La crisis de seguridad en Costa Rica: ¿Qué podemos hacer?
Desde la llegada de Rodrigo Chaves a la presidencia, Costa Rica ha enfrentado una preocupante escalada de violencia. En particular, se han registrado más de 2000 asesinatos, lo que se traduce a aproximadamente a un homicidio cada 10 horas. Estos datos alarmantes resuenan con la última encuesta del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP), la cual confirma que la inseguridad y la delincuencia siguen siendo la principal preocupación de los costarricenses.
Ante esta situación, surge una pregunta fundamental: ¿qué políticas públicas podemos implementar para frenar este flagelo?
En un estudio reciente que llevé a cabo junto a mis colegas economistas Suráyabi Ramírez y María José Sauma, estimamos la efectividad que tuvieron los megaoperativos implementados por la Fuerza Pública entre mayo del 2018 y mayo del 2022 en la reducción del crimen. Nuestros hallazgos son claros y consideran los efectos de la pandemia: los megaoperativos lograron reducir semanalmente los crímenes totales en un 2.35%, los crímenes violentos en un 3.67%, las agresiones sexuales en un 5.92%, los asaltos en un 4.01%, las agresiones en un 1.95%, y los robos en un 2.32%.
Asimismo, encontramos que no solo hubo una reducción en los crímenes en los lugares donde se llevan a cabo los megaoperativos, sino que también hay un efecto positivo en las áreas cercanas. Esto responde a una preocupación común en el análisis de políticas de seguridad: la posibilidad de que los delitos simplemente se desplacen de un lugar a otro. Sin embargo, nuestro estudio muestra que este no es el caso. La disminución en los crímenes no solo fue directa en los sitios intervenidos, sino que también se extendió a los distritos aledaños.
Además de estos efectos espaciales, mostramos que los beneficios de los megaoperativos se fortalecen con el tiempo y con la frecuencia de su implementación. Este fenómeno tiene sentido cuando lo analizamos desde la óptica de la economía del crimen: a medida que la presencia policial se vuelve más constante, los potenciales delincuentes perciben un mayor riesgo de ser detectados y aprehendidos. Este incremento en el riesgo de ser atrapado tiene un efecto disuasorio que va en aumento con el paso del tiempo. A esto, lo denominamos los "efectos acumulativos" de los megaoperativos.
La combinación de estos efectos directos y a largo plazo es consistente con nuestros resultados y plantea un punto clave para la formulación de políticas de seguridad. Si bien la presencia policial intensificada puede parecer una solución inmediata y temporal, la evidencia para Costa Rica sugiere que, si se sostiene y se coordina con otras estrategias, puede generar efectos significativos y duraderos en la reducción de la criminalidad.
Por supuesto, los megaoperativos no son una solución definitiva ni eliminan por completo la delincuencia; ninguna estrategia de seguridad aislada puede hacerlo. El problema de la criminalidad en Costa Rica es multifacético y arraigado en causas profundas que no pueden ser abordadas únicamente con más policías en las calles. El acceso limitado a oportunidades educativas y económicas, el crecimiento de redes internacionales de narcotráfico y crimen organizado, y la pobreza sistémica son factores que no desaparecerán con un enfoque exclusivamente punitivo. Ignorar estos elementos sería atacar el síntoma, pero no la raíz del problema.
En este sentido, reducir el presupuesto destinado a la educación y recortar programas sociales que permiten a las personas vivir con dignidad son políticas contraproducentes que agravan la inseguridad a largo plazo. Si realmente queremos una Costa Rica más segura, esto no se logra con conferencias de prensa beligerantes, ni evadiendo responsabilidades o invisibilizando el problema.
Ante la escalada de violencia que vivimos, es imperativo implementar políticas públicas basadas en evidencia que generen efectos duraderos. Los resultados de nuestro estudio muestran que los megaoperativos es una política de seguridad que reduce el crimen y, puede ser parte de una estrategia más amplia y efectiva para enfrentar la crisis de violencia de Costa Rica. Es solo a través de un enfoque coordinado y sostenible podremos aspirar a frenar la violencia que asola a nuestro país. No hay espacio para la indiferencia ni la inacción; la seguridad de Costa Rica exige soluciones reales, comprometidas y con visión a largo plazo.