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Perú lucha por detener el floreciente negocio de la extorsión

Por Agencia | 10 de Sep. 2025 | 10:19 am

(AFP) Choferes baleados en autobuses y explosivos que estallan frente a comercios y colegios. La extorsión florece en Lima, ante una policía peruana que se dice limitada para desmontar el negocio más rentable del crimen organizado.

En un modesto edificio de la capital peruana, el coronel Roger Cano y su brigada de 50 efectivos afina la táctica contra la extorsión en el Cono Norte, considerada la zona más peligrosa de Lima, donde viven casi tres millones de personas.

Este es un delito "fácil de cometer y difícil de combatir", señala el oficial a la AFP.

Su misión es atacar el cerebro del crimen, despojarlo de sus "recursos logísticos y humanos": capturar al sicario o "gatillero" a sueldo, incautar la dinamita, mientras agentes de inteligencia, en un "trabajo más silencioso" y paciente, van tras los jefes y sus finanzas.

Es más fácil extorsionar que asaltar un banco, "no se arriesgan, no dan la cara, no enfrentan a la policía directamente", agrega.

La extorsión se ha expandido tanto en Perú que es considerado un reto comparable al narcotráfico —Perú es el segundo productor mundial de cocaína, según la ONU— o a las guerrillas izquierdistas en las décadas de 1980 y 1990.

Y tiene además un fuerte impacto social y psicológico, porque la víctima sigue en contacto con el victimario: es extorsionada a diario, semanal o mensualmente, observa el politólogo Eduardo Moncada, autor del libro "Resistiendo la extorsión: víctimas, criminales y Estados en América Latina".

Con apenas un celular, un extorsionador puede invocar a un grupo criminal y generar temor, remarca.

Rezago tecnológico

Las autoridades han detectado seis tipos de extorsión, entre ellas el "chalequeo" (seguridad a cambio de dinero), los cupos (el pago por desarrollar una actividad económica) y el gota a gota (préstamos a elevados intereses).

Esta última modalidad se nutre de la informalidad laboral, que en Perú alcanza el 73%. Al no acceder al crédito de la banca, los informales recurren a los extorsionadores.

El objetivo del coronel Cano es atacar a las nacientes bandas antes de que puedan "tomar el podio". Pero cuenta que se enfrenta a varias dificultades.

Por ejemplo, las operadoras telefónicas no acatan rápidamente los pedidos para geolocalizar los celulares empleados en el chantaje.

Las autoridades tampoco cuentan con equipos de rastreo de comunicaciones. El rezago tecnológico "nos tiene un poco arrinconados", dice a la AFP el coronel Franco Moreno, jefe de la división general de investigaciones contra secuestros y extorsiones.

Pero más que eso pesa la desconfianza de los ciudadanos hacia el Estado, afirma el profesor Moncada, de la Universidad de Columbia.

Y el temor de que las autoridades puedan estar "coludidas con el crimen organizado (…) que los está extorsionando".

Mutación

Con 10 millones de habitantes, Lima es el núcleo de la extorsión y de las protestas por la inseguridad.

El impopular gobierno de Dina Boluarte envió desde marzo a los militares a las calles para reforzar los operativos policiales.

Pero persisten en Perú condiciones "excepcionalmente favorables" para la extorsión, entre ellas un Ejecutivo "débil" e "incapaz" de combatirlo de manera efectiva, anotó Human Rights Watch en un informe publicado en julio.

En Lima hubo al menos 102 homicidios por extorsión en 2024.

Mototaxistas y choferes fueron las principales víctimas, según Indaga, observatorio adscrito al Ministerio de Justicia.

Le siguieron comerciantes, ingenieros civiles, barberos, taxistas, dirigentes sociales y obreros de construcción.

"La sensación de miedo está aquí y no se irá", declaró a la AFP una comerciante de ropa cuya vivienda fue recientemente atacada con explosivos en Lima. Ella pidió reserva de su nombre. Los extorsionadores le pedían unos 8.400 dólares.

A nivel nacional las denuncias pasaron de 2.396 en 2023 a 15.336 en 2024, un aumento del 540%. Lima encabezó el registro.

La extorsión ha mutado, advierte el coronel Moreno. "Ya no negocian, no hay seguimiento, de frente te atacan con una dinamita (…) y después te llaman".

Organizaciones como Los Pulpos, La Jauría, Los Injertos del Norte o Tren de Aragua, de origen venezolano, son sinónimos de miedo y silencio.

Ni los colegios escapan. Al menos medio millar de centros escolares fueron extorsionados entre enero y abril en Perú, según el Colectivo Educar con Libertad

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