Mundo insólito – ¿Cuál es el origen del dicho “váyase al carajo”?
En nuestro medio es muy común mandar a alguien al carajo. No obstante sonar grosero, irse al carajo es quizá el mejor de todos los mundos porque peor sería que a alguien lo mandaran a otra parte.
Aunque, viéndolo bien, sea al carajo, a la porra o a freír churros, se trata al fin y al cabo de términos peyorativos con cierto matiz para evitar los más escatológicos o sexuales que mandan al ofendido al mismo lado pero con diferente nombre.
Sin embargo, para que no haya malos entendidos, es importante dejar claro que el carajo existió y que era un lugar al cual, realmente, se podía ir.
Según los historiadores, era la canasta ubicada en el palo mayor del barco desde donde el vigía oteaba el horizonte para divisar tierra, el clima, el rumbo o bien al enemigo.
Eso fue lo que precisamente ocurrió con Rodrigo de Triana al avistar tierra y descubrir América desde un carajo, aunque luego Colón se llevara todos los laureles de la historia y Américo Vespucio la bautizara.
Es una pena, de verdad, que al célebre vigía no se le haya concedido mayor mérito sobre todo tomando en cuenta que el carajo es un sitio del barco muy incómodo, estrecho, peligroso de subir y donde la marejada se sentía como en ninguna otra parte de la nave.
Es decir, ya desde entonces no era ninguna ganga estar en el carajo y mucho menos ser enviado ahí por alguien.