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Guns N’ Roses en Costa Rica: Cuando lo que querés y lo que recibís no es lo mismo

Axl, Slash y Duff saben que ya no son los de antes y no lo ocultan: el segundo espectáculo de Guns en suelo tico fue, así, más sincero, ameno, musicalmente diverso y emocional.

Por Víctor Fernández G. | 2 de Oct. 2025 | 12:26 pm

Foto: Guns N' Roses.

Que Guns N' Roses bautizara a su gira del 2025 "Because What You Want & What You Get Are Two Completely Different Things" (Porque lo que querés y lo que obtenés son dos cosas completamente diferentes) marcó el tono de la lluviosa noche: el Guns con el que crecimos no es el mismo que actuó el 1° de octubre en el Estadio Nacional; se parecen, claro, pero desde la banda ahora se nos hace la petición respetuosa de moderar nuestras expectativas.

Guns no puede sonar a lo que quisiéramos, a lo que aspiramos. No es posible porque no tenemos a Izzy y a Steven para completar la alineación clásica; no es posible porque la voz de W. Axl Rose ha perdido cualidades —aunque nada trágico— y, a lo largo del show, se deja lucir de tanto en tanto, como en los viejos tiempos. No es el Guns que quisiéramos, pero tampoco vamos a ser tan ingratos de quejarnos de lo que recibimos.

Lo anterior no quiere decir que su presentación fue mala, todo lo contrario. Sin embargo, es claro que los veteranos músicos, y en especial Rose, alcanzaron una paz emocional que no les vimos la primera vez que actuaron en el país en el 2016, cuando el vocalista dejó de lado sus diferencias fratricidas con el guitarrista Slash y el bajista Duff McKagan. Desde entonces han pasado casi 10 años y el triunvirato ha limado muchas de sus rencillas y se ha concentrado en la música. Todo esto incidió en que su recital del 2025 fuese mucho más ameno y sin la palpable tensión del 2016. Por algo, todos los presentes celebramos cada vez que Axl se acercó a Slash y le puso la mano en la espalda, algo impensable en el show del 2016.

Pero vayamos por partes, primero con los apuntes logísticos. Dado que Guns interpreta sets de casi tres horas y que Costa Rica tiene una anacrónica reglamentación que dicta que las presentaciones en espacios abiertos deben acabarse a las 10 p. m., a todos nos tocó correr para estar en La Sabana en horario de una tarde juvenil. Los teloneros nacionales, Slavon y Gentry, tocaron, cuando aún había luz solar, solo frente a un puñado de fiebres, pues la mayoría de los asistentes ingresó justo antes de la hora anunciada de inicio del plato fuerte, a las 6:30 p. m. Aun así, Axl y los suyos aparecieron en escena a las 7:15 p. m., quizás para no perder del todo aquella "tradición" de empezar sus shows con retraso.

Foto: Guns N' Roses.

Lamentablemente, el aforo completo del Estadio Nacional le quedó grande a Guns N' Roses. La agrupación no llenó en el 2016 ese recinto, cuando contó con mayor afluencia, y era predecible que menos personas acudirían a esta segunda cita (como es tradición en Costa Rica: casi ningún grupo de rock internacional logra la misma convocatoria en su segunda visita). Fue triste ver tantos espacios vacíos en la gramilla y las graderías, con el agravante de que el sonido de la batería rebotó contra los despoblados de la parte alta de Sombra, generando un desafortunado eco. Sin duda, el formato de medio estadio, con solo una gradería de frente a la tarima, hubiese sido más favorable para los músicos y la audiencia.

El sonido tampoco fue el mejor y cuando Guns empezó lo suyo, tomó varias canciones antes de lograr oírlos de la mejor manera. La voz de Axl es particular y con un rango amplio, pero osciló en volúmenes a lo largo del show. Acá hay que reconocer que no todo es culpa del cantante o de la mesa de sonido, pues la acústica del Estadio Nacional ya ha quedado debiendo antes en otros espectáculos, cuando quienes están en la gradería no escuchan con la misma nitidez que quienes están de frente al escenario. Es un recinto muy grande y abierto que rara, muy rara vez, se llena en eventos musicales (solo nombres como Coldplay, Bad Bunny, Roger Waters y Karol G lo han colmado), por lo que ya vendría bien que en Heredia completen de una vez por todas el nuevo Rosabal Cordero, que pinta a ser ese estadio de media talla que podría albergar este tipo de shows que rondan las 20.000 personas o menos. Pero ese cuento es para otro día.

