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“Fantasmas digitales” con IA: la vida después de la muerte ya es negocio

Por Marión Briancesco | 17 de May. 2025 | 12:56 am

Imagínelo: usted muere, pero su familia sigue recibiendo mensajes suyos. Pueden hacerle preguntas, escuchar sus historias, incluso discutir sobre política o recordar anécdotas familiares. Todo mediante un avatar digital entrenado con su voz, sus datos y su forma de pensar. Para algunos, se trata de una nueva forma de consuelo. Para otros, una perturbadora distorsión del duelo.

Aunque parezca ciencia ficción, esta tecnología ya está en marcha. Un estudio de Meredith Ringel Morris (Google DeepMind) y Jed Brubaker (Universidad de Colorado Boulder) analiza sus posibles beneficios —como el consuelo emocional y la continuidad del vínculo—, pero también sus riesgos: distorsión de la identidad, dependencia emocional, e incluso una “segunda muerte” si el avatar desaparece.

Una nueva vida después de la muerte

Estos fantasmas generativos —como los llaman los investigadores— son agentes de inteligencia artificial entrenados con los datos de una persona: grabaciones de voz, mensajes, publicaciones, videos, entrevistas. A partir de ese material, se construye una representación capaz de mantener conversaciones coherentes con su personalidad. A diferencia de los griefbots, que se limitan a repetir frases o recuerdos preprogramados, estos fantasmas pueden generar contenido nuevo, adaptarse al contexto e incluso aprender.

Para algunos, son una forma revolucionaria de consuelo. Permiten mantener vivo el vínculo, escuchar historias familiares, recibir consejos. El proyecto HereAfter, por ejemplo, graba entrevistas en vida y luego crea un chatbot que habla como el fallecido. StoryFile utiliza grabaciones en video con procesamiento de lenguaje natural para que los vivos puedan hacer preguntas. En Corea del Sur, DeepBrain AI ofrece Re;memory, un avatar interactivo que responde en tiempo real tras una entrevista de siete horas.

La startup china Silicon Intelligence y la estadounidense Super Brain también están avanzando en esta línea, ofreciendo versiones más automatizadas y comercialmente escalables de estos avatares póstumos

Esta industria también remueve las bases culturales y filosóficas del duelo: ¿Qué significa dejar ir cuando el muerto puede seguir hablando? ¿Qué ocurre si un avatar evoluciona, cambia de opinión, aprende cosas nuevas? ¿Sigue siendo la misma persona?

El más allá en la era del algoritmo

El estudio advierte que los fantasmas generativos podrían ofrecer beneficios reales para las personas en proceso de duelo, pero también acarrear consecuencias no previstas. Hablan de posibles segundas muertes —cuando un avatar deja de funcionar, por fallas técnicas, decisiones legales o falta de recursos económicos—, y del dolor que eso puede causar. Plantean también riesgos de salud mental: dependencia emocional, negación del duelo, dificultad para formar nuevos vínculos.

Además, la representación digital de una persona no siempre se comporta como ella. Un fallo en el sistema, un sesgo en los datos o un hackeo malicioso pueden distorsionar la imagen del fallecido, revelar secretos o inventar recuerdos falsos. Hay quienes temen, incluso, que estos fantasmas se conviertan en objeto de culto o que influyan en decisiones importantes de los vivos.

Según una encuesta global de Kaspersky publicada en 2024, un 35% de las personas considera que estas tecnologías pueden ayudar en el duelo, mientras que un 38% las rechaza por completo. Un 61% teme, además, que las identidades digitales de los fallecidos sean vulnerables al robo o la manipulación, ya que no hay nadie que defienda su legado en línea.

En el Instituto Tecnológico de Massachusetts, el proyecto Augmented Eternity explora cómo una persona puede diseñar su representación digital antes de morir, para que actúe con cierta autonomía después. Pero eso también plantea preguntas: ¿quién tiene derecho a crear un fantasma digital? ¿Debe actualizarse con el tiempo o permanecer congelado como en el momento de la muerte? ¿Qué ocurre si un avatar infantil “crece” digitalmente hasta la adultez?

Los investigadores concluyen que el diseño de estos “fantasmas generativos” —incluyendo aspectos como quién los crea, cuándo se activan, si pueden cambiar con el tiempo o cuántas versiones pueden existir— no solo afecta la experiencia de las personas en duelo, sino que tiene implicaciones para la privacidad, la memoria y la cultura.

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