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Indígena de Talamanca relata episodios de abuso y violencia: “Me casé a los 15 años”

Por Ambar Segura | 6 de Sep. 2025 | 5:33 am

Este 5 de setiembre fue el Día Internacional de la Mujer Indígena y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) reveló la historia de Diana, una indígena bribri de Talamanca.

Diana, nombre que se utiliza para proteger su identidad, decidió compartir mediante la escritura los abusos y maltratos que vivió desde su niñez. Además, compartió su camino para empoderarse y salir de relaciones de violencia.

De hecho, en su texto compartió señales para que una mujer identifique si está siendo víctima de abusos y violencia.

Aquí la historia completa escrita por Diana:

Tanto en la vida de una mujer como la de un hombre, hay etapas difíciles. Pero, por experiencia propia, puedo decir que al tomar una decisión importante en mi vida, he derribado muchas barreras para salir adelante.

Es por esto que he decidido plasmar en estas pocas páginas, una parte de la historia de mi vida y darla a conocer, para que otras mujeres que hayan vivido lo que yo viví y estoy viviendo, puedan derribar esas barreras.

Mi vida no ha sido fácil. Fui abusada desde mi infancia y viví acomplejada por algunos defectos de mi personalidad, debido a eso fui poco sociable.

Me casé a los 15 años, no tuve adolescencia. No fue nada fácil empezar a llevar una vida de pareja, no es como lo pintan los cuentos. Viví 13 años con esta pareja que me hizo mucho daño psicológico y verbal, que es lo mismo como si fuera un golpe. Siempre me preguntaba si eso era llevar una vida normal.

Mi pareja siempre era grosera, sin cariño, todo era dureza y yo trataba de complacerlo, tratarlo bien, con la esperanza de que algún día cambiara. Lastimosamente no fue así, todo empeoró. Empecé a cansarme de esa vida rutinaria, nunca supe qué fue que me llevara a comprarme un vestido o unos zapatos para mí o para mis hijos.

Tuvimos cinco hijos y sé que algunas personas se preguntarán, ¿cómo pudo una mujer soportar a un hombre así tanto tiempo y darle tantos hijos? Cuando uno forma una familia a los 15 años está más pensando en el cuento que dice "y se casaron y vivieron felices para siempre".

Qué ingenuidad, hoy veo mi pasado y me avergüenza haber sido tan ingenua, y eso me llevó a ver los maltratos como algo normal en las parejas. Pero llegó un día en que pude tomar una decisión de ponerle fin a esos maltratos, de sacar la fuerza interior que no conocía y poder decir: 'No más, hasta aquí llegué'.

Rompí todos los lazos y me divorcié, recuperé mi libertad. Aunque mi pareja seguía acosándome le puse un alto, no le permití que me hiciera más daño. Dentro de mí empecé a sentir aquel alivio en mi alma, aquella tranquilidad que hace mucho no tenía.

¿Cómo llegué a tomar esa decisión? Cuando empecé a analizar todas las señales de maltrato y empecé a darme cuenta que no existía ningún amor de él hacia mí, que me aceptó sólo para que los demás vieran que él tenía una mujer en casa que hiciera las cosas. Además me di cuenta que me engañaba con otras mujeres y yo era la última que lo sabía.

Fue difícil la separación, caí en depresión, me sentía utilizada, engañada. Mis hijos me dieron la fuerza para salir adelante, tenía que seguir luchando por ellos. Pude superarlo, empecé a quererme, a valorarme y a decirme una y otra vez: 'no voy a andar debajo del zapato de ningún hombre, porque yo valgo como mujer, como persona, valgo mucho, no voy a permitir que ningún hombre venga a arruinar mi vida'.

Sé que hoy en día hay muchas mujeres que viven lo mismo que yo pasé. Lastimosamente muchas envejecen esperando el día en que ese hombre cambie y eso nunca pasa. Qué triste para esas mujeres no haberse dado otra oportunidad de encontrar una persona que de verdad las quiera, las valore, que las trate con respeto, cariño y mucho amor. Ese es nuestro anhelo, el anhelo de toda mujer.

