Mujeres en la industria bananera: rompiendo barreras y cultivando el futuro
¿Usted es mujer y trabaja en una bananera en campo? ¿Y cómo hace? ¿Y es mamá?
Estas son solo algunas de las preguntas que he recibido constantemente en mis casi 20 años en la industria bananera. Preguntas que, en un principio, me resultaban desconcertantes porque ponían en duda mi capacidad por mi género. Con el tiempo, entendí que no eran simples interrogantes, sino un reflejo de una realidad: una mujer trabajando en el campo bananero no era la norma en la cultura del sector.
Históricamente, la producción bananera ha sido liderada por hombres. Desde su origen en Costa Rica, hace más de 100 años, la actividad se estructuró con un modelo predominantemente masculino, tanto en las plantaciones como en los niveles de toma de decisión. La imagen del trabajador bananero siempre ha estado asociada a la fuerza física, lo que ha limitado la incursión de las mujeres en labores agrícolas, de supervisión o de administración en el campo.
Sin embargo, hay mujeres que, con determinación y esfuerzo, han desafiado estos estereotipos y han dejado huella en la industria, mujeres como doña Victoria León y doña Nuria Marín, productoras bananeras que han impulsado sus fincas con visión y carácter. Otras han encontrado su espacio en áreas clave como la administración de fincas, aseguramiento de calidad, certificaciones y supervisión de plantas empacadoras. Más recientemente, algunas se han insertado en labores agrícolas de campo y de supervisión en plantaciones, aunque siguen siendo una minoría.
Constantemente me hago la misma pregunta: por qué son tan pocas las mujeres que hay en este sector a nivel de producción, la respuesta más fácil y trivial sería que es por machismo, sin embargo, la respuesta es más compleja. La falta de referentes femeninos en el sector y la escasa promoción de la industria entre las mujeres han limitado el acceso a oportunidades. A esto se suma que muchas mujeres no consideran la actividad bananera como una opción viable por los desafíos de conciliar la vida personal con un trabajo altamente demandante.
Cuando ingresé al mundo bananero, así como todos, yo tenía la necesidad de trabajar, no pensaba quedarme mucho en el cultivo, máximo 2 años, sin embargo, las personas que me contrataron el día de la entrevista me dijeron: "usted puede llegar en esta empresa hasta donde usted se lo proponga", esa frase tan sencilla y tan empoderadora fue el banderazo de salida para quitarme cualquier miedo y saber que mi destino estaba en mis manos, esa frase caló tanto en mí que al día de hoy en momentos complicados la tengo como mi mantra, y me recuerda que muchas veces nosotras mismas somos nuestra primera barrera, poco a poco yo fui encontrando mi espacio y demostrando con resultados que la capacidad no tiene género.
Generalmente me preguntan ¿cómo hice para poder desarrollarme en este sector durante tanto tiempo?, solo puedo decir que a lo largo de esta travesía la respuesta ha ido cambiando, pero, hay factores claves que siempre se repiten: constante capacitación, actualización, fortalecimiento de habilidades blandas y red de apoyo.
La capacitación, acompañamiento y coaching me llevaron a absorber todo ese conocimiento y poder formar un criterio técnico y fortalecer mis habilidades blandas. En el camino se me permitieron cometer errores, me midieron igual y no me dieron ventaja, eso fortaleció en mí el querer demostrar con mis resultados mi capacidad.
El mayor desafío ha sido equilibrar mi vida profesional con mi rol de madre de tres hijos. La industria bananera exige tiempo y compromiso, y sin una adecuada planificación, administración del tiempo y apoyo familiar, sería imposible. Pero demostrar que es factible conciliar ambos mundos es, en sí mismo, una forma de abrir camino para más mujeres en el sector. Esto me ha permitido poder seguir con mis otros roles como esposa y madre, desarrollar mi microempresa y tener tiempo para mis pasatiempos.
Hoy, vemos avances en la inclusión de mujeres en la industria, pero el camino aún es largo. Las empresas que apuesten por programas que fomenten la participación femenina en administración, supervisión y labores agrícolas tendrán una ventaja competitiva. La escasez de personal en el sector es una realidad, y la incorporación de la mujer no solo es una cuestión de equidad, sino de estrategia: las mujeres destacan por su disciplina, compromiso, arraigo y estabilidad, cualidades que el sector necesita.
El potencial femenino en la actividad bananera es enorme. Con inversión en capacitación y políticas inclusivas, podemos transformar el sector y generar oportunidades reales para las nuevas generaciones. Porque la mujer es, y debe ser, parte fundamental del presente y futuro de la industria bananera.
Ingeniera Agrónoma, departamento de Asistencia Técnica Corporación Bananera Nacional