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Kimmel, Colbert y The New York Times: ¿Está en riesgo la libertad de expresión en EE. UU.?

Por Gustavo Arias | 19 de Sep. 2025 | 6:24 am

La libertad de expresión atraviesa uno de sus momentos más tensos en Estados Unidos. Bajo el segundo mandato de Donald Trump, los medios de comunicación y los programas de sátira no solo enfrentan críticas desde la Casa Blanca: ahora lidian con suspensiones, cancelaciones y demandas judiciales por miles de millones de dólares.

El episodio más reciente es la salida del aire del comediante Jimmy Kimmel, luego de que realizara un comentario sobre la muerte del activista conservador Charlie Kirk. El caso se suma a la cancelación de Stephen Colbert y a la demanda multimillonaria contra The New York Times.

El caso Kimmel: la suspensión más polémica

ABC retiró esta semana del aire, de manera indefinida, el programa Jimmy Kimmel Live!, después de que el comediante cuestionara la instrumentalización política del asesinato del activista Charlie Kirk. En su monólogo ironizó:

"Durante el fin de semana se registraron nuevos mínimos, con la pandilla MAGA tratando desesperadamente de caracterizar al chico que asesinó a Charlie Kirk como cualquier cosa menos uno de los suyos y haciendo todo lo posible para sacar provecho político de ello", dijo el comediante.

La reacción fue inmediata. Nexstar Media Group, propietario de varias estaciones afiliadas a ABC, dejó de transmitir el programa y luego la propia cadena anunció su suspensión indefinida.

Brendan Carr, presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) y aliado de Trump, calificó las declaraciones de Kimmel como "conducta repugnante" y advirtió que las licencias de transmisión de las estaciones podrían estar en riesgo. Nexstar, además, busca la aprobación de una millonaria fusión, lo que la hace especialmente vulnerable a cualquier señal del regulador.

Sindicatos de guionistas y actores denunciaron el caso como censura política, mientras que varios congresistas demócratas acusaron a la administración Trump de usar la amenaza regulatoria como un mecanismo de castigo.

Trump, por su parte, celebró la suspensión y pidió que otros presentadores siguieran "el mismo camino".

Stephen Colbert: la cancelación de un crítico incómodo

Meses antes, otra figura de la sátira política sufrió un destino similar. CBS anunció el final de The Late Show with Stephen Colbert, líder de audiencia en su franja horaria, alegando razones financieras.

La decisión llegó poco después de que Colbert criticara un acuerdo legal entre Paramount Global, empresa matriz de CBS, y Donald Trump. La compañía había pagado $16 millones para cerrar una demanda del presidente por una entrevista del programa 60 Minutes. Colbert calificó ese desembolso como "un gran soborno gordo".

El contexto alimentó las sospechas. Paramount intentaba fusionarse con Skydance Media, una operación que requería aprobación de la FCC. Aunque la empresa insistió en que la cancelación obedecía solo a motivos financieros, analistas vieron la decisión como un ejemplo de cómo intereses políticos y corporativos podían confluir para acallar voces críticas.

Trump, por su parte, no ocultó su satisfacción. En su red Truth Social escribió:

"Me encanta que hayan despedido a Colbert. Su talento era incluso menor que sus índices de audiencia".

La demanda contra The New York Times

Trump también abrió un frente judicial contra la prensa escrita. El presidente presentó una demanda por difamación contra The New York Times y cuatro de sus periodistas, reclamando $15.000 millones. Alegó que el diario difundió falsedades sobre él, su familia y su imperio empresarial, en lo que describió como "un patrón de décadas" de cobertura maliciosa.

El periódico respondió que la demanda carece de fundamento legal y que representa un intento de intimidar al periodismo independiente.

No era la primera ofensiva de este tipo. Semanas antes, Trump demandó a The Wall Street Journal por $10.000 millones después de que el diario publicara una carta que presuntamente le envió el mandatario a Jeffrey Epstein. Aunque estas demandas tienen pocas probabilidades de prosperar, coinciden en que generan un impacto real: obligan a los medios a destinar recursos a su defensa legal y alimentan un clima de autocensura.

Otros ataques: Fallon y Meyers

Aunque el comediante Jimmy Fallon (de The Tonight Show) no ha sido suspendido, también ha sido blanco de la ira presidencial. Trump lo acusó de tener "cero talento" y lo incluyó en la lista de presentadores que deberían ser despedidos. Lo mismo ocurrió con Seth Meyers, conductor de Late Night, a quien el mandatario ha señalado repetidamente como enemigo político.

Hasta ahora, no se han registrado sanciones regulatorias directas contra ellos. Sin embargo, la estrategia retórica cumple un objetivo: crear un ambiente de intimidación en el que medios y presentadores saben que cada chiste o publicación podría tener consecuencias empresariales o legales.

Una ofensiva con múltiples frentes

Estos episodios revelan una estrategia de varios niveles:

  • Lo legal, con demandas que buscan debilitar a medios como The New York Times.
  • Lo regulatorio, con la FCC usada como herramienta de presión sobre cadenas de televisión.
  • Lo empresarial, con acuerdos financieros y fusiones condicionadas a la complacencia política.
  • Lo simbólico, con ataques verbales que buscan desprestigiar a comediantes y periodistas.

En general, Trump sostiene que defiende su honor y que los medios lo atacan injustamente. Sus críticos, en cambio, advierten que lo que está en juego va mucho más allá de la rivalidad con presentadores de televisión o periódicos: se trata del derecho a cuestionar al poder sin miedo a represalias.

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