La zona azul de la Península de Nicoya está en riesgo por tres razones
En el mundo hay cinco Zonas Azules, y la península de Nicoya es una de ellas; es decir, las personas viven más de 90 años con buena salud. De hecho, en la península, 23 de cada 100 mil personas son centenarias.
Una investigación del Centro de Investigaciones Observatorio del Desarrollo (CIOdD) de la Universidad de Costa Rica (UCR), llamada V Informe sobre las Zonas Azules, advirtió sobre una serie de desafíos que ponen en riesgo la sostenibilidad de estas áreas geográficas en el futuro.
Dicha longevidad se debe a factores culturales, sociales y ambientales, los cuales se convierten en un patrimonio. Según el informe, este debe protegerse mediante políticas públicas, educación y programas que fomenten estilos de vida saludables.
La investigación, desarrollada en el marco de la Cátedra de Envejecimiento y Sociedad de la Facultad de Medicina, analizó el estilo de vida en la península de Nicoya y destacó aquellos factores que permiten una longevidad excepcional.
Los centenarios de la península tienen un mejor perfil lipídico y glucémico que el de sus hijos, nietos y demás familiares. Además, tienen menor peso y una mejor dieta que sus parientes y los adultos de zonas urbanas del país.
Lastimosamente, en la península de Nicoya se está observando un cambio en la salud de los más jóvenes, derivado de múltiples factores, como:
- Abandono de la dieta tradicional rica en alimentos frescos y locales, dando paso a una alimentación basada en productos ultraprocesados y altos en azúcar.
- Aumento de enfermedades metabólicas como la obesidad, la diabetes tipo 2 y la hipertensión en personas menores de 50 años. Estas afecciones han aumentado en un 35 % en la última década entre menores de 40 años.
"Este panorama exige una reflexión profunda sobre la importancia de preservar los hábitos saludables que han caracterizado a esta región y que podrían perderse si no se toman medidas urgentes", indica el informe.
Desafíos para las Zonas Azules
El principal desafío destacado por los investigadores es la preservación de los hábitos alimentarios tradicionales. Con el pasar de los años, ha aumentado el consumo de alimentos ultraprocesados, lo cual amenaza las prácticas alimentarias de la región.
Es imprescindible que se desarrollen estrategias para rescatar la dieta tradicional mediante el fomento del consumo de productos autóctonos y la transmisión de conocimientos culinarios entre generaciones.
Otro desafío es el mantenimiento de hábitos saludables, como la práctica regular de ejercicio para prevenir enfermedades crónicas. Se debe fortalecer el movimiento diario, el acceso a espacios públicos adecuados y programas de actividad física inclusiva.
El tercer desafío es preservar los lazos intergeneracionales y el estilo de vida que ha sido clave para la longevidad en la península de Nicoya. Dicha forma de vivir ha estado marcada por la interacción social, el apoyo mutuo y el respeto intergeneracional.
Los cambios sociales y económicos amenazan con debilitar estos vínculos. "Es necesario reforzar los programas comunitarios existentes e implementar nuevas iniciativas que fomenten la convivencia entre generaciones, mediante actividades culturales, espacios de encuentro y el rescate de saberes tradicionales", recomiendan los investigadores.