Tico acompañó a María Corina Machado en Oslo tras recibir Nobel de la Paz y así relató experiencia
El costarricense Álvaro Salas Castro, presidente y CEO de la Fundación Reynolds Foundation y presidente de la junta directiva de Democracy Lab, acompañó a la líder venezolana María Corina Machado en Oslo, tras recibir el Premio Nobel de la Paz.
Machado reapareció públicamente en la capital noruega luego de más de un año en paradero desconocido, en lo que significó su primera aparición pública desde enero.
En una entrevista con este medio, así relató Salas su encuentro con la dirigente venezolana.
¿Cómo vivió el momento del abrazo con María Corina Machado?
El abrazo con María Corina fue profundamente emotivo. Fue el primero de muchos en esos días, pero también el más significativo. Ocurrió cuando ella se presentó en el balcón del Gran Hotel Oslo, un lugar cargado de simbolismo, donde tradicionalmente se presentan los premios Nobel. Ese gesto tuvo un peso enorme, especialmente porque ella no había podido llegar a su propia ceremonia.
Su salida de Venezuela fue extremadamente peligrosa. Tuvo que moverse de forma clandestina, esconderse en botes y transitar por rutas militares, mientras era activamente buscada con la intención de detenerla, torturarla o asesinarla, como ha ocurrido con tantos disidentes políticos en Venezuela. Logró escapar y llegar a Oslo.
¿Qué cree que representa la presencia de María Corina Machado en Oslo, tanto en lo simbólico como en lo práctico?
La presencia de María Corina Machado en Oslo representa la lucha por la libertad de todos los latinoamericanos, pero sobre todo de los venezolanos, de más de ocho millones que hoy viven en el exilio como consecuencia de la narcodictadura de Nicolás Maduro.
Representa un faro de luz en medio del caos, de la hiperinflación, de la hambruna y de los cientos de presos políticos que hoy están siendo torturados en cárceles como El Helicoide. Representa también el rol de la mujer latinoamericana que, ante toda dificultad, con coraje, inteligencia y estrategia, se levanta y lidera.
Es un símbolo histórico de resiliencia y de combate frontal contra el autoritarismo.
En lo práctico, pone en jaque mate a la dictadura de Maduro y coloca ante los ojos de la comunidad internacional todos los abusos de derechos humanos cometidos por este régimen. Por primera vez en muchos años, el discurso del presidente del Comité Nórdico del Premio Nobel fue muy tajante al pedir la salida de Maduro como ocupante ilegítimo del poder y exigir la restauración inmediata del presidente electo Edmundo González.
Además, aclara cualquier duda sobre la fuerza, la salud y la continuidad de este movimiento que inició con Leopoldo López, pasó por su encarcelamiento —donde Lilian Tintori fue clave—, siguió con su exilio en Madrid y hoy tiene a María Corina al frente del proceso.
Por primera vez se ve a la oposición unida y respaldada internacionalmente, tanto en lo diplomático como en lo militar. Venezuela ya fue invadida: fue invadida por el comunismo y el autoritarismo. Ahora, el único camino que queda es la libertad.
Desde su perspectiva como costarricense observando el caso venezolano, ¿Qué enseñanzas podría sacar Costa Rica de esta situación?
Las enseñanzas para Costa Rica son clarísimas. La libertad es como el oxígeno: uno no piensa en él hasta que hace falta, hasta que ya no lo tenés.
En Costa Rica ya estamos viendo rasgos de autoritarismo, divisiones profundas, polarización, una retórica cada vez más agresiva contra la prensa libre, el uso desmedido del poder y de las instituciones del aparato estatal, incluso para fiscalizar negocios o influir en el mercado. También vemos el desprestigio constante a la separación de poderes, al Estado de derecho y al imperio de la ley.
Estos son avisos claros de que las cosas pueden salirse de las manos si los ciudadanos no se mantienen vigilantes frente al tamaño del Estado y, sobre todo, frente a su ineficiencia.
Hoy la seguridad es el principal problema del país y vivimos en un narcoestado. Las similitudes están ahí y, si no hacemos correcciones inmediatas, podemos terminar en un destino muy parecido al de Venezuela.
Hoy, más que nunca, las personas de bien tienen que levantarse contra el autoritarismo y luchar por una Costa Rica libre y en paz.
¿Qué espera que ocurra a partir de ahora? ¿Qué cambios vislumbra para Venezuela, los exiliados y la oposición tras este reconocimiento internacional?
Espero un despliegue táctico de presión internacional que ponga contra las cuerdas a Nicolás Maduro y a los generales de este régimen. Ese proceso, lamentablemente, puede generar tensiones fuertes y sufrimiento civil, pero es parte de la realidad de cualquier transición bajo una dictadura.
Esto va a dividir a la comunidad internacional, pero dentro de Venezuela hay un respaldo muy fuerte a que algo cambie.
Venezuela fue invadida por grupos terroristas como Hamás y Hezbolá, por narcoguerrillas colombianas, por Irán, Rusia y operadores cubanos que participaron directamente en la represión y el fraude electoral.
Lo que viene ahora es una transición hacia la libertad. Será compleja, con tensiones, pero puede generar divisiones internas dentro del régimen que permitan una salida lo menos sangrienta posible.
Desde su experiencia personal, ¿qué le deja vivir todo esto de primera mano?
Me deja claro que la libertad es muy frágil y que en una generación se puede perder. Si no mantenemos los ojos abiertos, si no participamos activamente y no nos informamos, la podemos perder.
En Costa Rica ya la estamos perdiendo, no ante comunistas o marxistas, sino ante los narcos y un aparato estatal que no está resolviendo los problemas de los ciudadanos.
El momento de levantarse es ahora.
