Investigadores hallaron rastros de coyotes en la cima del Cerro Chirripó
Un estudio realizado por tres investigadores dio seguimiento y analizó los rastros del coyote (Canis latrans) en el gradiente altitudinal subalpino del Parque Nacional Chirripó (PNC), así como una revisión del área de distribución de esta especie en el bosque de la Cordillera de Talamanca.
La indagación fue realizada por Yara Azofeifa Romero, Marco Gabriel Gutiérrez Gómez y Francisco Javier Durán Alvarado, quienes se propusieron contribuir con el registro de rastros de coyote en ese sector de Costa Rica.
Los investigadores recorrieron elevaciones entre los 3.118 y 3.821 metros para georreferenciar y fotografiar rastros de coyote dentro del parque nacional. Además, consultaron a personas locales y a guardaparques sobre la presencia o avistamientos de este animal.
Según el estudio, se obtuvo evidencia indirecta de la presencia de coyotes en la mayor parte del recorrido, incluso en la máxima altitud del cerro Chirripó.
La prueba encontrada a 3.821 metros corresponde a excremento con las dimensiones características de esta especie.
Aunque este hallazgo es relevante, los reportes de coyotes en los pisos subalpinos siguen siendo escasos.
No obstante, el registro concuerda con la alta capacidad de dispersión de esta especie y plantea interrogantes sobre su uso de recursos, comportamiento y distribución altitudinal en Centroamérica.
El coyote
El Canis latrans es uno de los cánidos con mayor distribución en el continente americano. Se trata de un mamífero notablemente adaptable, registrado desde Alaska hasta Darién, en Panamá.
El coyote es una especie omnívora y oportunista. Se desplaza entre entornos naturales y antrópicos, incluidos cultivos, caminos rurales y, en menor medida, zonas urbanas, en busca de presas o para establecer territorios.
La investigación detalla que, debido a su comportamiento adaptable y su capacidad de desplazamiento, es probable que en el futuro sea registrado más al sur de Darién.
En Costa Rica, el Canis latrans se distribuye ampliamente desde el noroeste hasta el Pacífico sur, así como en las cordilleras de Guanacaste, Tilarán, Volcánica Central y Talamanca, además del Caribe norte. Este mamífero presenta una distribución altitudinal continua, desde zonas bajas hasta áreas subalpinas, aunque históricamente solo se había registrado hasta los 3.400 metros.
A esas altitudes, los ambientes representan un reto para la vida silvestre. Sin embargo, en esta frágil zona de vida, los coyotes han logrado coexistir con una amplia comunidad de mamíferos herbívoros, omnívoros y carnívoros.
Avistamientos y registros
El estudio expone que, al igual que sucede con otros mamíferos, los reportes de coyotes en regiones subalpinas son escasos. Su presencia suele detectarse principalmente por huellas, excrementos, vocalizaciones y, en menor medida, mediante cámaras trampa.
En el contexto nacional, aún no se han establecido los límites altitudinales precisos a lo largo de las cordilleras más altas, como la Volcánica Central y la de Talamanca.
La búsqueda de rastros inició el primer día en el sendero El Jardín y continuó por el sendero Los Repentidos. El segundo día se exploraron los alrededores del albergue Base Crestones y el Valle de los Conejos. Finalmente, el tercer día se recorrió el sendero que conduce al cerro Chirripó.
Los investigadores detallaron que algunos senderos son más empinados, mientras que otros, como los alrededores del albergue Base Crestones, presentan zonas planas con leves pendientes.
Durante los recorridos, georreferenciaron y fotografiaron cada excremento, colocando una moneda de 50 colones para facilitar la estimación de sus dimensiones, considerando que el diámetro de la moneda es de 27,5 mm.
¿Cómo diferenciar las muestras?
El estudio advierte que las heces de coyote podrían confundirse con las de otras especies silvestres, como el zorro gris (Urocyon cinereoargenteus) y el puma (Puma concolor).
No obstante, las heces del zorro gris son más pequeñas y menos frecuentes, mientras que las del puma presentan múltiples constricciones, por lo que suelen confundirse con las del jaguar, no con las del coyote.
Los investigadores indicaron que las heces de coyote contienen abundante pelo y restos óseos de pequeños mamíferos, mientras que las de perros domésticos son homogéneas y carecen de fragmentos visibles sin digerir.
Por tanto, el análisis de campo permitió descartar la presencia de perros domésticos. Se registraron veintidós excrementos de coyote durante la caminata, pero no se observaron huellas ni avistamientos entre El Jardín y la cima del cerro Chirripó.
Sin embargo, el segundo día se escucharon vocalizaciones. Además, se confirmó la existencia de letrinas de coyote en el Valle de los Conejos, según información de un guardaparques y registros anteriores.
Falta mucho por investigar
CR Hoy conversó con Yara Azofeifa Romero, quien explicó que los parques nacionales albergan una gran diversidad de fauna, pero que aún falta mucho por investigar sobre las especies que habitan en estas áreas protegidas.
Azofeifa hizo énfasis en las zonas altas, que podrían estar “más abandonadas” en el sentido de que estos espacios fríos son menos accesibles y complican la investigación por las condiciones geográficas y climáticas.
Aunque la mayoría de los estudios se concentran en zonas bajas, la investigadora reiteró la importancia de analizar la diversidad biológica en las zonas elevadas.
Otras especies en el parque nacional
Además del coyote, otras especies registradas en el PNC fueron: jaguar (Panthera onca), puma (Puma concolor), oncilla nublada (Leopardus pardinoides), danta centroamericana (Tapirus bairdii), corzo rojo (Mazama temama), pecarí de collar (Dicotyles tajacu), conejo de cola blanca de Dice (Sylvilagus dicei), musaraña (Cryptotis sp.) y varias especies de roedores, como Scotinomys xerampelinus y especies del género Reithrodontomys, entre ellas R. creper y R. sumichrasti.