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No fracasó, lo invisibilizaron: el fútbol femenino merece cancha y estructura

Por Agencia | 16 de May. 2025 | 4:37 am

Todavía siento el nudo en la garganta de aquel 16 de diciembre de 2019. Más de 16.900 personas llenaron el Estadio Alejandro Morera Soto para presenciar la final del Torneo de Clausura Femenino entre Liga Deportiva Alajuelense y el Deportivo Saprissa. Yo trabajaba en Saprissa, junto a un equipo de mercadeo que no solo tenía la ilusión, sino sobre todo la convicción de hacer algo significativo por el fútbol femenino. Y aunque esa noche no levantamos el trofeo, ganamos algo mucho más poderoso: visibilizar la invisibilización de la mujer. Las entradas no se regalaron. Se vendieron. Y muchas personas se quedaron afuera. Fue una prueba irrefutable de que cuando se mueven las fibras de la afición, el fútbol femenino en Costa Rica puede emocionar, movilizar y demostrar que también puede ser rentable.

Esa noche fue también el resultado de una campaña estratégica que habíamos gestado desde Saprissa, bajo la premisa “Lo que no se nombra no existe”. Una campaña creativa, desarrollada por la agencia Garnier, con una fuerte carga simbólica: quitamos la letra "A" del nombre Saprissa en todas nuestras plataformas. Porque sin la A, Saprissa no existe. Y sin mujeres, el fútbol tampoco. El objetivo era visibilizar una realidad: el equipo femenino no tenía patrocinadores, jugaba en canchas deplorables, en horarios complicados, no tenía relevancia mediática y apenas si recibía cobertura en nuestras propias redes.

La campaña fue lanzada el 8 de marzo de 2019, en el marco del Día Internacional de la Mujer. Nos aliamos con figuras públicas, periodistas, exjugadores y referentes nacionales que también invisibilizaron la letra “A” de sus perfiles. La conversación creció de forma orgánica, se volvió tendencia en redes y culminó con un mural en el estadio, donde Daniela Cruz, capitana del equipo femenino, devolvió simbólicamente la “A” a Saprissa.

¿El resultado? Una transformación tangible. Pasamos de tener partidos con apenas 100 personas en las gradas, a registrar entre 4 mil y 6 mil asistentes en juegos regulares. Logramos que TD+ transmitiera los partidos y que los medios nacionales cubrieran al equipo femenino semana a semana. Y quizá lo más relevante: conseguimos nueve patrocinadores nuevos, entre ellos marcas como Gatorade, Bayer y Cabletica.

El equipo pasó de ser un gasto a autofinanciar gran parte de su operación. Las jugadoras dejaron de usar uniformes heredados y de viajar en condiciones precarias, para contar con transporte nacional, atención médica, becas educativas y espacio en el Estadio Ricardo Saprissa para disputar algunos partidos.

En redes sociales construimos la equidad en visibilizar las historias de las jugadoras, sus luchas y realidades lo cual sumaba al storytelling de lo que pretendíamos lograr. La campaña fue tan potente que, en 2019, recibió un Oro en la categoría de Marketing Estacional y una Plata en Impacto Positivo Social en los premios Effie, reconociendo no solo su creatividad, sino su capacidad de generar resultados concretos y sostenibles.

Todo este movimiento me dejó claro que el fútbol femenino no necesita lástima, necesita estrategia. Y una estrategia comienza por una visión clara de largo plazo, acompañada de estructura, narrativa, datos y profesionalización.

Hoy, el contexto es diferente pero igual de desafiante. Según un reciente artículo de El Financiero el fútbol femenino costarricense atraviesa una de sus peores crisis. Equipos que se retiran, torneos que se cancelan, patrocinadores que se van, derechos de transmisión que se pierden y federaciones que prometen reestructuraciones sin claridad.

