Logo
Reportaje Especial

La discapacidad de su perrita la impulsó a crear sillas de ruedas para mascotas

Cada una de las sillas es personalizada.

Por Yaslin Cabezas | 17 de Dic. 2023 | 1:08 pm

Dicen que las cosas malas, siempre resulta algo bueno y así lo demuestra Andrea Siliézar, quien creó un emprendimiento luego de adoptar a una perrita, que tenía discapacidad.

La historia se remonta a 14 años atrás, cuando llegó "Pompoyo" a la vida de esta joven, quien en ese momento estaba en la universidad, estudiando Arte y Comunicación Visual, con Énfasis en Textiles.

"Abandonaron a una perrita discapacitada donde yo vivía. La dejaron tirada dentro de una casa, yo la recogí y me la llevé. Me di cuenta de que ella no podía caminar. Yo era una estudiante becada de la u, no tenía mucho dinero, le sacamos algunas radiografías y nunca hubo un diagnóstico certero de qué fue lo que le pasó, pero era algo en la columna. Yo siempre he estado en el mundo del rescate animal y le empecé a preguntar a los que conocía, porque había visto perros en albergues, con sillas de ruedas", detalló.

Andrea nunca pudo contactar a la persona que hacía las sillas, hasta que un primo suyo la convenció de que la hicieran juntos, para ayudar a "Pompoyo".

En un curso de la universidad, ella debía proponer un proyecto, así que presentó las sillas de ruedas para mascotas, que terminó desarrollando una compañera. Luego, le donó el proyecto y fue como ella creó el emprendimiento.

"Ya con esa estructura, mi primo no vidente me dijo ‘démela, yo busco quién le ponga las ruedas'. En un lugar de soldadura le hicieron un invento, le pusieron las rueditas y yo le hice los arneses, cuando apenas estaba aprendiendo a coser", recordó.

Cada vez que Andrea salía con "Pompoyo" a la calle, la gente la detenía para preguntarle por la silla.

"Yo nunca había tenido un perro discapacitado y a ella la amé demasiado, fue el gran amor de mi vida (…) Yo empecé a ayudarle a la gente, a hacerles las sillas de ruedas, a prueba y error, además de que la gente se prestó para eso, porque yo les decía que estaba aprendiendo. Yo al principio no cosía, pero después aprendí, mucho con la ayuda de mi mamá, se fue dando", afirmó.

Como los pedidos seguían creciendo, esta josefina vio una oportunidad de negocio y la posibilidad de ayudar a muchas mascotas a tener una mejor calidad de vida.

"Por haber tenido a mi perra, yo sabía cosas que yo quería que tuvieran las sillas, que es algo que buscan la mayoría de los dueños, que no sean pesadas, que sean livianas, que el perro se vea cómodo, que no sean materiales calientes. La silla se quita y se pone", citó la creadora de "Animaladas con Ruedas", quien también las reconstruye.

Cada silla de ruedas es personalizada y va a depender de la necesidad de cada animal. Las más básicas tienen un costo aproximado de 65 mil colones.

"Mi recomendación siempre es hablarlo con el veterinario, para que nos diga si es una buena idea, porque no siempre poner una silla de ruedas de buenas a primeras es una buena idea, porque podemos causarle hasta más dolor al animal, dependiendo de la lesión que tenga. Siempre le pido a la gente que lo hablen, porque puede ser que aunque no se den cuenta, el animal esté con dolor y una silla lo que va a hacer es empeorar el cuadro", dijo.

La construcción de cada silla dura alrededor de 15 días y Andrea pide un adelanto de la mitad de su costo. Lo más difícil para ella es poder encontrar un proveedor de ruedas en Costa Rica, pues necesita de varias formas y tamaños, para la necesidad de cada "paciente".

"Aquí llegan clientes que se ponen a llorar cuando uno les pone la silla de ruedas al perro y él sale caminando. La mayoría empiezan a caminar por todo lado. Lo que más vienen son perritos por accidentes de tránsito y con hernias de disco, zaguatitos, muchos french poodle, perritos salchichas", indicó la mujer de 34 años, quien recalcó que la silla que más hace es para un peso de aproximadamente 10 kilos.

Para Siliézar, lo que más la reconforta es ver la alegría de las mascotas cuando les colocan las sillas y se pueden desplazar por donde antes no podían.

"La verdad yo no cobro caro, porque cuando tuve a Pompoyo me pasaba que yo no tenía mucha plata y las que vendían afuera eran demasiado caras, no eran accesibles para mí y no podía mandarlas a traer, entonces para mí es importante que la silla sea barata. Yo no cobro mucho, me parece que es un precio accesible, he sido rescatista y he tenido que pagar facturas muy grandes de animales que no son míos, entonces sé que eso cuesta mucho. Yo me mantengo con esto, para vivir me ha funcionado. Es un trabajo bonito y le da a uno mucha satisfacción, es parte de un pago que no es necesariamente dinero, no se le puede poner precio", aseguró la emprendedora, quien perdió a Pompoyo, pero adoptó a otro animal con la misma condición.

Si usted desea contactar a esta joven, puede hacerlo a través de la página en Facebook de "Animaladas con Ruedas", haciendo clic aquí. 

Comentarios
1 comentario
OPINIÓNPRO