Pequeñas bandas criminales de Limón intentan afianzar control local tras captura de 9 grandes cabecillas
Golpes del OIJ y operativos conjuntos con EE. UU. han permitido capturar a la mayoría de los grandes cabecillas

Los esfuerzos por sacar de circulación a los grandes cabecillas criminales que operan en el Caribe costarricense han rendido frutos: el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), gracias a operativos e investigaciones propias y a trabajos conjuntos con autoridades estadounidenses, logró capturar a 9 de los 12 líderes más consolidados.
Se trata de organizaciones criminales bien estructuradas, dedicadas a la exportación de droga o al narcomenudeo a gran escala, con presencia en múltiples comunidades. Estos fuertes golpes, que han propiciado el desarme de las bandas mayoritarias, han provocado que otros grupos más pequeños busquen ganar fuerza.
Randall Zúñiga, director del OIJ, explicó a CR Hoy que, tras las recientes capturas, las agrupaciones más pequeñas están tratando de consolidarse de manera localizada. Su objetivo es tomar control absoluto de su región de dominio, evitando confrontaciones directas con otros grupos.
"Todavía falta otro golpe más para que se logre dominar la zona de Limón. Habría que ver cómo se da ese reacomodamiento o esa recomposición criminal que se puede esperar se dé.
Lo que estamos viendo ahorita que está generándose es que grupos que anteriormente estaban minimizados que no se veían y eran muy locales, están tratando de tomar ahora sí el poder de su propia localía", manifestó Zúñiga.
Esto contrasta con las agrupaciones más importantes, que buscan expandir sus tentáculos y áreas de influencia para generar mayores recursos.
"No estamos hablando de por ejemplo lo que pasó con La T, que empezaron a generar una cantidad impresionante en toda la zona de Limón centro, sino que ahora son grupos locales que están tratando de tomar su pedazo del pastel", puntualizó el jefe policial.
La banda a la que hace referencia es la que dirigía Tony Alexander Peña Russell, alias La T. Aunque este sujeto está en prisión cumpliendo una condena y pendiente de otros 11 procesos, sus lugartenientes continuaban operando y generando un foco de homicidios.
Este cabecilla fue capturado a mediados de 2024 tras varios intentos; es considerado un jefe de sicarios cuya organización, en alianza con otros grupos, habría causado hasta 60 muertes en Limón en los últimos años.
Se le vincula con los hermanos Luis Manuel Picado Grijalba, alias Shock, y Jordie, alias Noni, quienes controlaban gran parte de la exportación de droga y mantenían conflictos con la banda de Los Hondureños.
Ese segundo grupo, conocido como La H, estaba dirigido por Alexander Zacarías, Guillermo Gilberto y Elías Herrera Hernández, tres nicaragüenses que se hacían pasar por hondureños y peleaban el control de la Terminal de Contenedores de Moín (TCM), involucrados en varios episodios violentos. Los dos primeros fueron extraditados a Estados Unidos y el tercero está encarcelado en Costa Rica.
Al parecer, colaboraron con los extraditables Celso Manuel Gamboa Sánchez y Edwin Danney López Vega, alias Pecho de Rata, en la movilización de grandes cargamentos de cocaína hacia EE. UU., según investigaciones de la Administración de Control de Drogas (DEA) y el OIJ, reportadas en primicia por CR Hoy.
También está en prisión Gilbert Bell Fernández, alias Macho Coca, sancionado por el Departamento del Tesoro por presuntos vínculos con el narcotráfico y la legitimación de capitales, aunque en Costa Rica se le procesa por robo de combustible.
Han sido detenidos también Dinier Estrada Jiménez, alias Ojos Bellos, quien cumple 40 años de cárcel por narcotráfico y homicidios, y George Michael Paniagua Rivera, alias Curry, condenado a 23 años.
Herald José Ruiz Vargas, alias Guato, cabecilla de la banda El Valle, fue detenido junto a su organización de 21 personas el año pasado. Jeyson Olivery Alfaro Bustamente, alias Press, ya cumplió su condena y está libre.
Los que permanecen prófugos son Jonathan Pérez Méndez, alias Tan o Perro, cabecilla de Batán, quien operaba bajo el patrocinio de Alejandro Arias Monge, alias Diablo, el prófugo de la justicia costarricense más buscado, por quien incluso la DEA ofrece una recompensa de 500 000 dólares.