Opinión: Que insensibilidad doña Ada, usted le debe una disculpa al país
La víctima 656 del récord histórico de asesinatos en nuestro país no es un número, era un ser humano.
Independientemente de las causas que rodearon su muerte, esa persona merecía el respeto a su dignidad humana.
Minimizarlo a un número para la suerte del azar es un acto inmoral e inhumano, el cual genera mayor indignación, rabia y repulsión cuando proviene de un miembro del primer de la República: la diputada Ada Acuña Castro, de la fracción oficialista del Partido Progreso Social Democrático.
Esa persona, que la diputada reduce a "un lindo número para la lotería", era merecedora del mismo respeto hacia su vida y dignidad como lo tiene usted, estimado lector. También, merecen el mismo respeto y la mayor consideración sus familiares.
"La vida humana es inviolable": ¡Artículo 21 de nuestra Constitución Política doña Ada Acuña!
"Toda persona es igual ante la ley y no podrá practicarse discriminación alguna contraria a la dignidad humana": ¡Artículo 33 de nuestra Constitución Política doña Ada Acuña!
Doña Ada, sus palabras no solo ofenden y enojan. También está faltando al juramento que usted hizo al asumir su cargo de diputada de observar y defender nuestra Constitución.
Doña Ada, usted será siempre merecedora del mayor de mis respetos como ser humano y como mujer, pero no así su investidura como diputada. Una persona con tal nivel de insensibilidad e irrespeto no merece representar un país desde la Asamblea Legislativa. Usted le debe una disculpa a este país.
Sus explicaciones y justificaciones no son de recibo. No solo porque pisotean el derecho y la dignidad humana, sino porque este Gobierno que usted intenta defender no está haciendo absolutamente nada para contener esta ola de criminalidad y asesinatos.
Qué digan lo que quieran de los diputados que hicieron "el pantallazo" de la conversación del grupo de WhatsApp para evidenciar a doña Ada. Si no lo hubieran hecho, los costarricenses seguiríamos teniendo una imagen muy distinta y hasta equivocada de una servidora pública a la que le pagamos su salario y de quien lo mínimo que se espera es respeto, sensibilidad y consideración para con las víctimas de homicidios, para con sus familias y para con un país que vive asustado por esta criminalidad, inseguridad y violencia sin precedentes.
Las justificaciones de la diputada nunca serán de recibo. Lastiman y tocan la sensibilidad de un país que, además, vive asustado.