No todo debería estar perdido. El “FIFA Women’s Football Benchmarking Report 2023” ofrece datos reveladores que deben guiar las decisiones en este metro cuadrado:
Rentabilidad limitada, pero en crecimiento

  • Solo el 12% de los clubes femeninos en el mundo reportan ganancias. Un 59% opera con pérdidas, pero esto es natural en industrias emergentes como el fútbol femenino. El modelo debe entenderse como una startup deportiva que requiere inversión sostenida antes de alcanzar la rentabilidad.
  • El poder de una estrategia comercial escrita. Los clubes que cuentan con una estrategia comercial documentada generan ingresos promedio de $2.7 millones, frente a $1.1 millones en clubes sin estrategia. Esto demuestra que profesionalizar la gestión comercial puede duplicar los ingresos del área.
  • Transmisión estratégica = más patrocinadores. Los clubes cuyas ligas se transmiten por canales de pago (pay TV) tienen en promedio 21 patrocinadores, frente a solo 3 en ligas que se transmiten por televisión abierta. No es solo la visibilidad, sino el valor del contenido, lo que atrae inversión.
  • El tamaño del equipo administrativo sí importa. Los clubes que cuentan con 25 o más personas en su staff tienen el doble de asistencia promedio (1.043 vs 551 espectadores) que aquellos con menos de 10 personas.
  • Clubes independientes pueden ser más rentables. Los clubes femeninos independientes generan, en promedio, un 19% más de ingresos ($893.000 vs $748.000) que aquellos afiliados a equipos masculinos, gracias a su mayor autonomía comercial y operativa.
  • La profesionalización es la base para crecer. Solo el 23% de los entrenadores en el fútbol femenino son mujeres, y la mayoría de contratos tienen una duración inferior a 12 meses. Las ligas más exitosas aplican sistemas de licenciamiento, políticas de salvaguarda y contratación profesional estable.
  • Las experiencias aumentan la asistencia. Jugar partidos en estadios alternativos, ofrecer entradas de temporada y organizar eventos especiales puede llegar a triplicar la asistencia promedio.

Además, ejemplos recientes como el de la liga femenina española, retratado en el documental de Netflix "Campeonas", nos recuerdan que en todos lados se empieza desde abajo. Esa liga enfrentó condiciones precarias, desigualdad estructural y una lucha constante por el reconocimiento. Pero con organización, presión colectiva y narrativa fuerte, lograron profesionalizarse, establecer mínimos salariales, negociar derechos de imagen y elevar su visibilidad. Hoy, clubes como el FC Barcelona Femení juegan con estadios llenos y acuerdos comerciales multimillonarios. No llegaron ahí por inercia, sino por estrategia, estructura, convicción y mucho trabajo.

¿Qué podemos hacer entonces en Costa Rica?

Estas son algunas de las acciones urgentes que considero necesarias para transformar el presente del fútbol femenino costarricense en una plataforma sostenible y competitiva:

  • Profesionalizar la liga. Implementar licencias obligatorias para los clubes, seguridad social para las jugadoras y condiciones salariales mínimas. Este enfoque asegura que solo las instituciones con proyectos sólidos accedan a la primera división, elevando el estándar general de la competencia. El fútbol femenino será tan fuerte como su club más débil.
  •  Aumentar visibilidad y alcance. Alinear los calendarios del fútbol masculino y femenino permitiría reducir costos de transmisión mediante jornadas dobles, y aprovechar estas sinergias para crear estrategias promocionales que incentiven la asistencia y el consumo del torneo.
  • Desarrollar una estrategia de contenidos unificada. El fútbol femenino tiene una narrativa poderosa: valores, impacto social y desarrollo humano. Es clave aprovechar el alcance digital de todos los clubes para amplificar estos mensajes bajo una línea editorial común.
  • Diseñar torneos especiales que generen valor. Competencias como la Copa Igualdad o torneos regionales pueden garantizar presencia durante todo el año, atraer a nuevas audiencias y convertirse en vitrinas de talento emergente.
  • Robustecer la institucionalidad. Fortalecer la estructura de la disciplina a través de alianzas con universidades, municipalidades y organismos internacionales, consolidando así una identidad fuerte y propia del fútbol femenino costarricense.
  • Crear una plataforma conjunta de ecommerce. Una solución tecnológica compartida puede reducir costos logísticos para los clubes y abrir nuevas fuentes de ingresos a través de la venta de productos oficiales.
  • Impulsar el liderazgo femenino. Fomentar la presencia de mujeres en posiciones de dirección técnica, gerencias y órganos de decisión es esencial para lograr una industria diversa, representativa y con visión a largo plazo.

En resumen, el fútbol femenino puede ser negocio, puede ser transformación social, puede ser inspiración para miles de niñas. Pero no lo lograremos si seguimos operando desde la improvisación o esperando que alguien más lo solucione.

Lo que no se nombra no existe. Pero lo que se nombra con estrategia, personas, acción y convicción… transforma.

Y en eso, todavía estamos a tiempo.

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