Los exabruptos inquisidores afectan la democracia
Tanto daño le hacen a la democracia quienes utilizan la política para enriquecerse y aprovecharse de los espacios de representación ciudadana o de servicio público, como aquellos otros que señalan a todos los políticos -sin discriminar- como sinvergüenzas y deshonestos.
Los primeros desacreditan a la disciplina. Los segundos al generalizar alejan a la gente buena y correcta de la participación en una actividad indispensable en cualquier sociedad democrática: la Política.
Con frecuencia repito que la política es la madre de la democracia. Solo una sociedad que ha permitido su politización y la diversidad de criterios, opiniones, proyectos, agrupaciones, raza, religión y más, logra dar el paso hacia un sistema democrático que promueva el respeto mutuo y la libertad de espíritu y acción.
El primer paso para desacreditar la política y debilitar nuestra sólida democracia lo dan quienes con deshonestidad ejercen sus funciones. La segunda "estaca" la meten aquellos que por oportunismo y ansias de poder no escatiman en juzgar mal a todos los que se dedicaban a la política. Algo, en lo que también, los medios de comunicación han hecho un sustancial "aporte".
Hace algunos meses el Movimiento Libertario fue condenado por estafa, al fingir cursos fantasmas para mentir y cobrar deuda política al TSE. Esta semana el condenado fue el Partido Acción Ciudadana por fingir pago de salarios y servicios profesionales a sus dirigentes, para igualmente intentar estafar al TSE.
Hechos que ensucian a esos partidos y denigran la política, pero no por ello podríamos generalizar que es una actitud de todos los miembros de esos partidos. Decir eso sería lo más irracional e irresponsable, y le haríamos un gran daño a nuestra democracia.
Algunos políticos vigentes en nuestro país han salido frustrados de sus partidos ensuciando y enlodando a todos los que fueron sus correligionarios, para luego volver como si nada hubiese pasado. Inclusive regresan a proponer sus nombres como precandidatos a la Presidencia, ejemplos hay varios, uno de ellos es el actual Presidente de la Asamblea Legislativa Antonio Álvarez.
En el caso del PAC, cuando su fundador Ottón Solís fue llamado a declarar en el juicio que se le seguía a su partido, dijo frases muy duras e inclusive en actitud "talibanes" pidió que desapareciera ese partido si eran condenados por lo acaecido en el manejo de los recursos de la Campaña 2010, cuando él era el candidato a la Presidencia de la República por ese partido.
Dijo: "No me imaginaba y no quiero imaginarme que eso pueda ocurrir, hacer facturas falsas (…) si alguien lo ha hecho ojalá muera en la cárcel, sea quien sea, y si el partido es culpable, ojalá el partido desaparezca si ha hecho eso, es una estafa". (27-Julio-2016)
Recuerdo haber comentado públicamente que Solís se excedía tanto en querer castigar y enviar a la hoguera a todos los miembros del PAC, que, como cualquier otro partido, tiene gente buena y alguna no tanto. Afirme, entonces, que era exagerada su solicitud de "cadena perpetua" al pedir que "ojalá mueran en la cárcel" los culpables.
Dada la condena, Solis dosificó su discurso al respecto, pero ya antes había promovido una errada percepción de corrupción generalizada en su partido. Hoy se contradice al rectificar su posición sobre la condena. Quiso verse inflexible y recibir unos cuantos aplausos por un "acto heroico" en defensa de la ética política, pero desacreditando con generalizaciones injustas y absurdas.
La bandera de la honorabilidad que el PAC quiso ondear como propia y en ejercicio monopólico se ha oscurecido, pero no porque todos sus miembros sean deshonestos, sino porque tanto su fundador como muchos de sus miembros más que promover la ética han caminado con el dedo acusador sobre toda la clase política, acostumbrados a tildar como deshonestos a los partidos adversarios.
Mi conclusión: Hay políticos que miran la paja que hay en el ojo ajeno y no ven la viga que está en el suyo. Las palabras mal medidas en política le hacen un gran daño a la democracia, más cuando se generaliza y se promueve el descrédito de la política, de todos los políticos y de todos los partidos.
Claudio Alpízar Otoya
Politólogo