Hombre que superó las drogas ahora alimenta a habitantes de calle en Golfito

Hombre que superó las drogas ahora alimenta a habitantes de calle en Golfito
En Golfito, un proyecto comunitario liderado por el vecino Juan Luis Lara Artavia ha logrado consolidar, durante el último año y medio, una atención semanal para habitantes de la calle y personas con problemas de adicción. Bajo el nombre Casa Operación Bendición, la iniciativa reúne a un grupo de diez voluntarios que cada jueves se organiza para ofrecer alimentación, actividades recreativas y acompañamiento espiritual a unas 20 personas que llegan al parque central del cantón.
Lara, quien vivió en consumo de drogas durante casi 15 años, asegura que la experiencia personal lo llevó a impulsar un espacio que combine apoyo práctico y orientación para quienes enfrentan situaciones similares.
"Un día Dios me sacó a mí de una situación similar. Estuve metido en drogas desde los 15 hasta los 35 años. De eso hace ya casi 15 años. Después de conocer a Cristo, mi enfoque es salir y ayudar", comentó.
Su historia, marcada por la transformación personal, se convirtió en el motor de un proyecto comunitario que, en apenas año y medio, ha tejido redes de apoyo, amistad y fe entre quienes viven en condición de calle en la zona sur.
Una misión nacida del impacto y la esperanza
Juan Luis siempre vio con preocupación la situación creciente de consumo de drogas y abandono en las calles de Golfito; sin embargo, según dijo, ese pesar se transformó en acción.
"Reuní a un grupo de personas con el fin de hacer una actividad, y lo que hemos logrado hasta el día de hoy es salir a llevar un poquito de alimentación. Los reunimos, compartimos la palabra de Dios, les damos consejos y esperanza", explica.
El grupo está formado por 10 voluntarios fijos, aunque muchas otras personas se acercan espontáneamente para ayudar. Todos trabajan sin financiamiento externo ni donaciones institucionales.
"Eso lo hacemos entre nosotros mismos. Mi esposa y yo, por ejemplo, somos quienes cocinamos. Nos despertamos a las 4:00 a.m. para preparar todo", relata.
Cada jueves, sin falta, llegan al parque con un "casadito" completo: arroz, frijoles, ensalada fría, proteína —como pollo en salsa— pancito, fresco y café.
Música, teatro, juegos y abrazo comunitario
Al llegar al parque, los voluntarios no solo reparten comida.
"Empezamos con cantos de alabanza para que ellos vayan viendo el movimiento y se acerquen. Compartimos obras de teatro, hacemos concursos, juegos y luego les damos el almuerzo", explica Juan Luis.
Muchos, dice Juan Luis, llegan esperando más que comida: buscan conversación, consuelo, una palabra amable.
Fe, servicio y segundas oportunidades
Para el líder comunitario, este proyecto no es solo asistencia social: es una misión.
"Para mí, como cristiano, hacer la obra de Dios es ver personas restauradas. Sabemos que cada persona tiene su historia y su motivo por el cual está ahí, muchos no los entienden. Eso para mí significa esperanza de vida, esperanza de transformación, esperanza de cambio", comenta.
Juan Luis Lara es testimonio de que la salida es posible.
"Sé que con muchos ha funcionado. Yo salí porque tuve un encuentro con Dios, y por eso ahora me enfoco en dar ese mensaje", añade.
El proyecto ya tiene aproximadamente año y medio, y aunque no cuenta con grandes recursos ni campañas de recaudación, ha logrado sostenerse por pura convicción.
Los jueves en Golfito se han convertido en una cita fija. Y para muchos habitantes de la calle, en la única certeza de la semana.
"Para mí, en lo personal, como cristiano, hacer la obra de Dios es una forma de ver personas restauradas. Sabemos que cada persona tiene su historia y su motivo por el cual está ahí; muchos no los entienden. Para mí, este proyecto significa una esperanza de vida, una esperanza de transformación y una esperanza de cambio.", concluyó Lara.







