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“Ni haber servido en el ejército lo protege”: el miedo de la hija de un costarricense por las redadas

Por Gustavo Arias | 14 de Jun. 2025 | 11:40 am

A Sara (seudónimo) le tiembla un poco la voz cuando habla de su papá.

Don Álvaro (seudónimo) tiene 60 años. Nació en Costa Rica, pero es ciudadano estadounidense. Sirvió en el ejército. Llegó a Estados Unidos cuando tenía apenas 9, arrastrado por el sueño de un padre que emigró en los años 70 con la esperanza de ofrecerle una vida mejor a su familia. A ese país le entregó su juventud, su salud, su lealtad. Ahora su hija le ruega que no salga a la calle sin una copia de su pasaporte.

"Yo le digo: ‘Papi, tenga una foto de su pasaporte en el teléfono’. Y él solo me contesta: ‘No, macha, tranquila. Yo serví en el ejército. Yo soy ciudadano’. Pero eso ahorita no importa", dice Sara.

Viven en California, donde ella nació y creció entre salvadoreños, mexicanos y pocos ticos. Sin embargo, en los últimos días, la vida en el barrio cambió de golpe. "Es como la película donde sale Thanos, que hace así con los dedos… y no queda nadie", dice.

Don Álvaro sirvió en el ejército de Estados Unidos por voluntad propia. Porque, aunque su madre soñaba con verlo en la universidad, él decidió uniformarse y decirle sí a un país que todavía no era del todo suyo. "Yo siempre le digo: ‘Usted ni siquiera nació aquí y dijo: voy a servir a este país’".

La familia llegó en los años 70. El abuelo de Sara trabajó en fábricas, perdió medio dedo en una máquina y, aun así, fue a trabajar al día siguiente. Vivió épocas de temor, con campanadas que anunciaban la llegada de la migra, con documentos rotos en su cara por agentes fronterizos que le gritaban a su esposa que callara a su bebé.

"Este miedo no es nuevo", dice. "Pero ahora es peor".

Según Sara, en las calles, ya no hay vendedores de tacos. No hay niños corriendo. No hay gente en las aceras. Hay silencio, patrullas y agentes del ICE (Servicio de Control de Inmigración y Aduanas) vestidos de civil, entrando a tiendas, a iglesias, a escuelas.

"No importa si usted tiene papeles. No importa si dice que es ciudadano. Los están agarrando en la calle, los tiran en carros y se los llevan. Días después se dan cuenta: ‘ah, sí, usted sí es ciudadano’. Pero ya lo traumaron. Ya lo hicieron pasar por todo eso".

Sara es maestra. Tiene una maestría en Educación. Dice que le debe todo a su papá y a su abuelo. Que no estaría donde está si no fuera por sus sacrificios. Pero ahora vive con miedo. Miedo de que un día su papá no regrese.

"Yo tengo miedo. Miedo de no encontrarlo. Porque no es que te detienen y te dicen ‘va a estar aquí’. No. Se lo llevan y nadie sabe dónde está. Pasan días buscando, hasta que alguien te dice ‘ah, está en tal lugar’. Y uno se pregunta: ¿Cómo llegó ahí?".

Este sábado es el cumpleaños del presidente, Donald Trump. Hay protestas convocadas. Y también una amenaza: si hay manifestaciones, habrá uso de la fuerza. Esa amenaza le resuena en la cabeza a Sara.

"Yo le dije a mi papá: no salgas. Si necesitas algo, que vaya otro. Porque nos están cazando".

"Están deteniendo padres incluso en las graduaciones de los hijos. Y nadie dice nada. ¿Qué clase de país es este?", pregunta Sara.

Después, guarda silencio.

Tal vez está recordando a su abuelo, recogiendo los papeles rotos del suelo. A su papá, marchando con uniforme. A ella misma, diciéndole que no importa lo que haya hecho, que el miedo ya entró por la puerta y no se quiere ir.

"Mi papá siempre dice que no se ve mojado. Y yo le digo: eso no importa. Usted tiene café en la cara. Usted está morenito. Y con eso basta".

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