Guerra híbrida rusa: ¿Qué es y por qué tiene en alerta a Alemania?
Si tiene solo unos segundos, lea estas líneas:
- Alemania acusa a Rusia de librar una "guerra híbrida" para desestabilizar su seguridad y democracia mediante ciberataques, sabotajes, desinformación e injerencia política.
- Berlín atribuye a Moscú ataques contra su sistema aéreo y campañas para interferir en elecciones, dentro de una estrategia sostenida que se intensificó por la guerra en Ucrania.
- La amenaza preocupa a toda Europa porque erosiona instituciones, eleva los costos de defensa y obliga a responder con sanciones y mayor control de seguridad sin escalar a un conflicto abierto.
En un contexto de creciente tensión en Europa, el gobierno de Alemania lanzó una dura acusación contra Rusia. Berlín sostiene que Moscú ejecuta una "guerra híbrida" que amenaza su seguridad nacional y su estabilidad democrática.
Las autoridades alemanas consideran esta estrategia como el principal desafío de seguridad para Occidente.
El Ejecutivo alemán convocó al embajador ruso para presentar una protesta formal, mientras Moscú rechazó las acusaciones y las describió como infundadas y absurdas.
Guerra híbrida: un conflicto sin fronteras claras
El concepto de guerra híbrida alude a un tipo de confrontación que combina métodos tradicionales con tácticas no convencionales. Su rasgo central consiste en borrar la frontera entre la guerra y la paz. Las operaciones avanzan sin una declaración formal de conflicto y buscan resultados políticos, sociales y económicos.
Desde el inicio de la guerra en Ucrania, varios gobiernos europeos acusan a Rusia de aplicar esta estrategia para debilitar a sus adversarios desde el interior. Las autoridades alemanas, por ejemplo, describen un conjunto de acciones que incluye ciberataques, sabotajes, campañas de desinformación e interferencia política.
En el plano digital, los ciberataques apuntan contra infraestructuras críticas y sistemas sensibles. La Oficina Federal de Seguridad de la Información de Alemania advierte que el nivel de amenaza en el ciberespacio está en un máximo histórico. En el terreno físico, Berlín ya detectó incursiones con drones cerca de instalaciones estratégicas.
La dimensión informativa también ocupa un lugar central. Las campañas de desinformación buscan influir en la opinión pública, profundizar divisiones internas y erosionar la confianza en las instituciones democráticas. En el ámbito político, la interferencia electoral apunta a desestabilizar procesos democráticos mediante campañas coordinadas en redes sociales o el apoyo indirecto a fuerzas extremistas.
La dificultad para atribuir estas acciones complica la respuesta estatal. Los ataques suelen ejecutarse a través de grupos interpuestos, lo que permite a los responsables negar cualquier implicación directa.
Los hechos que activaron la denuncia
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania identificó dos episodios que motivaron la convocatoria del embajador ruso. Ambos se relacionan con la seguridad nacional y la política interna.
El primero corresponde a un ciberataque contra la seguridad aérea alemana en agosto de 2024. Berlín atribuyó la operación al grupo APT28, conocido como Fancy Bear, vinculado al servicio de inteligencia militar ruso. Las autoridades consideraron el ataque contra el sistema de control del tráfico aéreo como una amenaza directa a la seguridad del país.
El segundo episodio alude a una campaña de interferencia electoral. Alemania afirmó que la operación, identificada como Storm 1516, buscó influir y desestabilizar las elecciones federales más recientes. El grupo habría difundido información falsa sobre políticos destacados y videos manipulados que sugerían fraude en el voto por correo.
El gobierno alemán asegura contar con pruebas sólidas de la implicación rusa, aunque evita divulgarlas para proteger el trabajo de sus servicios de inteligencia.
Una estrategia de largo aliento
El uso de tácticas híbridas por parte de Moscú no constituye un fenómeno nuevo. Sin embargo, la estrategia se intensificó de forma notable con el conflicto ucraniano. Desde su estallido en 2022, Rusia amplió su repertorio de acciones no convencionales y lo aplicó en distintos escenarios.
Previamente, uno de los casos más citados de este tipo de estrategia fue la anexión de Crimea en 2014. En ese episodio, Moscú combinó operaciones militares encubiertas con desinformación masiva y ciberataques. La ausencia de una declaración formal de guerra facilitó la negación de responsabilidades. A esto se suman los intentos de injerencia en elecciones occidentales, como las presidenciales de Estados Unidos en 2016 o las de Francia en 2017.
Algunos gobiernos europeos también incluyen los asesinatos selectivos de opositores en el extranjero dentro de esta lógica. Entre los casos más mencionados figuran el envenenamiento de Alexander Litvinenko en el Reino Unido y el asesinato de un excomandante checheno en el parque Tiergarten de Berlín.
Alemania, como uno de los principales apoyos de Ucrania, figura entre los objetivos prioritarios de estas tácticas.
Impacto de la guerra híbrida en la seguridad europea
La expansión de la guerra híbrida atribuida a Rusia genera una honda preocupación en Europa. Los ataques contra infraestructuras y procesos democráticos representan una amenaza concreta y cotidiana. Según Berlín, el objetivo consiste en dividir a la sociedad, sembrar desconfianza y debilitar la fe en las instituciones.
Este escenario desafía los marcos clásicos de seguridad. La ambigüedad sobre la autoría de los ataques obliga a los gobiernos a debatir entre denunciar públicamente o evitar una escalada política. El riesgo, advierten expertos, radica en dejar a la sociedad expuesta y sin preparación.
Las consecuencias resultan inmediatas. Las campañas de desinformación erosionan la cohesión social. La protección de infraestructuras críticas eleva de forma sostenida los presupuestos de defensa. A esto se suma la necesidad de reforzar la defensa aérea frente a drones y otras amenazas en el flanco oriental de la OTAN.
Ante este panorama, Alemania anunció contramedidas coordinadas con sus socios europeos. El gobierno apoyará nuevas sanciones individuales contra actores implicados en actividades híbridas. Estas medidas incluyen prohibiciones de entrada en la Unión Europea y el congelamiento de activos. Berlín también reforzará el control sobre los desplazamientos de diplomáticos rusos dentro del espacio Schengen para reducir riesgos de inteligencia.
