Poesía fue su aliada durante 10 años en una “jaula sin nombre”
El tiempo pasa lento en el Centro Penitenciario La Reforma. Los presos buscan cualquier actividad para entretenerse mientras se arrastra el calendario. En una de las celdas estaba Kin Maroto. Logró encontrar un aliado en aquella "jaula sin nombre": la poesía.
Así brotaron las esperanzas para un convicto, sentenciado por supuestamente haber matado a su mujer en el 2004 y que tras 10 años de haber permanecido en la cárcel, hoy anda libre y busca una oportunidad como escritor.
Él sigue diciendo que es inocente, pese a haber sido condenado.
Su libro lo presentó en octubre del 2014. "Desde adentro" surgió tras llevar una vez a la semana una lección en el Taller de Poesía "Al otro lado del sol" que se da en el Centro Penitenciario La Reforma y para publicarlo contó con respaldado de la Editorial La Casa de la Poesía.
Ahora su sueño, es sacar más publicaciones y que se vendan todos los ejemplares como pasó en enero del 2016 cuando ya estando libre, lo invitaron a participar en el Festival Internacional de Poesía.
"No sabe lo feliz que me sentí, ese día. Era libre. Dejando atrás los muertos y muchas injusticias".
Desde pequeño –contó- tuvo habilidad para la escritura. A los cinco años ya sabía leer y por eso su mamá no lo mandó al kínder.
"Entré a la escuela y empecé a escribir cuentos. No me gustaba hacer poesía, porque pensaba que era "algo cursi" y quizás un poco machista algo para las mujeres.

En enero salió de la cárcel y lo invitaron a participar en el Festival Internacional de Cultura. CRH.
"Mi maestra sabía que tenía actitud para las letras porque yo hacía cuentillos. Un día hubo un concurso y una compañera mía que siempre participaba. Entonces, empecé hacerle los poemas y siempre ganaba. En sexto año, poco antes de graduarnos, la compañera me agradeció a mí por haberle ayudado y la maestra confirmó sus sospechas: siempre había sido yo el escritor de todos aquellos premios". Así que insistió mucho en que escribiera más.
"En el colegio, aprendí mucho de rimas, versos y seguía leyendo a mi poeta preferido: Jorge Luis Borges.
"Ya en la cárcel, encontré la oportunidad de escribir y hacía poemas para la mamá de mis hijas y participé en mi primer concurso. Quedé en tercer lugar, porque yo no quise usar rimas y ahí fue donde agarre fuerza y comencé hacer cuentos y más poemas".
El día trágico
"La sentencia la dio el juez el 26 de agosto del 2006, luego de dos años de mi supuesto homicidio a mi compañera sentimental. Me trasladaron a la cárcel de la Leticia, en Guápiles y después a La Reforma.
"Ambos lugares son horribles. Ahí viví momentos terribles de desesperación y soledad. Tras la muerte de mi compañera sentimental, al tiempo comencé a salir con una mujer la cual a la mitad de mi condena me dejó, creo que eso es lo normal, todavía no sé sus razones, pero lo peor fue cuando murió mi madre; los oficiales no me dejaron asistir a su entierro, si aunque les pedí miles de veces compasión, aunque fuera esposado.
"De mi madre tengo un recuerdo que nunca olvidaré. Es algo un poco irónico, pero muy interesante, porque recuerda que cuando tenía ocho años corte una cortina y ella llegó enojada y me dijo: "porque haces eso no hay periódicos ahí".
"Todas las vecinas decían que yo era un chiquito inteligente, pero mi mamá me gritó: "a eso llaman inteligente" y sus palabras calaron tan hondo en mí que me dio cólera y yo me quedé pensando le voy a demostrar que no es así. Empecé a leer y leer y a preguntar y aprender de todo.
"Con mi manera de escribir soy muy original y cuidadoso, puedo hacer poemas sobre cualquier tema, pero los que más me gustan son los de protesta y desamor.
"No me gusta repetir palabras. En la cárcel, tenía amigos que hice con la poesía y aprendí a ver de quiénes tenía que cuidarme.
"Mucha gente ha escrito en prisión e incluso en Latinoamérica es popular en Chile, Cuba y México, pero no los dejan sacarlos al mercado. En Costa Rica como es un país libre, de derecho, nos permiten imprimir nuestros libros.

Durante su paso en el Centro Penitenciario La Reforma participó en el Taller de Poesía en varios concursos. CRH.
"En la cárcel hice de todo. Me metí al Instituto Nacional de Aprendizaje y estudie ebanistería y saqué un curso de manipulación de alimentos. Después estudié inglés.
"Ahí uno hace cualquier cosa para estar entretenido.
"Adentro, trabajaba en escribir los textos jurídicos, hacía revisiones de casaciones y editaba reportes para visitas conyugales.
"Ahora, me estoy reincorporando a la sociedad, la gente me pregunta que cómo me siento, pero como yo no estaba por delincuencias comunes: drogas, robos u otros delitos, a mí me ha dado igual salir puedo desempeñarme.
"Las personas que me ven en la calle y que me conocían no me han dicho nunca: usted es un asesino, porque dudan de que yo haya cometido ese homicidio. Ahora, solo sueño con sacar más libros, que se vendan y perfeccionarse aún más", concluyó.