“Leer y escribir me costaba más”: la dislexia no frenó a periodista tica de alcanzar sus sueños
Su lucha contra la dislexia desde la infancia le enseñó perseverancia y le abrió el camino al periodismo

Indira Zúñiga, periodista costarricense
"Leer y escribir me costaba más que a otros niños", recuerda Indira Zúñiga. La dislexia marcó su infancia, pero también le enseñó a perseverar. Hoy, como periodista, comparte su historia para acompañar e inspirar a quienes atraviesan el mismo reto.
Desde los primeros años escolares, Indira se enfrentó a un desafío invisible pero constante. Sus padres notaron que no podía escribir bien, confundía letras —especialmente la B, D y P— y se enredaba al leer. Preocupados, solicitaron apoyo en la escuela.
"Mis papás hablaron con la profesora, pero tampoco sabían qué era. Recuerdo que llegó un profesor a la escuela para hacer una práctica, y él fue quien me refirió con un especialista. Fue él quien me dijo que tenía dislexia. Después, un psiquiatra en la CCSS me diagnosticó formalmente", relata Zúñiga.
A pesar del diagnóstico, la escuela nunca le ofreció las adecuaciones necesarias para su aprendizaje: "Mi mamá siempre peleó por mis derechos, pero nunca se logró. En la escuela no tuve mayores problemas porque me iba bien en las notas, pero mis necesidades específicas no fueron atendidas", recuerda. Según Indira, los docentes consideraban que, por tener buenas calificaciones, no necesitaba adaptaciones.
El verdadero reto apareció en la secundaria, cuando tuvo que enfrentar la prueba de redacción y ortografía del Bachillerato. Aunque los nervios eran grandes, logró superarla: "Gracias a Dios, todo salió bien", afirma.
Universidad y descubrimiento
Durante la universidad, Indira se volvió más consciente de cómo la dislexia afectaba su aprendizaje. Leer lento, comprender textos a la primera y ordenar ideas le resultaba difícil. Hablar en público y exponer su trabajo generaba ansiedad.
Además, descubrió que también enfrentaba discalculia (dificultad persistente para comprender los números y realizar operaciones matemáticas) y dificultades para escribir grandes cantidades de texto.
"Leo muy lento, muchas veces no comprendo a la primera, y ordenar mis ideas me cuesta mucho. Hablar en voz alta o exponerme me generaba ansiedad", comparte.
Con apoyo familiar y psicológico, aprendió a manejar la ansiedad y a adaptarse a su forma de aprendizaje.

Periodista es egresada de la Universidad Federada San Judas Tadeo
Presente como periodista
Hoy, Indira trabaja en el departamento digital de Telediario de Multimedios. La joven reconoce que sus miedos de infancia han dado paso a herramientas que le permiten desenvolverse con confianza.
"De pequeña me daba miedo que leyeran lo que escribía, ahora he aprendido a exponerme, siempre paso mis notas por autocorrector. La dislexia no me frenó; lo logré y me siento orgullosa de mí misma", asegura.
Su experiencia también la motivó a colaborar con la organización no gubernamental Dislexia y Familia (Disfam), que apoya a personas con dislexia en Costa Rica.
"Cuando empecé a conocer más sobre la dislexia y llegué a Disfam, gracias a Dios hemos sembrado muy buenas bases, estamos trabajando mucho y esperamos que pronto sea más grande", comenta.
¿Qué es la dislexia?
Se estima que cerca de 600.000 estudiantes de primaria y secundaria presentan alguna dificultad específica de aprendizaje. Una de las más comunes es la dislexia, un trastorno neurológico que afecta la lectura, escritura, comprensión y lenguaje.
"No se trata de falta de voluntad ni de flojera, es un tema neurológico que frena el aprendizaje y necesita apoyos adecuados", explicó Blanca Sánchez, delegada de Disfam en entrevista con CR Hoy.
Existen distintos tipos y grados de dislexia:
- Fonológica: dificultades con los sonidos de las letras.
- Superficial o visual: problemas para reconocer palabras completas.
- Mixta o profunda: combinación de ambas.
Entre los signos de alerta están la lentitud al leer o escribir, problemas de comprensión lectora y desgaste al realizar tareas de motricidad fina.
El Ministerio de Educación Pública (MEP) contempla apoyos curriculares, como otorgar más tiempo en las pruebas, permitir el uso de fotocopias, tipografías amigables, adaptar dictados, flexibilizar la calificación de ortografía y brindar estrategias alternativas para aprender.
"Las personas con dislexia sí aprenden, pero no al mismo ritmo que los demás. Lo grave es que el sistema educativo muchas veces impone un único método, sin considerar que cada estudiante aprende distinto. Eso provoca frustración y fracaso escolar", advierte Sánchez.
La especialista enfatiza que, además de apoyos institucionales, es fundamental la comprensión en el aula y el respaldo de familias y docentes: "Si les damos las herramientas necesarias, su aprendizaje puede ser excelente y gratificante. Hace falta amor en las aulas, sensibilización y apoyo", concluye.