El más reciente ataque de Hamas a Israel marca un hito en su historia moderna. Nunca se había experimentado tanta atrocidad y masacre en territorio israelí. Habiéndose cumplido 50 años de la guerra de Yom Kipur, esta vez también se presenta un ataque sorpresa por aire, mar y tierra de graves consecuencias.
La incursión de elementos terroristas de Hamas y la Yihad islámica en territorio israelí ha causado un enorme derramamiento de sangre de civiles inocentes, sobre todo en un sitio en el que se celebraba un concierto por la paz. Ahí los cuerpos apilados de más de 250 jóvenes inocentes atestiguan la barbarie de cómo fueron asesinados. El número oficial de pérdidas humanas en Israel asciende a más de 700 personas y miles de heridos, familias enteras han sido aniquiladas a sangre fría.
Esta incursión en suelo israelí dista de ser un ataque a ciegas, sus resultados demuestran que su preparación ha sido meticulosamente orquestada, al grado que el número de rehenes que ahora se encuentran en la franja asciende a más de 100 personas, entre ellas niños, jóvenes e incluso personas de la tercera edad, como una anciana sobreviviente del holocausto.
Las comunidades israelies de Sderot, Ashkelon, Ashdod e incluso Tel Aviv han sido blanco de una lluvia constante de miles de misiles, no todos destruidos por la famosa Cúpula de Hierro, pudiendo causar esta vez cuantiosas pérdidas y destrucción. El Gobierno israelí ha declarado ya el estado de guerra y las consecuencias de este ataque aún están por verse. La gran cantidad de rehenes, supuestamente confinados en túneles, dificultará el accionar del ejército israelí para no hacer peligrar la vida de sus conciudadanos.
Gaza fue tomada por Hamas luego de que ésta destronara a la Autoridad Palestina, que continúa gobernando los territorios en Cisjordania. En la franja, viven más de dos millones de personas bajo el puño de hierro de esta entidad islamista yihadista que pregona la destrucción del Estado de Israel y cuenta con el apoyo de Irán, cuya proclama es también "muerte a Israel".
Si bien la escena política en Israel ha estado muy centrada en los asuntos internos, pareciera que este devastador ataque llega en momentos críticos en los que Israel ha mantenido un constante proceso de acercamiento a sus vecinos árabes.
Los acuerdos abrahámicos han representado un punto transformador del mapa de alianzas en el Medio Oriente, esta guerra podría frenar el más reciente acercamiento con un actor de tan alto calibre como es Arabia Saudita.
El conflicto con Hamas había adquirido un perfil de baja intensidad y se percibía cierta seguridad y confianza en el control ejercido por el avanzado ejército israelí, capaz de mitigar las constantes iniciativas de perpetrar atentados terroristas. Esta nueva guerra nos hace ver la gran peligrosidad de estos grupos capaces de actuar al margen de la moral, el derecho, y la humanidad.
Israel se enfrenta a un enemigo difícil de identificar entre la población civil, que se escuda en escuelas y hospitales, que usa a su propia gente como escudos y ahora cuenta con un gran poder de negociación que es la potencialidad de liberar a los rehenes secuestrados de sus casas en Israel. La paz con terroristas no es algo viable, pues su razón de existir y su propia organización y financiamiento les impulsa una y otra vez a querer destruir y generar derramamiento de sangre.
Nada puede justificar el apoyo a estos supuestos luchadores por la libertad, nada justifica el sacrificio de inocentes, nada puede jamás convalidar el ensañamiento y el odio. El mundo ha atestiguado uno de los capítulos más vergonzosos jamás perpetrados por organizaciones terroristas que ahora se regocijan mostrando el cuerpo desnudo de Shani Louk una de las jóvenes israelíes secuestradas.
Esta guerra será diferente, Israel está más que legitimado, no sólo a defenderse y proteger a sus ciudadanos, pero más aún, está legitimado para finalmente desarticular a una milicia beligerante que le ha bombardeado incesantemente desde una franja de 36 kilómetros cuadrados. El más reciente ataque de Hamas a Israel puede significar su fin y el fin de su tiranía sobre la población gazatí.