fuego en Gaza hasta conversaciones con los talibanes, además desde 2012 alberga al buró político de Hamás. La combinación de relaciones estratégicas, neutralidad percibida y vínculos estrechos con Estados Unidos lo convierte en un mediador indispensable en la región.
Sin embargo, ese papel quedó en entredicho el martes, cuando Israel llevó su guerra con Hamás a las calles de Doha. El ataque dejó al menos seis muertos y podría ser un punto de inflexión en la dinámica regional.
La ofensiva sorprendió incluso a los aliados más cercanos de Israel. La Casa Blanca reconoció que Donald Trump no estaba conforme y que la información llegó a Catar demasiado tarde. El hecho de que Israel haya actuado sin coordinación previa con Estados Unidos, su aliado más cercano, refleja un cambio en su estrategia. Según Danny Danon, embajador israelí ante la ONU: "No siempre actuamos en interés de Estados Unidos. A veces tomamos decisiones e informamos a Washington".
El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, advirtió con claridad: "El largo brazo de Israel actuará contra sus enemigos en cualquier lugar. No hay ningún lugar en donde puedan esconderse". Sus palabras son un mensaje directo a Hamás, pero también generan alarma diplomática en toda la región, justo cuando Estados Unidos intensificaba sus esfuerzos para mediar un alto el fuego que detenga la escalada en Gaza.
Catar bajo presión
El ataque en Doha pone en riesgo la reputación de Catar como espacio seguro para la diplomacia. Durante años, sus hoteles de lujo no solo fueron escenarios de negociaciones; también funcionaron como refugio neutral donde las partes podían dialogar sin temor a represalias. Este golpe demuestra que incluso un país aliado de Estados Unidos y percibido como seguro puede ser blanco de ataques militares de Israel.
El primer ministro catarí, el jeque Mohamed bin Abdulrahman al-Thani, calificó la operación de "terrorismo de Estado" y advirtió que Catar se reserva "el derecho a responder". Para el emirato, la decisión de Israel representa un dilema: mantener su rol de mediador y conservar vínculos con Hamás, o priorizar la seguridad nacional y distanciarse del grupo palestino, siguiendo el ejemplo de Emiratos Árabes Unidos.
Panorama complejo
El ataque en Catar añade una nueva capa de complejidad al conflicto: la región debe equilibrar seguridad, diplomacia y presión militar al mismo tiempo.
En ese contexto, la percepción de que ninguna capital está segura dificulta aún más el diálogo. Los canales de alto el fuego, la liberación de rehenes y las negociaciones humanitarias dependen de la existencia de espacios seguros, y Doha ya no lo parece.
Danon insistió en que "no fue un ataque a Catar, fue un ataque a Hamás". Sin embargo, las críticas internacionales, desde la ONU hasta potencias europeas, y la preocupación de Washington evidencian que Israel cruzó una línea diplomática sensible.
El resultado es un duro golpe al frágil entramado diplomático de Medio Oriente: las negociaciones mediadas por Catar quedan comprometidas, la confianza entre actores clave se resquebraja y la ruta hacia un alto el fuego viable se vuelve cada vez más incierta.