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La capital que podría dejar de serlo: Teherán se queda sin agua

Por Gustavo Arias | 22 de Nov. 2025 | 5:11 am

Si tiene solo unos segundos, lea estas líneas:

  • Teherán enfrenta su peor crisis hídrica en seis décadas: represas casi vacías, lluvias mínimas y un suelo que se hunde hasta 30 cm al año, poniendo en riesgo infraestructuras clave.
  • El presidente Pezeshkian lanzó una advertencia inédita: evacuar la capital si no llueve antes de diciembre y reactivó el plan de trasladar el centro político del país hacia la costa de Makran.
  • Con escasez extrema y costos millonarios que vuelven inviable una mudanza rápida, Irán acelera medidas de emergencia como desalinización masiva, siembra de nubes y fuertes recortes en el consumo.

 

Teherán, la capital de Irán, avanza hacia un punto límite. Los embalses se vacían, el terreno se hunde y las lluvias casi desaparecen. En medio de esa tormenta perfecta, el presidente lanzó un ultimátum que sonó a advertencia apocalíptica: si no cae agua antes de diciembre, "habrá que evacuar la ciudad".

La frase abrió una pregunta que hasta hace poco parecía impensable: ¿puede una capital quedar tan cerca del colapso que su único futuro sea mudarse hacia la costa?

Una ciudad al borde del desabastecimiento

La magnitud del problema no tiene precedentes. Las reservas de agua que sostienen a Teherán caen a niveles que no se veían desde hace 60 años. Doce de las represas más importantes del país operan con menos del 10% de su capacidad. El embalse Amir Kabir, pieza clave del sistema hídrico capitalino, ronda el 5%. Las autoridades describen un escenario "crítico y de alto riesgo".

El último año hidrológico también deja un registro alarmante. En la capital cayó solo 1 mm de lluvia, una reducción del 96% respecto al promedio histórico. La escasez alcanza a 19 provincias.

Un modelo que llegó al límite

El clima explica parte del desastre, pero no su raíz. Especialistas en gestión hídrica señalan a decisiones que no tomaron en cuenta los límites del territorio.

La agricultura absorbe más del 90% del agua disponible en Irán. El país busca autosuficiencia alimentaria, pero deja poco margen para el uso doméstico e industrial.

A eso se suma el crecimiento descontrolado de la capital. La llanura de Teherán se diseñó para unos cinco millones de habitantes y ahora soporta cerca de 18 millones. Esa sobrecarga tensiona servicios, infraestructura y acuíferos.

El resultado es visible en el suelo. El terreno se hunde entre 20 y 30 centímetros por año en varias zonas por la sobreexplotación de fuentes subterráneas. Esa subsidencia amenaza obras clave como el Aeropuerto Internacional Imán Jomeini y parte del metro.

El ultimátum de Pezeshkian

En medio de esta crisis, el presidente Masoud Pezeshkian lanzó un mensaje que recorrió el país. Afirmó que, si no llueve antes de diciembre, "no quedará agua y habrá que evacuar la ciudad". La declaración encendió alarmas. La portavoz del Gobierno, Fatemeh Mohajerani, intentó calmar la reacción pública y presentó la frase como una advertencia acorde con la situación.

El debate se movió entonces hacia una idea que regresa cada cierto tiempo: trasladar la capital administrativa. La propuesta actual apunta a Makran, una región costera en el sureste, cercana al golfo de Omán. Pezeshkian afirma que Irán "no tiene más opciones" y que la reubicación ya no es un plan a largo plazo, sino una necesidad.

Makran ofrece ventajas estratégicas. Es una zona con menor riesgo sísmico y cuenta con una salida directa al océano Índico a través del puerto de Chabahar, un punto esencial para el comercio marítimo. El presidente también recalca el costo de abastecer a Teherán desde el golfo Pérsico: cada metro cúbico de agua se paga a unos 500.000 tomanes, entre $10 y $11,5.

¿Una idea imposible?

La propuesta, sin embargo, tropieza con dudas profundas. Construir una capital nueva demandaría entre $80.000 y $100.000 millones. Es una cifra fuera del alcance de un país sometido a sanciones, inflación y una economía debilitada. Además, un proyecto de esa escala tomaría al menos dos décadas y no resuelve la falta de agua que golpea a Teherán hoy.

El traslado administrativo también despierta preguntas sobre la vida real de la ciudad. Teherán concentra el poder político, los empleos, las universidades, los centros tecnológicos y la actividad financiera del país. Analistas dudan de que empresas, trabajadores y estudiantes sigan al Gobierno hacia una región lejana y menos desarrollada.

La carrera por el agua

Ante ese panorama, las autoridades apuestan también por algunas medidas inmediatas. El Gobierno impulsa un ambicioso plan de desalinización en el mar de Omán que pretende transferir 400 millones de metros cúbicos de agua por año hacia provincias del centro como Isfahán, Yazd y Semnan. La mayoría del recurso se dirige al sector industrial.

También recurre a la siembra de nubes para provocar lluvias en zonas críticas como la cuenca del lago Urmía. En la capital, la instrucción es clara: bajar el consumo doméstico en un 20% para evitar un colapso más severo.

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