En la parte de audiovisuales, pues nada rescatable: más allá de la proyección de los músicos en las pantallas gigantes —algo que siempre agradecen los fans de los asientos más alejados—, el grupo no se complicó mucho, recurriendo a unas animaciones genéricas y repetitivas de calaveras y rosas, más propias de un salvapantallas hecho con IA. Una lástima, pues una banda con tanta historia y momentos emblemáticos bien podría aprovechar los visuales en algo más memorable. Pero, de nuevo: tenemos que ajustar nuestras expectativas.

En cuanto a los Guns, es claro que el grupo tiene su jerarquía, con los tres ídolos titulares y sus músicos de apoyo. De la encarnación que vimos en el 2016 siguen presentes Richard Fortus en la guitarra rítmica y Melissa Reese en los teclados y coros. Fortus es el único sobreviviente de la alineación de "Axl y su combo", aquel extraño período en el que Rose era el único miembro original y se hacía acompañar por una constelación de músicos contratados. Esta permanencia del guitarrista, quien se incorporó en el 2002, no es casualidad: asume su rol con discreción y eficiencia, complementando a Slash pero sin meterse en su camino. Lo mismo puede decirse de Reese, quien le da dinamismo y energía juvenil a una agrupación jefeada por tres veteranos del glam metal que ya sobrepasaron los 60 años de edad. Finalmente, en la batería vimos el debut de Isaac Carpenter, un "carajillo" de 46 años que llegó este año a sustituir a Frank Ferrer: se le notó cómodo y hasta divertido, simulando una versión limpia y desintoxicada de Tommy Lee. Carpenter es respetuoso de los bateristas que escribieron la historia de Guns, especialmente de Steven Adler, y cumplió sin excesos ni payasadas. Un buen fichaje de parte de McKagan, que ya lo había tenido en su banda Loaded.

Foto: Guns N' Roses.

Capítulo aparte merece el músico que menos apareció en las pantallas de video: el tecladista Dizzy Reed. A uno se le olvida que Dizzy sí es miembro titular de Guns desde la época de los Use Your Illusion y que incluso fue admitido como parte de la agrupación en el Salón de la Fama del Rock and Roll. El pianista siempre ha jugado bien sus cartas, sin inmiscuirse en las disputas y siendo leal con Axl, pase lo que pase. Su trabajo es a la sombra, en la parte de atrás del escenario, pero indispensable: qué lección dio, por ejemplo, en "Civil War".

El repertorio fue extenso, muy variado y con notables diferencias respecto a lo que el grupo tocó acá en el 2016: aquella velada estuvo aún muy permeada por la necedad de Axl de darle legitimidad a las canciones del Chinese Democracy, el disco "solista" que grabó sin Slash y Duff. Así, cuando en la primera visita tuvimos que aguantar tres canciones del Chinese, en esta ocasión el setlist solo admitió la pieza titular de ese álbum, que vale decir es la mejor. Y, sorprendentemente, Axl concedió espacio para interpretar, grata sorpresa, a "Slither", de Velvet Revolver, la recordada y exitosa banda que el guitarrista y el bajista tuvieron con el fallecido Scott Weiland.

De hecho, el espectáculo fue generoso en covers: seis de las 27 canciones fueron prestadas. Estuvieron, desde luego, los temas que Guns hizo suyos hace décadas y que incluso algunos podrían ignorar que no son originales: "Live and Let Die", de Wings, y "Knockin' on Heaven's Door", de Bob Dylan. Pero también hubo lecciones de música con "Down on the Farm", original de UK Subs y que Guns incluyó en su disco de covers The Spaghetti Incident? (1993); "Wichita Lineman", recién agregada al repertorio a partir del clásico country que Glen Campbell grabó de la obra de Jimmy Webb, y un tributo a Ozzy Osbourne, con una intensa versión de "Sabbath Bloody Sabbath".

