Funes el Memorioso y la Inteligencia Artificial
"Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer"; escribía Jorge Luis Borges (escritor y pensador argentino y universal), en "Funes el Memorioso", a propósito del protagonista de uno de sus cuentos más ingeniosos.
El tal Irineo Funes, era un tipo uruguayo que había sido "volteado" por "un redomón en la estancia de San Francisco, y que había quedado tullido, sin esperanza", pero con una memoria prodigiosa, capaz de recordar cada momento y cada detalle de su vida, al punto de que tardaba más de un día en rememorar lo que había hecho el día anterior. La caída del caballo le hizo perder la conciencia, pero cuando la recobró "el presente era casi intolerable de tan rico y tan nítido, y también las memorias más antiguas y más triviales". Funes, entonces, no perdió la memoria al ser "volteado" por un caballo, sino el "olvido".
De esta manera, "en el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos". Aunque había aprendido sin esfuerzo el inglés, el francés, el portugués, el latín; no "era capaz de pensar", porque no era capaz de abstraer y de olvidar.
Recordaba Borges, quizás, al propio Federico Nietzsche, quien en su capítulo Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida, recalcaba: "Imaginemos el caso extremo de un hombre al que se le hubiera desposeído completamente de la fuerza de olvidar, alguien que estuviera condenado a ver en todas partes un devenir. Ese hombre no sería capaz de creer más en su propia existencia… Es posible vivir casi sin recuerdos, e incluso vivir feliz…, pero es imposible vivir sin olvidar".
A este propósito, cabe preguntarse si el exceso de datos, la minería de los mismos, y los algoritmos infinitos, que nos regalan Google y sus sucedáneos, al ser incapaces de discernir, de abstraer y de "olvidar", ¿no terminarán siendo como la memoria de Funes: "un vaciadero de basuras", donde el almacenamiento de imágenes y de datos en la memoria de nuestras computadoras, tabletas y celulares será más importante que el pensamiento?
El olvido no es únicamente una definición válida de la inteligencia, sino una obligación jurídica esencial para lograr la convivencia. Los tribunales europeos y la propia Sala Constitucional, pero sin alumbrar todas sus consecuencias necesarias, cada vez más insisten en el "derecho al olvido"; pero lo limitan a algunas pocas cosas (en materia civil para operaciones crediticias, en materia criminal, para los antecedentes penales; en materia de salud para las enfermedades, pero poco más).
José León Sánchez, nuestro escritor de la Isla de los Hombres Solos, tituló una de sus obras menos conocidas, "Cuando nos alcanza el ayer", recordando e insistiendo vanamente en el "derecho al olvido", porque aunque la Sala Constitucional anuló su sentencia por violación al debido proceso, y en 1999 se le absolvió de la responsabilidad del crimen por el que se le condenó indebidamente, el estigma de esa condena original lo dominó hasta el resto de su vida y aún hoy, casi un año después de su partida, la memoria infinita de la Web sigue recordándonos aquella condena sin debido proceso.
Cuando oímos la expresión 'inteligencia artificial', destacamos lo de 'artificial'. Esto último nos queda relativamente claro, es la contrapartida de la inteligencia 'natural' (la que ostentamos presumidamente los seres humanos). Será aquella inteligencia construida por nosotros ('hecho por mano e inteligencia del hombre'), pero que se independiza y piensa por sí misma ('no natural', para usar una de las acepciones del Diccionario de la Real Academia).
Queda entonces preguntarlos por la primera parte de la expresión. 'Inteligencia' según el mismo Diccionario supone la "capacidad de entender o comprender" "de resolver problemas", de "conocimiento, comprender y entender", o de "habilidad, destreza y experiencia".
Bajo esa tesitura, la "inteligencia artificial" sería la capacidad no natural de entender, comprender y resolver problemas, o si ustedes quieren, aquella "disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico."
Si el ChatGpt y sus sucedáneos nos ayudan a entender, comprender y resolver problemas, entonces habremos avanzado significativamente, pero si en lugar de ello, aumentan los problemas y nos confunden aún más, entonces habremos perdido algo en el devenir histórico y creado una máquina distópica. La clave para lograr lo primero es que sepamos hacer uso de esos instrumentos maravillosos, producto de la propia inteligencia humana, para que esa nueva inteligencia nos permita mejorar nuestra propia condición. Esto es, que nuestros derechos humanos sean respetados y desarrollados, no avasallados o desnaturalizados.
Queda esperar que la inteligencia artificial logre ser más inteligente que los datos que la alimentan. Esto es, que sea capaz de "discernir", "abstraer" y "olvidar" toda esa información infinita que la Web tiene almacenada sin distinguir la calidad y utilidad de cada expresión o tema que contiene y que le consultamos, poseídos por esa vana ilusión de que memorizar es conocer y de que conocer es pensar; cuando, más bien, pensar es abstraer, discernir y olvidar.
No soy tan optimista, pero me atengo a la prueba: ¿será la inteligencia artificial capaz de olvidar?