¿Quién remplazará al papa Francisco? 8 perfiles encabezan la disputa entre reformistas y conservadores
Aunque el mundo aún llora a Francisco tras su muerte anunciada este lunes, en los pasillos del Vaticano la tristeza se entremezcla con la tensión desde hace bastante tiempo. Bajo la cúpula de Miguel Ángel, donde pronto se cerrarán las puertas para elegir a un nuevo pontífice, se cocina una batalla sin cuartel. No por un título, sino por el rumbo de la Iglesia católica.
Dos bandos, dos visiones del mundo, dos Iglesias. De un lado, los reformistas, herederos del espíritu de Francisco, pero con divisiones internas sobre cuán profundos deben ser los cambios. Del otro, los conservadores, decididos a revertir lo que consideran una era de ambigüedad doctrinal y caos interno. Así encuentra la aritmética del poder a la muerte del papa y estos son los nombres que desde ya se escuchan como las principales opciones para ocupar el puesto que deja el argentino.
El bando de Francisco
El bando reformista, herederos del legado de Francisco, busca continuar la obra de su pontificado con una visión renovada de la Iglesia, más inclusiva y global.
Sin embargo, dentro de este grupo también existen diferencias significativas sobre cómo interpretar la "revolución" de Francisco y hasta qué punto se deben hacer ajustes a las enseñanzas y tradiciones establecidas.
En este espacio, se encuentran figuras que van desde los moderados, que promueven un equilibrio entre tradición y modernidad, hasta los más audaces, que buscan un cambio profundo en la estructura y la doctrina de la Iglesia. Estos son los nombres más importantes dentro del bando reformista:
Matteo Zuppi: el "Francisco italiano"
Arzobispo de Bolonia, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana. Zuppi es una figura central del progresismo católico europeo. Formado en la Comunidad de San Egidio, una organización laica con fuerte vocación pacifista y de mediación en conflictos internacionales, Zuppi ha sido apodado el "Francisco italiano".
Su cercanía con el pueblo, su trabajo con inmigrantes, su tono conciliador, pero firme en temas sociales —como la pobreza y la migración— lo hacen un candidato fuerte para quienes buscan una continuidad pastoral con rostro europeo. Sin embargo, su debilidad está en la Curia: no todos lo ven con experiencia suficiente para manejar el aparato vaticano.
Jean-Claude Hollerich: el más atrevido
Jesuita, como Francisco, y arzobispo de Luxemburgo. Hollerich es el rostro más audaz del ala reformista. Ha planteado, con valentía poco habitual en la jerarquía, la necesidad de revisar la doctrina sobre la homosexualidad, de abrir el diálogo sobre el celibato sacerdotal, y de avanzar en la reflexión sobre el rol de la mujer en la Iglesia.
Políglota, su perfil internacional seduce a quienes quieren una Iglesia verdaderamente global. Pero para muchos cardenales conservadores, sus posturas rozan la herejía. Eso le da fuerza en un bando y vuelve débil en el otro.
Leonardo Ulrich Steine: la opción brasileña
Arzobispo de Manaos y primer cardenal nombrado en la Amazonía profunda, Steiner es uno de los símbolos más potentes del giro pastoral y ecológico impulsado por Francisco. Cercano a los pueblos originarios y defensor del medioambiente, ha hecho de la sencillez, la justicia social y la opción por los pobres sus principales banderas. Su labor durante la pandemia y sus críticas al gobierno de Bolsonaro lo consolidaron como una figura respetada por su compromiso ético y pastoral.
En el terreno eclesial, apoya reformas como el celibato opcional en contextos específicos y una mayor participación de la mujer en la Iglesia. Aunque tiene menos visibilidad global que otros cardenales, su perfil pastoral, su conexión con las periferias y su fidelidad al proyecto de Francisco lo convierten en una opción de consenso si los bloques progresistas buscan una figura sin polarizaciones.
Luis Antonio Tagle: el heredero del progresismo
Filipino, teólogo y políglota. Tagle fue durante años el gran favorito de quienes soñaban con un papa asiático.
Fue arzobispo de Manila y, más tarde, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, un puesto clave que lo convirtió en una especie de "ministro de misiones" del Vaticano. Francisco lo admiraba profundamente, y lo promovió al círculo más íntimo de la Curia.
Tagle cuenta con una solidez doctrinal poco común entre los reformistas. No es rupturista como Hollerich ni tan enfocado en lo ambiental como Barreto, pero tiene una visión de Iglesia abierta y dialogante.
Sin embargo, ha perdido algo de protagonismo en los últimos años. Desde su traslado a Roma, ha tenido menos exposición pública y no ha liderado ningún bloque. Algunos lo ven como el "príncipe heredero" que nunca asumió el trono.
Aun así, es un nombre que podría resurgir en un escenario de consenso, especialmente si se busca un perfil que equilibre tradición y renovación.
El bando conservador: la restauración como bandera
En la otra esquina, los conservadores aguardan con el sigilo de los que saben esperar su momento. Su apuesta es clara: revertir el legado de Francisco y restaurar una Iglesia más vertical, más doctrinal, más "ordenada".
Con una visión profundamente arraigada en la tradición, este grupo busca reconducir la Iglesia hacia lo que consideran sus principios fundamentales. El desafío será encontrar un líder que logre reunir el apoyo necesario para enfrentar la división interna y la presión externa. Estos son los nombres más destacados dentro del bando conservador:
Péter Erdo: el candidato de la "normalidad"
Arzobispo de Budapest y doctor en derecho canónico y civil, Erdo no es un agitador, es un estratega. Tiene perfil papable desde el cónclave de 2013.
Conservador doctrinal, firme defensor de la tradición, su fortaleza está en su capacidad de agradar a diferentes corrientes sin parecer radical. Es, para muchos, el candidato de la "normalidad" tras años de agitación.
Tiene una base sólida en Europa del Este, simpatías en América y es considerado aceptable por muchos "moderados". Su debilidad: no tiene aliados visibles en los sectores más progresistas.
Raymond Burke: el exiliado por Francisco
Exiliado de facto por Francisco tras años de confrontación abierta. Exprefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, el cardenal estadounidense Burke representa el núcleo más duro del conservadurismo eclesial.
Se opuso ferozmente a la comunión para divorciados, cuestionó públicamente la autoridad del papa y fue símbolo del ala que acusaba a Francisco de "confundir a los fieles".
Tiene un pequeño, pero leal, grupo de seguidores, y es clave en la operación para frenar cualquier perfil progresista. Si no puede ganar, intentará vetar.
Robert Sarah: la apuesta africana
Originario de Guinea, exprefecto del Culto Divino, Sarah es una figura singular. Conservador litúrgico, crítico del modernismo, su defensa del silencio, la oración y la tradición lo han convertido en un referente para muchos fieles que sienten que la Iglesia se ha diluido.
Su estilo austero, casi monástico, contrasta con el dinamismo político del Vaticano. Tiene gran influencia en África, una región cada vez más relevante en la demografía católica.
Willem Jacobus Eijk: el cardenal de los no negociables
Arzobispo de Utrecht y doctor en medicina además de teología moral, Eijk es uno de los más firmes defensores de la ortodoxia doctrinal en Europa. Ha sido una voz crítica frente a los intentos de reforma dentro de la Iglesia, especialmente en temas como la comunión para divorciados vueltos a casar o la bendición de parejas del mismo sexo. No teme hablar claro: llegó a acusar a la jerarquía de sembrar confusión doctrinal y a advertir que ciertas posturas pueden poner en riesgo la fe de los fieles.