Pero ojo, cuando nos damos otra oportunidad pensamos que las cosas pueden ser diferentes y no siempre es así. En lo personal, en mi caso no fue así. Decidí darme otra oportunidad, esta persona me demostró ser buena persona, atenta, cariñosa, aceptó a mis hijos, los trataba bien, todo un amor. Vivimos momentos muy tranquilos y en un momento pensé que tenía una relación estable, que me quedaría con esa persona mucho tiempo. Pero en mi interior me decía a mí misma: 'jamás debajo del zapato de un hombre'.

Duramos siete años pero él cambió, empecé a ver las señales de un hombre que no quiere a una mujer. Les voy a mencionar algunas que se pueden identificar si alguna está atravesando lo mismo:

  • Groserías "inofensivas" que, según él, no te hacen daño, y es todo lo contrario, sí te lastiman.
  • Despreocupación por la manutención, porque como son mis hijos (no de él), no tiene responsabilidad con ellos.
  • No se preocupa por tus necesidades personales.
  • Palabras ofensivas para hacerte sentir mal.
  • Te trata con "juegos" de golpes groseros. En realidad está golpeando, estos actos son una falta de respeto.
  • Te desprecia algunas comidas. Quiere que corras y cocines lo que él quiere para sentirse que él manda en la casa.
  • Siempre, siempre estás respirando un aire de machismo en tu hogar y esto afecta mucho a los niños.

Hasta que llegó un día que empecé a ponerle alto a todas esas señales y tomé una decisión. Le dije todo lo que no me gustaba que él hacía y que después de lo que pasó en mi primer matrimonio, aprendí a no quedarme callada en nada, a decir siempre lo que me gusta y lo que no me gusta, a dejarle claro que no estaba dispuesta a pasar lo mismo que pasé en el pasado. Que me dijera de frente si me quería o no, para terminar esa relación. Por duro que fuera, lo iba a hacer.

Me di cuenta que el amor que sentía por él me llevó a cegarme de no ver más señales de que no me quería. Sé que muchas mujeres que pasan esto le tememos a la soledad y queremos conformarnos con el poco cariño que nos puedan brindar, cuando en realidad merecemos mucho más. Cuando sacamos la fuerza para tomar las decisiones, nos damos cuenta de que siempre estuvimos en una cajita con ese hombre. Y nos damos cuenta que no estamos solas, tenemos familia, hijos, primos, amigos, vecinos, mucha gente que te estima y sufre al ver todo lo que una está pasando.

Cuando tu pareja ve que sacaste la fuerza para decir todo lo que te gustaba y lo que no, empieza a bajar la guardia y empieza a decir que va a cambiar, que lo perdone. Y cada pleito era lo mismo: "perdóneme, no lo vuelvo a hacer, perdóneme". Ya vi que esta situación era como una diarrea. Solo quería tenerme engañada para beneficio suyo. Y volví a recapacitar y darme cuenta que esta relación no iba para ningún lado. Estaba estancada, creyendo que me amaba, y no, lastimosamente esto no es amor, y me di cuenta que no se trataba solo de mí, también a mis hijos los estaba arrastrando a un abismo.

Empecé a darme cuenta que si él no me quería a mí, mucho menos a mis hijos. Y me dije: yo me merezco una vida mejor, mis hijos se merecen una vida mejor,  no me refiero a cosas materiales, me refiero a un hogar con cariño, tranquilidad y mucho amor. Pero no es fácil luchar con sentimientos que te embargan cuando una segunda relación fracasa. Uno empieza a pensar: si lo dejo, ¿qué dirá la gente de mí?, que tuvo una pareja, ahora tiene otra y después tiene otra. Hay que ser muy fuerte, desechar todos esos sentimientos que nos bloquean e impiden tomar una decisión correcta.

