Piloto tico estrena aviones y se dedica a entregarlos alrededor del mundo
Siempre viaja solo.
David Castro tiene un trabajo bastante singular. Como piloto, se dedica a estrenar aviones y entregarlos alrededor del mundo, atravesando los océanos Pacífico y Atlántico, en travesías que duran bastantes días.
Recientemente, hizo dos entregas recorriendo 13 países y 19 ciudades, en aviones mono motor, completamente solo.
"Ahorita le di la vuelta al mundo completa. Entregué un avión en Tailandia, que fue vía Pacífico, salí de Wichita, volé a California, luego a Hawái, de ahí a Marshall island, de Guam a Filipinas y de ahí a Tailandia. Entregué el avión, me regresé y entregué otro vuelo que era Malasia, pero vía Atlántico. Salí de Wichita a Vermont, de ahí a un lugar que se llama St. John's en Canadá, de ahí crucé a las islas Azores, que están en medio del Atlántico, de ahí a España, luego tuve que ir a Zúrich, luego a Grecia, a Egipto, de ahí a Omán, luego a Sri Lanka y de ahí a Malassia. Completé la vuelta", detalló.
Su amor por los aviones empezó cuando era muy niño y vivía en Pavas. Todas las semanas agarraba su bicicleta y se iba para el aeropuerto Tobías Bolaños, a jugar en los hangares. Desde entonces se prometió que iba a ser piloto.
Castro vive en Liberia, Guanacaste y desde el 2015 trabaja para la empresa Southwind Global Aviation, con sede en Wichita, Kansas, desde donde viaja a muchos países.
No se trata solo de montarse en el avión e ir a entregarlo. Es toda una logística que hay que seguir al pie de la letra. A veces le avisan con anterioridad, en otros, debe viajar de un día para otro.
"Como son aviones mucho más lentos, de un solo motor, voy sin copiloto, siempre viajo solo. Duermo y cargo combustible. Hay que instalar unos tanques adicionales adentro, en la cabina, quitamos todos los asientos, se le hace una instalación al sistema de combustible del avión porque estos aviones tienen una autonomía de 6 horas. Por ejemplo, para cruzar a Hawái, son 12.5 horas, no hay dónde parar en medio Pacífico para llenar de combustible", explicó.
Una vez que llega al destino, David debe desmontar los tanques y colocar los asientos para entregar el avión como de fábrica.
"Es una operación totalmente atípica. Normalmente uno vuela con los tanques que ya vienen con el avión de fábrica, pero en estos casos necesitamos extender el alcance del avión, hacer modificaciones para poder cruzar el Pacífico o el Atlántico", agregó.
En muchas ocasiones, debe quedarse en los lugares de entrega, entrenando a las personas que utilizarán los aviones.
Algo bien interesante es que, estos aviones no tienen baño, por lo que, durante las horas de vuelo, David debe hacer sus necesidades en una botella o esperarse a llegar a tierra, lo que puede significar hasta medio día.
El avión más barato que vende esta compañía cuesta alrededor de 850 mil dólares, por lo que, conlleva una gran responsabilidad para David, pero también un honor, por lo que significa estrenarlo y aprovechar toda la tecnología y el equipo que trae.
Él hace alrededor de 8-10 entregas al año. El resto del tiempo se dedica a ser papá y disfrutar el tiempo con sus hijos de 27 y 6 años.
"Es muy variado, porque depende de las ventas de los aviones. Me dedico a ser papá 24 horas y en la casa. El salario es por cada avión que entrego. Yo firmo un contrato por la entrega en específico y adicionalmente, si tengo retrasos, al ser aviones tan pequeños, tengo que volar con condiciones buenas de clima, entonces muchas veces me tengo que quedar 2-3-4 días esperando que mejore el clima de camino para poder seguir. Todos esos adicionales me los pagan por aparte", afirmó.
Anécdotas
En más de 20 años de carrera, David reconoce que le han pasado varias cosas, que ha conocido muchas personas, ciudades y culturas. Con eso, también tiene muchas anécdotas.
"La pandemia fue muy complicada, porque estuve totalmente parado, porque como cerraron el país y todas las fronteras, no podía trabajar. Me tocó entregar dos aviones en China, ir al epicentro de COVID. Ellos estaban muy estrictos y el primer avión que entregué, apenas reabrieron me tocó hacer 14 días de cuarentena metido en un cuarto de un hotel. Eso sí estuvo complicado. El desayuno siempre era el mismo y no podía ni siquiera abrir la puerta. El segundo vuelo me tocó hacer 21 días de cuarentena", aseguró Castro, quien conoce 86 países, en todos los continentes.
También ha tenido que entrenar a miembros de ejércitos o movilizarse en zonas peligrosas, incluso con escoltas, como en Chad, África, donde había una situación política complicada.
"Me encanta ir a Tailandia. ¡Son superamables! Me ha tocado conocer lugares que jamás pensé, por ejemplo Pakistán, donde he ido 9 veces. Siempre me han tratado superbién. Estuve en Biak, en Indonesia, una isla espectacular. Realmente me ha tocado ver cosas muy bonitas", destacó.
Me tocó darle entrenamiento a los pilotos de la Fuerza Aérea de Filipinas y fue espectacular. Ese realmente sí lo disfruté muchísimo porque fue en un lugar muy bonito y para gente muy amable. Me han tocado cosas medio feíllas, pero la mayoría son experiencias muy lindas.
Él ha visto materializado cada uno de sus sueños y asegura que es importante creérsela y esforzarse todos los días.
Los sueños están para cumplirse. Yo siempre quise ser piloto, me lo propuse desde que yo me acuerdo. Luché, luché y luché después de muchos años y sacrificios, lo logré, porque aquí en Costa Rica la aviación es muy limitada y hay muy poca oportunidad de trabajo. En este país hay muchos profesionales y gente capacitada que estamos volando por todo el mundo.