¿Más horas? No. Mejor distribuidas: la jornada 4×3
Algunos dicen que la jornada 4×3 es un retroceso laboral, pero no estoy de acuerdo. Si dejamos de lado posturas ideológicas y nos enfocamos en la realidad productiva del país, veremos que este tipo de jornada ha demostrado ser efectiva y beneficiosa para muchos trabajadores que ya la tienen y quieren seguir con ella.
Piénselo: ¿Cuántas personas que hoy trabajan 4 días a la semana querrían volver a trabajar 6 días, perdiendo 2 días de descanso y el dinero adicional por las horas extra? Los invito a preguntar a quienes ya están en jornada 4×3 y a escuchar sus opiniones.
Este no es un experimento ni una ocurrencia: la jornada 4×3 lleva años siendo una forma efectiva de organizar el trabajo. De hecho, el proyecto de ley contempla un transitorio que garantiza los derechos de quienes ya están en esta modalidad, reforzando que ha sido un modelo exitoso que procura mantenerse.
La jornada 4×3 no aumenta las horas de trabajo por semana. Los límites seguirían siendo los mismos: 48 horas en el turno diurno, 42 en el mixto y 36 en el nocturno. Lo que cambia es la distribución de esas horas. En lugar de 6 días, una persona podría trabajar 4 días de 12 horas, descansando 3 días, o bien, podría trabajar 3 días y descansar 4.
Además, esas 12 horas diarias no son todas de trabajo efectivo. El proyecto garantiza al menos 90 minutos diarios de descanso pagado, por lo que se estaría trabajando 10.5 horas, pero se pagarían las 12 horas completas.
Una de las dudas más frecuentes es si, al eliminar las horas extra, las personas ganarán menos. La respuesta es no. El proyecto establece un salario por hora más alto para el modelo 4×3, precisamente para compensar lo que hoy se paga como horas extra. En jornada diurna, el salario mínimo por hora aumentaría un 17 %, y en jornada nocturna, un 25.5 %.
Un ejemplo lo explica mejor: doña Rosa trabaja de lunes a jueves, 12 horas al día. Hoy gana ¢250.000 de salario ordinario y ¢150.000 por horas extra, sumando un total de ¢400.000. Con la jornada 4×3, seguiría ganando los mismos ¢400.000, aunque ya no reciba horas extra por separado, porque todo estará incluido en el salario ordinario ajustado. Esto tiene dos ventajas: no hay una reducción en el ingreso y el pago se vuelve más claro, sin depender de que se calculen bien las horas extra.
¿Esto es precarización? Francamente, no. Al contrario, el proyecto incluye nuevas protecciones. Además, trabajar en modalidad 4×3 es una decisión voluntaria, con un alcance limitado y controlado. Solo se permitirá en sectores específicos con procesos continuos de 24 horas, el Ministerio de Trabajo deberá autorizar su implementación, y se crearán canales para denunciar abusos.
Existen también exclusiones claras: no podrá aplicarse en labores peligrosas o insalubres, ni a mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, ni a menores de edad. Si alguien acepta pasarse a esta modalidad y luego considera que no le sirve, tendrá tres meses para regresar a su horario anterior. Las empresas también tendrán que hacer ajustes en casos de estudios, salud o responsabilidades de cuidado, y facilitar el transporte cuando no existan opciones disponibles.
¿Qué pasa si se le siguen dando largas al proyecto de ley? Se le está negando a los trabajadores el acceso a nuevas protecciones y garantías, y se frena la capacidad de sectores estratégicos para mantenerse competitivos.
El Ministerio de Trabajo ha mostrado su apoyo a la jornada 4×3 a través de diferentes áreas, como la Dirección Nacional de Inspección, el Consejo de Salud Ocupacional, la Dirección de Asuntos Jurídicos y el Departamento de Salarios. Sin embargo, creo que hace falta un respaldo más claro. El ministro debería hablar más sobre el tema, explicarlo de forma sencilla y resolver dudas.
La jornada 4×3 no obliga y no precariza. Es una alternativa controlada y voluntaria. Rechazarla sería seguir ignorando una realidad que necesita reglas claras, solo porque algunos prefieren no ver más allá de sus prejuicios o intereses políticos.