Además, tuvimos las incorporaciones de piezas originales que Guns no tocó en el 2016, como "Pretty Tied Up" y "So Fine", esta última con Duff en la voz principal.

En cuanto a los clásicos, la selección fue impecable y comprensiva: iniciar el show con "Welcome to the Jungle", aun pese a los problemas de sonido, fue una declaración de guerra, sin medias tintas. Y lo mismo se puede decir del cierre con "Paradise City", teniendo en el medio el compilado de éxitos como "You Could Be Mine", "November Rain" (con un Axl virtuoso en el piano), el segmento acústico con "Patience" y el coro masivo en "Sweet Child o' Mine" y "Don't Cry".

Foto: Guns N' Roses.

Con leves diferencias, la dinámica en todas las canciones es la misma: Axl lleva el rol protagónico, pero la emoción y estallido de euforia de la masa quedan reservados para los solos de Slash: pone la piel de gallina verlo ceñido sobre las cuerdas, absorto, sin desprenderse de sus lentes de sol y emblemático sombrero. La diferencia está en que ya no fuma en tarima y, aparentemente, ha estado ejercitándose: hasta fornido luce.

Y eso se extiende a los demás: los tres Guns originales se ven sanos, felices, bastante plenos. Si en el 2016 Axl venía cubierto de capas de ropa y con un look fachento, ahora luce más en forma: se quitó peso de encima, es notable, y sonríe más, luciendo unos dientes inmaculados. Duff, por su parte, sigue tan cool como siempre, con su aspecto de punk rocker que sobrevivió a él mismo y hoy disfruta la vida sin complicarse.

Los tres sonaron bien juntos, amarrados, respetuosos de sus espacios y sabiendo complementarse, sin majarse los cables. No sé cuán amigables serán sus interacciones fuera del ojo público, pero la tolerancia es evidente: y eso la música y la audiencia lo sienten.

El Guns N' Roses del 2025 es mejor que el del 2016, pero tampoco pretende competir con el de 1989. No es el Guns que quisimos ver en vivo, pero sí la mejor versión posible a la que podemos aspirar a estas alturas de la vida. Que estos tres señores estén, contra todos los pronósticos, cumpliendo casi una década de reencuentro es un milagro del rock and roll. Por eso, solo por eso, ya podemos darnos por complacidos con lo ocurrido la noche del miércoles en el Estadio Nacional: de ahí en adelante, todo es ganancia.

Foto: Guns N' Roses.

Ficha técnica

  • Artista: Guns N' Roses

  • Fecha: 1° de octubre de 2025

  • Lugar: Estadio Nacional, San José, Costa Rica

  • Duración: 2 horas 50 minutos aprox.

  • Teloneros: Slavon y Gentry

  • Producción: Mercury Concerts / Costa Vida Presenta / Stockwell Entretenimiento

  • Setlist: 27 canciones (incluyendo seis covers)

  • Músicos:

    • Axl Rose (voz, piano)

    • Slash (guitarra principal)

    • Duff McKagan (bajo, voz)

    • Richard Fortus (guitarra rítmica)

    • Dizzy Reed (teclados)

    • Melissa Reese (teclados, coros)

    • Isaac Carpenter (batería)

Setlist

  1. Welcome to the Jungle
  2. Bad Obsession
  3. Mr. Brownstone
  4. Chinese Democracy
  5. It's So Easy
  6. Live and Let Die (Wings cover)
  7. Slither (Velvet Revolver cover)
  8. Estranged
  9. Pretty Tied Up
  10. Rocket Queen
  11. Yesterdays
  12. Knockin' on Heaven's Door (Bob Dylan cover)
  13. Don't Cry
  14. Double Talkin' Jive
  15. Sabbath Bloody Sabbath (Black Sabbath cover)
  16. Civil War
  17. So Fine
  18. Down on the Farm (UK Subs cover)
  19. You Could Be Mine
  20. Hard Skool
  21. Solo de Slash
  22. Sweet Child o' Mine
  23. November Rain
  24. Wichita Lineman (Jimmy Webb cover)
  25. Patience
  26. Nightrain
  27. Paradise City

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