Ni una seguidilla de tragedias pudo acabar con su sueño de ser ingeniero
Quedó con varias secuelas.

(CRHoy.com).- Luis Alejandro Álvarez se acaba de graduar como ingeniero civil. Es un logro que muchos obtienen, pero el camino que él recorrió para alcanzarlo, nadie se lo imagina. Tuvo un accidente de tránsito que lo dejó con secuelas, le arrebató a su padre y lo obligó a empezar de cero, cuando era apenas un adolescente.
La tarde de ese 23 de diciembre del 2004 marcó para siempre a este hombre y a su familia. Él, sus padres y su hermano viajaban por Barra Honda, cuando su papá perdió el control del carro y chocó de manera aparatosa.
"Yo tenía 15 años. Estuve un mes en estado de coma y cuando recuperé la consciencia, desperté con secuelas de un traumatismo craneoencefálico, me golpeé el lado izquierdo del cerebro y me afectó el lado derecho del cuerpo. No podía hablar. Recuerdo haber visto a mi papá al lado de mi cama, no me dijo nada, pero estaba ahí, viéndome", recordó.
Cuando abrió sus ojos en el albergue del Instituto Nacional de Seguros (INS), vio a su mamá en silla de ruedas y le contó que tuvieron un grave accidente y le dijo que su papá estaba en otra cama en el mismo centro médico. A su hermano de 8 años le hicieron una reconstrucción facial y su primo fue el que llevó la mejor parte, con una fractura en un brazo.
"Me empezaron a dar terapia física, ocupacional y de lenguaje y cuando empecé a hablar, le dije a mi mamá que había visto a papi. Ella me dijo ‘seguro lo soñaste porque él está inconsciente'. Se me acabó la póliza del INS y me pasaron al Cenare, donde seguí la recuperación y cuando estaba más recuperado, me contaron que en el accidente mi papá murió, en la madrugada del 24 de diciembre. Eso fue lo que más nos afectó", relató.
Casi 15 días después, Alejandro salió del Centro Nacional de Rehabilitación (Cenare), con una andadera y con muchas dificultades físicas. Sin embargo, era apenas el inicio de muchas situaciones difíciles que tendría que enfrentar.
"Mi papá era la única entrada económica de la familia. Mi mamá era ama de casa y mi hermano y yo éramos estudiantes. Un mes después de Semana Santa del 2005, yo pude volver al colegio como oyente, me seguían llevando a rehabilitación y así estuve varios meses. Ya en el 2006 lo retomé, con muy buenas notas y recuperé mi autonomía. Como tenía dificultades con la mano derecha, me hice zurdo y quedé con una dificultad en la motora fina", añadió.
Este vecino de Coronado logró graduarse como bachiller y en el 2008 ingresó a una universidad privada, gracias a una beca por sus buenas calificaciones y a un préstamo que solicitó.
Las dificultades
"Recuerdo que el profesor de Cálculo me decía ‘usted sí es carga, con todo eso que le pasó'. Tuve una complicaciones y a Conape le recortaron el presupuesto en el 2011 y tuve que buscar trabajo, no me salía y yo le echaba la culpa a lo que yo tenía. No pude retomar los estudios hasta el 2017 después de que me dieron trabajo en una cooperativa, porque uno trabajando no puede matricular todo y perdí algunas materias", citó.
A raíz del accidente, su madre quedó con una pensión que apenas le alcanza para vivir. Alejandro y su hermano Alberto tuvieron apoyo hasta que cumplieron 25 años, porque se mantenían estudiando, pero ya no cuentan con él.
"Para mi mamá fue muy difícil. Volvimos a nuestra casa propia, pero tuvimos que alquilarla. Nosotros hemos retomado nuestra vida, pero se nos vino el mundo encima. Los inquilinos han intentado adueñarse de mi casa y no hemos podido sacarlos aún hoy, ha sido proceso tras proceso. Actualmente mi hermano está trabajando, pero antes solo teníamos la pensión de mami y fue muy difícil, pagando alquiler, recibos, pero comida no, porque no alcanzaban las 3 cosas. El abogado no porque no podíamos pagarlo y la casa estaba a nombre de mi papá y tuvimos que pedir un sucesorio. La justicia pronta y cumplida es una gran ilusión", expresó.
Luis Alejandro reconoce que lo del accidente lo enfrentó con tanta fuerza que, en algún momento sintió que el mundo se le vino encima y fue cuando buscó de Dios.
"En jornadas de vida cristiana de la iglesia católica, Dios me ayudó a sanar, a sobrellevar la carga, retomé la universidad y el 31 de agosto pasado me gradué como ingeniero civil. Yo doy mi testimonio y aquí estamos", apuntó.
Según Álvarez, su hermano Alberto se graduó primero que él, como administrador de empresas y le creó un plan de negocios para que montara su propio emprendimiento, que espera que la gente apoye.
"Es una constructora, también hacemos remodelaciones. Hasta ahora no me ha salido nada grande. Los primeros años fueron muy difíciles. Mi mamá fue mi fuerza y la de mi hermano. Necesito trabajo porque estoy pagando Conape, nosotros alquilamos", enfatizó.
Este hombre de 32 años escribió un libro titulado "Mi dulce dolor, señales de Dios", donde cuenta su testimonio.
Si usted desea contactar a Luis Alejando puede hacerlo al teléfono 8765-6976
Yo soy testigo del amor de Dios. Me gustaría casarme y tener hijos. Anhelo tener una chiquita para que sea la niña de mis ojos, que es lo que más anhelo. Quiero que mi mamá vuelva a ser feliz como antes. Me gustaría pedirle a las empresas que me den la oportunidad de trabajar en mi rama, ya que me ha costado tanto conseguir trabajo. Mi testimonio ahí viene en mi libro, como Lucas 1:37… ‘No hay nada imposible para Dios'.