La gran reforma educativa requerida por el país
En el año 2013-14, con participación de verdaderos líderes del pensamiento en educación, como Víctor Buján, Marielos Jiménez, María Cristina Gutiérrez, Iris Prada, Eleonora Badilla, Renata Villers, Isabel Román y Ronald Soto, y en consulta con representantes de los maestros, directores, universidades públicas y privadas, de la FOD, del INA, exministros del ramo, líderes de ONGs del sector y representantes de gobiernos estudiantiles públicos y privados, articulamos una propuesta integral de reforma educativa. La propuesta completa se puede ver en una presentación de una hora en You Tube, en el enlace https://www.youtube.com/watch?v=zkG5ZZGr9S8&t=58s.
En términos generales, empieza por tener como objetivo formar niños y jóvenes que sean:
– felices,
– saludables,
– empleables,
-productivos, y
– responsables
y define con mucha precisión cómo se debe interpretar cada uno de esos términos, cuáles son los atributos y dinámica que debe tener el sistema educativo para que los niños y jóvenes de verdad se preparen para lograr estos cinco elementos en su perfil personal.
La propuesta también propone ocho enfoques del sistema educativo:
- Métodos didácticos centrados en el estudiante, en su participación e involucramiento directo en su proceso de aprendizaje;
- Estímulo a la curiosidad, a la práctica investigativa, a la aplicación rigurosa del método científico;
- Promoción del trabajo colaborativo dentro y fuera de las aulas;
- Fortaleza en lecto-escritura, matemáticas, ciencias y resolución de problemas del mundo real;
- Alineamiento con la nueva economía, con fortalezas en tecnología, opciones claras de formación técnica y vocacional, algunas con enfoque dual;
- Fortaleza en educación cívica, historia nacional y global;
- Fluidez en el manejo de una segunda lengua y en las aplicaciones de tecnología;
- Que valore la educación en el aula y fuera de ésta, en su ecosistema de vida.
Entre los temas centrales de la formación está la auto regulación, la salud sexual, y el estímulo de valores de convivencia pacífica y respeto hacia los demás.
Se incluye un capítulo dedicado a la selección, capacitación continua (ante la volatilidad del contexto, la tecnología, la producción, etc.) y compensación justa de los maestros, incluyendo el concepto de contratación por idoneidad y vocación. Incluso se plantea refundar la Escuela Normal de Educación, en una versión de Siglo XXI, para formar a los docentes con base en su vocación, idoneidad y necesidades del sistema, incluyendo un formato dual como el que existió hasta la década de los 70s del siglo pasado. Se propone fortalecer y virtualizar el Instituto Uladislao Gámez para que sirva como centro de actualización y capacitación de docentes en nuevas técnicas y metodologías docentes.
También hay un capítulo de mejoramiento de la infraestructura con un modelo mixto, que recurra a la creación de un fideicomiso que gestione el desarrollo y modernización de las instalaciones de escuelas y colegios en infraestructura, tecnología, conectividad y mantenimiento, con estándares diferenciados -no en calidad, sino en accesibilidad- para las diversas regiones del país.
Hay también recomendaciones de cómo fortalecer las Juntas de Educación que, con participación de ciudadanos de cada distrito escolar, pero con capacidades mínimas requeridas, gestionen los recursos asignados por el MEP a cada escuela; y contempla sistemas de apoyo para la Dirección de cada escuela y colegio en temas relacionados con planificación estratégica, controles, relaciones con la comunidad y demás temas esenciales para una buena dirección escolar y colegial.
La reforma incluye apoyo para las familias más pobres y aisladas, consolidación del sistema nacional de becas y seguimiento, con datos de cada estudiante, de manera que se sepa con claridad el avance educativo de cada niño y joven del país, hasta que haya completado la secundaria -académica, científica o en un colegio técnico profesional-, haya completado su educación técnica en el INA u otro instituto acreditado, o haya completado su educación universitaria. No hay ninguna razón para que un solo niño o joven nacional falle en completar su educación y para que el sistema no lo mantenga bajo supervisión.
En su última parte, la propuesta se centra en la gobernanza y recomienda cambios importantes en el Consejo Superior de Educación, tanto en su composición como en su dinámica y autoridad; y propone que el "ministro del ramo" cambie, y pase de verse como un jerarca y al MEP como un regulador burocrático, para convertirlos en auténticos facilitadores y servidores de un sistema educativo centrado en el bienestar y crecimiento educativo y profesional de los niños y jóvenes del país y de docentes mejor capacitados, motivados y compensados.
Pero más que presentar la necesidad de un cambio profundo y los temas que implica una reforma educativa integral, mi intención es proponer a quienes gobernarán el país a partir de mayo de 2026 que hagan de este tema una altísima prioridad, que lo hagan con mentalidad de estadistas, pensando en cómo se impactará a las siguientes generaciones y no en cómo afectará su desempeño político o presupuestario durante el período de gobierno.
Que piensen que, si lo pudiéramos hacer en términos de planificación y ajuste de políticas y prácticas en los siguientes tres años, los primeros graduados de este nuevo sistema estarían terminando la secundaria en 2037, por lo que es de mucha urgencia iniciar el proceso de cambio.
Como mecanismo de transición, mientras se ejecuta la reforma, es indispensable fortalecer el INA y la educación técnica-vocacional en general, en términos de acceso, cobertura y actualización de enfoques y carreras, para darle a los jóvenes entre 15 y 40 años la formación necesaria a corto plazo -en programas de 6 meses a 2 años- que les permita participar con alta productividad en la economía de innovación, tecnología y conocimiento a partir de este mismo año.
Las universidades públicas y privadas deben fortalecer y re-balancear su crecimiento hacia carreras técnicas y científicas -sin perder de vista la importancia en una educación humanista- y ofrecer muchas certificaciones y diplomados en temas de alta relevancia para el desarrollo sostenible del país, de manera que contribuyan con la formación y la adaptación de la fuerza laboral a las nuevas destrezas y capacidades que el contexto actual exige.
No hay tiempo que perder, si queremos tener el mínimo chance de que Costa Rica siga siendo esa nación diferente por su capital humano, que tan orgullosos nos ha hecho sentir por décadas y que nos ha brindado oportunidades de participar y competir en industrias que -sin el énfasis histórico en educación- nunca hubieran estado a nuestro alcance.