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Hazell: la mamá y artista que convirtió el amor por su hijo en su mayor obra

Por Camila Castro | 17 de Ago. 2025 | 8:02 am

Las mamás son el amor más puro que cualquier persona pueda encontrar y experimentar en su vida. Son quienes chinean, arropan en las noches y, detrás de ese rol, también son mujeres luchadoras que día a día trabajan por conseguir un mejor futuro para sus hijos. Siempre destacan que, por ellos, son capaces de hacer cualquier esfuerzo. Hazell González, es uno de los tantos ejemplos de madres sin límites.

Ella es mamá de Bruno, un niño de 13 años con autismo, es una mujer artista y se desempeña como directora de Danza Universitaria de la Universidad de Costa Rica (UCR).

Aunque se convirtió en madre casi a los 42 años, Hazell busca siempre equilibrar su vida para ser la mejor mamá para Bruno. Desde que él llegó a su vida, ha debido adaptarse a las necesidades de su hijo. Cuando tuvo a Bruno, inició también en la coordinación de su actual puesto, luego de haberse destacado durante muchos años como bailarina profesional costarricense.

La llegada de Bruno le cambió el mundo por completo. Desde entonces ha sentido la necesidad de desarrollar en su hijo cada una de sus capacidades. Reconoce que, al tener autismo, su desarrollo puede ser más complejo, pero para ella no existe nada más importante que su bienestar.

Uno siempre quiere que los hijos sean autónomos; en algún momento espera esa independencia. Todos estos años han sido una lucha constante para desarrollar sus habilidades. No ha sido fácil, afirma.

Cuando él nace, me enfrento a todo esto. Era más fácil cuando estaba casada; ahora no. Atiendo a Bruno junto a una señora que me ayuda en la casa, relata Hazell.

Como mamá y artista, considera que es común que la mayoría de las responsabilidades recaigan sobre las mujeres: "Tenemos que hacerlo todo, pero también estar pendientes de todo", destaca.

Durante muchos años, Hazell fue una destacada bailarina. Aunque estudió Derecho, su amor por el arte siempre prevaleció y se consolidó en su trabajo en la UCR. Antes de ser madre de Bruno, tuvo la oportunidad de viajar y vivir una etapa plena antes de la llegada de su hijo.

Me retiré de la danza a los 40 años y puedo decir que aproveché. Cuando escucho a algunas mujeres decir que se casaron muy jóvenes y que dejaron cosas por hacer, yo no tengo ese sentimiento. En ese sentido, lo logré, afirma.

Pese a que antes disfrutaba de gran libertad, asegura que, si tuviera que escoger, siempre elegiría estar al lado de Bruno y cuidarlo más de lo que ya lo hace. Aunque pueda sonar como algo que cualquier mamá diría, ella lo expresa con un amor genuino y un corazón inmenso.

En este momento de mi vida, creo que ahí es donde me gustaría estar: cerca de Bruno, afirma.

Si Hazell no trabaja, no hay sustento en su hogar. Pese a la carga que implica gestionar la educación y crianza de Bruno, ella es la única que lleva el alimento a su familia. Aunque es un reto diario, lo asume con amor por su hijo.

Hazell se ha caracterizado por su gran coraje, algo que ella misma reconoce y que también valoran sus compañeros de trabajo, quienes ven en ella una mujer apasionada por el arte y por su hijo. Bruno, además, le ha permitido descubrir nuevas facetas: ella misma le enseñó a nadar, a andar en bicicleta e incluso lo motiva a aprender más idiomas.

Yo lo enseñé a nadar, a andar en bicicleta, y lo tengo estudiando otros idiomas. Todos los días busco capacitarme para entender qué pasa, cómo manejar la adolescencia y estos cambios que son difíciles para cualquier ser humano. Es cuestión de resolver, acompañar, aprender… y sí, he tenido mucho que pensar, confiesa.

Aunque quiere brindarle las mejores herramientas, admite que como madre siempre siente miedo por el futuro y cierta ansiedad: "Pienso que lo que tengo que hacer es apoyarlo y promover la amistad. Él tiene varios amiguitos y siempre procuro organizar vacaciones con ellos", dice.

Hazell también trata de inculcarle a Bruno su amor por el arte. Siempre que puede, lo lleva al teatro para que aprecie las coreografías. Aunque él nunca la vio bailar en vivo, ha podido mostrarle videos de sus presentaciones, lo que lo sorprende y le genera admiración.

Soy una artista; eso es lo que me mueve. Le conté que voy a hacer una coreografía y me dijo: "Mamá, ¿de verdad?". Le expliqué de qué trataba. Es un chico muy amoroso, cuenta.

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