Modelo de atracción de inversión extranjera muestra señales de agotamiento
El modelo de atracción de inversión extranjera directa (IED) de Costa Rica muestra señales de agotamiento estructural.
Expertos como Sandro Zolezzi, investigador asociado de la Universidad LEAD y research fellow de la Academia de Centroamérica, y Rodrigo Cubero, expresidente del Banco Central de Costa Rica (BCCR), sostienen que el país debe avanzar hacia un rediseño de dicho modelo.
El traslado de operaciones de multinacionales como Intel y Qorvo a Asia, la reducción de anuncios de nuevos proyectos de IED y la concentración en reinversiones de las empresas ya instaladas en el país son apenas la superficie de un fenómeno más profundo: el mundo cambió, pero Costa Rica sigue usando las mismas métricas, los mismos incentivos y la misma narrativa de hace dos décadas, sostiene Zolezzi.
A ello se suma la vulnerabilidad del país frente al viraje en las políticas de comercio exterior y de inversión extranjera por parte de Estados Unidos, menciona Cubero.
La imposición de un arancel del 15 % a las exportaciones costarricenses que ingresan a ese país, así como la posibilidad de aplicar gravámenes a los dispositivos y consumibles médicos, si la investigación abierta por la administración de Donald Trump avanza en esa dirección, agravan el panorama.
Cambio de ecuación
Zolezzi subraya que la IED global se está redefiniendo. Según el World Investment Report 2025 de la UNCTAD, los flujos de inversión hacia sectores digitales, verdes y de infraestructura crítica representan hoy más del 65 % del total, mientras que la manufactura tradicional y el ensamblaje pierden relevancia.
"Los inversionistas ya no buscan solo estabilidad macroeconómica o zonas francas; buscan ecosistemas inteligentes, talento digital, energía verde, seguridad de los datos y predictibilidad regulatoria".
Mientras tanto, el tablero geopolítico se volvió más inestable: tensiones entre China y Estados Unidos, relocalización de cadenas, incentivos fiscales en Europa y la Inflation Reduction Act aprobada en 2022 en EE. UU. han desatado una nueva "guerra fría" industrial.
En ese contexto, la competencia por IED ya no es entre países, sino entre estrategias, advierte Zolezzi.
"Costa Rica fue pionera en los noventa, pero el resto del mundo aprendió. Hoy países como República Dominicana, Colombia, Vietnam o Polonia ofrecen estabilidad política similar, pero con costos menores y políticas sectoriales de nueva generación".
Espejismo
El experto recuerda que durante años Costa Rica celebró récords de IED en montos de $4.000 millones o incluso superiores a $5.000 millones anuales.
Sin embargo, asegura que ese indicador dejó de reflejar la realidad: gran parte de esos recursos proviene de reinversiones de empresas ya establecidas, no de proyectos nuevos.
"Medir el éxito de la IED solo por el flujo en dólares es como evaluar la salud de un país únicamente por su gasto público: se ignora la calidad, el impacto y la sostenibilidad".
En su criterio, una política moderna debe preguntarse:
- ¿Qué tipo de empleo genera la inversión?
- ¿Qué transferencia tecnológica deja?
- ¿Qué encadenamientos locales produce?
- ¿Cuál es su aporte a la productividad total del país?
"Cuando estas preguntas se formulan, el panorama cambia: Costa Rica atrae inversión, sí, pero cada vez de menor impacto sistémico".
Zolezzi reconoce que el régimen de zonas francas fue —y sigue siendo— un éxito institucional, pero advierte que un modelo exitoso puede convertirse en un freno si no evoluciona.
"Durante más de dos décadas, el país confió en un conjunto de ventajas que hoy son imitables: talento bilingüe, estabilidad, incentivos fiscales y un marco de libre comercio. Pero el nuevo mapa competitivo exige diferenciación basada en propósito, innovación y reputación institucional, no solo incentivos tributarios".
