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Reportaje Especial

¡Maestra de hierro! Superó el cáncer 2 veces y ahora ayuda a otros

"Me pusieron los santos óleos y me dejaron lista solo para morirme"

Por Yaslin Cabezas | 4 de Nov. 2018 | 12:04 am

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Iris Arias superó el cáncer de mama y el de tiroides hace varios años. Pero sigue siendo ejemplo de lo que significa la palabra "hierro", llena de fortaleza e inquebrantable, que ahora lucha por ayudar a los demás.

El 20 de noviembre del 2002 esta educadora estaba impartiendo lecciones a un grupo de tercer grado de escuela. A las 4:00 p.m la llamaron para informarle que la mamografía que se había realizado días antes había revelado un cáncer. En ese momento temió lo peor: dejar a sus hijos de 12 y 14 años huérfanos.

"Yo creía que era un error, que seguro se habían equivocado en mi diagnóstico y obviamente no quería que me quitaran el seno. Pero ya la masa estaba muy extendida. No era solo luchar por mi vida, sino por ver a mis hijos crecer. Ellos todavía me necesitaban", dijo.

No tuvo mucho tiempo de asimilar la noticia. El cáncer era agresivo y había que actuar de inmediato. Rápido se sometió a una mastectomía radical y a un largo proceso de quimioterapia que la terminó de devastar.

La cirugía fue muy difícil por la parte emocional, porque yo sentía que había perdido mi feminidad. El 20 de diciembre que inicié con la quimio estaba cumpliendo 16 años de casada y en vez de entrar a una iglesia, estaba entrando al hospital Max Peralta, donde recibiría el tratamiento de la mano de mi esposo, como lo prometimos ante Dios, en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad. En esos años no hay los medicamentos que hay ahora y yo decía ‘voy a ir a que me envenenen y me vengo a morir a la casa‘. ¡Fue terrible!

Esta vecina de Cartago perdió el cabello, las cejas, las pestañas y su autoestima. El cáncer había hecho estragos en su vida y una dura y gran cicatriz le recordaba constantemente que sus días "estaban contados".

"Yo me maquillaba bien bonita, me ponía pelucas y me arreglaba mucho para ir a la quimio, pero llegar ahí y revolcarme del dolor me hacían devolverme para la casa con el maquillaje corrido, los ojos irritados, la peluca despeinado. Era algo cruel de verdad. Me pusieron los santos óleos y me dejaron lista solo para morirme. Estaba derrotada y en cada quimio decía que no iba a volver. Duraba una semana recuperándome y me levantaba para ir de nuevo", recordó.

Un sueño cumplido

En una de las citas médicas una persona le dijo que ella tenía la oportunidad de reconstruirse el pecho en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) y aunque su esposo no estuvo de acuerdo, ella decidió someterse a una nueva operación para recuperar su sonrisa y olvidar aquella cicatriz que durante 9 meses la había atormentado. 

"Recuerdo que el día de la cita, llegué con el doctor Christian Rivera, el cirujano plástico que me iba a reconstruir en el Calderón Guardia y me sentí muy mal. Estaba extremadamente gorda, sin cejas, ni pelo, ni nada y él se me quedó viendo y me dijo ‘gracias a Dios usted tiene esa pancita porque de ahí vamos a sacar todo lo que necesitamos para reconstruirla‘. Me hizo una cirugía de lujo, no se nota absolutamente nada y me pasó la panza al pecho.No hubo rechazo porque era mi propia piel, mi grasa y lo que tengo ahorita en la reconstrucción es la grasa abdominal", citó.

El oncólogo le dijo que quedaría en remisión, es decir, no curada, pero sí libre de cáncer.

"El doctor me dijo que ya yo no necesitaba más atención, no me dijo que estaba libre de enfermedad, pero me dijo que no me iba a atender más. Es difícil que se le de a uno de alta en esas condiciones, pero estoy en remisión del cáncer de mama, porque la cura contra el cáncer no existe", apuntó.

Un nuevo diagnóstico de cáncer

Increíblemente 6 años después, el 20 de noviembre del 2008, recibió la misma noticia mientras daba clases a otros niños de tercer grado un viernes. El cáncer había regresado, pero esta vez en la tiroides. 

"La misma fecha, hora y dando tercer grado. Fue como cerrar un círculo pero ese segundo diagnóstico me revolcó. Fue mucho más difícil que el primero porque yo ya sabía lo que me esperaba y tenía mucho miedo. Estaba muy debilitada de ánimo aunque el cáncer era menos peligroso e invasivo, pero me tiró al suelo", indicó.

En una nueva intervención, le quitaron una parte de la tiroides y deberá estar con un tratamiento de por vida. "Me están cuidando la parte de la tiroides que me quedó, de manera que no trabaje mucho para que no desarrolle más nódulos. Es una medicación preventiva, para cuidarme", señaló.

El libro y las asociaciones

En el proceso, esta educadora decidió escribir un libro con su historia de vida, de manera de agradecimiento a Dios por la oportunidad que le dio y a las personas que estuvieron con ella cuando más las necesitó. El libro era solo para allegados, pero rápidamente se extendió y tuvo que imprimir varios ejemplares. 

"Lo dimos en una misa de acción de gracias y por alguna razón eso se disparó y el libro se dispersó. El sacerdote que hizo la misa se conmovió mucho con la historia y fui a la iglesia de él a Tibás a contar el testimonio", afirmó.

Además decidió crear una fundación para ayudar a las víctimas de cáncer de bajos recursos y fue así como durante muchos años fue la presidenta de la Asociación Nacional Segunda Oportunidad de Vida (Anasovi).

Luego de que los traslados se complicaran, desde hace varios años fundó una nueva organización llamada Asociación Risol Sobrevivientes, donde da apoyo a las personas que pasan por esta terrible enfermedad.

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