Cuando se van acercando esos días en que ronda por la cabeza la idea de tomar una decisión, tu pareja se vuelve como un oponente, tratará por todos los medios de hacerte sentir que no eres nada, que eres una cualquiera, que estás buscando irte de la casa porque quieres andar con otro hombre, con otro y otro. Buscará  la manera de que te retractes, mas no le prestes atención. No permitas que esos sentimientos te dejen encerrada en esa caja con ese hombre que no te valora, pensando que un día todo será diferente. Muchas mujeres temen tomar esta decisión por la reacción que pueda tener su pareja y a mí me pasó, pero me armé de valor y me dispuse a enfrentar lo que viniera, por mí y por el bien de mis hijos. Sabía que al tomar esta decisión, él iba a pedir perdón, pero esta vez ya no estaba dispuesta a perdonarlo.

Me gustaría que muchas madres que tienen una relación donde la pareja no es el padre de los niños, presten mucha atención. Se los cuento porque en mi segunda relación, él no era el padre de mis hijos. Siempre les inculqué a mis hijos la confianza de que podían decirme todo lo que les pudiera pasar, ya sea dentro o fuera del hogar. Esto porque siempre tenía miedo de que pasaran por los abusos que yo pasé de niña. Cuando mi hija cumplió 13 años, mi pareja cambió, empezó a querer manipular a la niña… y un día la más pequeña me dijo que el papá espiaba a su hermana arriba del baño. Me enfurecí y lo encaré y me dijo que todo eran mentiras de la niña, a lo cual contesté que yo sí le creía a mi hija. Me di cuenta que él solo estaba esperando el momento para abusar de mi hija.

Esa misma tarde tomé mi decisión y me fui de la casa con mis hijos. Todos en el barrio pensaban que estaba loca, porque mi pareja es un hombre que esconde bien su personalidad. La gente de afuera lo conoce como una clase de persona, pero en el hogar es otra y eso pasa porque nosotras lo permitimos, porque callamos todas esas situaciones que se dan en el hogar, callamos para fingir que tenemos una hermosa familia, un hogar estable. Callamos para fingir que esa persona nos ama.

Un primo me alojó por unos días y empecé a buscar dónde vivir. Le doy gracias a Dios que pude salir de ahí y ver a mis hijos tranquilos. Yo le digo a esas madres que pasen esta situación: cuando sus hijos les cuenten algo, no se cieguen por lo que sienten por un hombre. El bienestar de nuestros hijos es lo primero y ellos no tienen a quien recurrir más que a su madre. Préstenles atención, créanles y protéjanlos, porque un abuso sexual es una marca que se lleva por toda tu vida, se supera pero no se olvida, ese recuerdo abre un vacío en tu interior que no puedes cubrir con nada. Mis abusos fueron de seis años y lo recuerdo todo. Nunca lo hablé ni culpé a mi madre tampoco, pero en el fondo siempre pensé que ella debió cuidarme más, mis recuerdos son fantasmas oscuros que solo me abandonarán el día que me duerma en la muerte.

He luchado contra muchas emociones para no caer en desánimo ni depresiones. Siempre trato de mantenerme enfocada en metas para salir adelante, trato de no mantener odio o rencor, porque esas emociones afectan la salud. Trato de visualizar a mis hijos con un mejor futuro.  Esos pensamientos me mantienen fuerte. Muchas mujeres que pasan por mi situación, dirán "yo no puedo", pero en realidad sí pueden derribar murallas de silencio, pueden tener la fuerza para afrontar cualquier adversidad, tan solo con atreverse a tomar una decisión que cambie el rumbo que llevan, de una mala vida, de maltratos, agresiones, abusos, humillaciones. Al hacerlo, podrán sentir una paz interior y se darán cuenta que tienen la fuerza y la capacidad de valorarse a sí mismas.

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