El mundo está migrando hacia una IED de propósito, aquella que combina rentabilidad con impacto social, sostenibilidad y trazabilidad del valor.
Sin embargo, Costa Rica continúa midiendo resultados en términos de dólares y empleo, sin evaluar el componente cualitativo ni el efecto multiplicador.
Zolezzi sostiene que parte del problema radica en la estructura del ecosistema de promoción de inversiones.
"Los organismos responsables se han vuelto demasiado dependientes de indicadores pasados y de una visión cuantitativa del éxito. La narrativa del 'récord histórico' cada año crea la ilusión de que todo marcha bien, cuando en realidad los proyectos nuevos se han estancado".
Diversificar
Por su parte, Cubero reconoce que la estrategia de Costa Rica para atraer inversión extranjera directa ha sido muy exitosa y le ha permitido al país crecer, diversificar su estructura productiva y generar numerosos encadenamientos entre empresas extranjeras y locales.
Esos vínculos, mediante la transferencia de conocimientos y altos estándares de calidad, han incrementado la productividad de muchas empresas nacionales vinculadas a las extranjeras. Los beneficios no se limitan a esas compañías, sino que se extienden a otros sectores del aparato productivo.
No obstante, Cubero advierte que una gran parte de la IED proviene de Estados Unidos.
"Tenemos, en ese sentido, una vulnerabilidad importante ahora que las políticas estadounidenses en materia de comercio exterior e inversión extranjera están dando un viraje significativo".
El economista considera clave mantener un diálogo cercano con la administración de Trump para conservar y atraer inversión de empresas estadounidenses, y garantizar que Costa Rica reciba un trato ventajoso —o al menos no desventajoso— frente a sus competidores.
También insiste en la importancia de profundizar los lazos comerciales y de inversión con otras regiones, particularmente Europa, Asia y América Latina.
Competitividad
Cubero afirma que es fundamental que el próximo gobierno se enfoque en impulsar la competitividad nacional.
"Me refiero a promover una agenda de reformas que reduzca los costos de producción y mejore las condiciones para las empresas costarricenses, especialmente las que están fuera de zona franca y fuera de la Gran Área Metropolitana".
Entre las reformas que considera prioritarias se incluyen:
- Reducir las cargas patronales, replanteando la forma en que se financia la seguridad social.
- Disminuir las tarifas eléctricas, mediante una apertura del mercado y un nuevo modelo regulatorio.
- Mejorar la infraestructura vial y portuaria, en cantidad y calidad.
- Elevar la calidad de la educación, conectando la formación formal y técnica con las necesidades del sector productivo, y reforzando el bilingüismo y las destrezas técnicas.
- Simplificar la regulación y reducir las cargas burocráticas.
- Eliminar distorsiones financieras —como el encaje mínimo legal, peajes o cargas parafiscales— que encarecen el crédito y afectan la competitividad.
Nueva estrategia
Zolezzi detalla que Costa Rica debe migrar hacia una estrategia de calidad, no solo de cantidad.
La transformación debe comenzar por redefinir las métricas. Un nuevo marco de evaluación debería medir la IED con indicadores como:
- Productividad total de los factores en los sectores beneficiarios.
- Encadenamientos nacionales.
- Creación de capital humano avanzado.
- Innovación y patentes.
- Exportaciones de servicios de alto valor.
"En lugar de celebrar montos, deberíamos celebrar impactos multiplicadores. No es lo mismo atraer una planta ensambladora que una filial de investigación biomédica. El verdadero valor está en la complejidad del conocimiento transferido, no en la cantidad de metros cuadrados construidos".
Costa Rica podría replicar su modelo de confianza, pero requiere políticas consistentes, simplificación regulatoria y una narrativa que vincule inversión con propósito social.
"La IED no llega por casualidad: sigue señales de coherencia y futuro. Cuando un país transmite ruido político, incertidumbre normativa o desarticulación institucional, el capital se retrae, incluso si los incentivos son generosos", concluye.
