Eugenia: la voz que defiende a los hombres de la violencia
Organización encabezada por mujer lidera lucha por equidad masculina
Una casa color amarillo enclavada en una acogedora calle en las cercanías de la antigua rotonda de Guadalupe es refugio, confesionario y pañuelo de lágrimas para muchísimos hombres agobiados por pugnas maritales, paternidades frustradas, pensiones alimentarias o agresiones.
Ahí dentro, en un despacho con un escritorio grande de madera y una mesa con recuerdos de muchos países, está Eugenia Quesada Montero. Ella es la presidenta de la Fundación Instituto de Apoyo Hombre (Fundiapho), una organización dedicada a proveer asesoría jurídica a hombres que viven coyunturas familiares complejas.
Quesada lidera una cruzada que, según sus palabras, no busca favorecer a la masculinidad sino que, por el contrario, prefiere creer que su papel es el de una luchadora por la equidad.
Hace una década ella y su padre manejaban una oficina de abogados donde recibían numerosos casos, en una gran medida eran padres con restricciones para ver a sus hijos. Es más, padres deteriorados patrimonialmente por pugnas intrafamiliares.
Entre la angustia de esas personas, los abogados consideraron que la balanza no siempre se inclinaba de la manera más justa y por eso se enfocaron luego en crear la organización.
Separada, con 2 hijos mayores (de 27 y 32 años), la abogada no se inmuta ante quienes la señalan por asumir una causa a favor de los hombres de una manera casi encarnizada. ¡Sí, una mujer!
Tampoco se inquieta por ponerse el traje de contraparte (y hasta contendiente) del Instituto Nacional de la Mujer (Inamu), pues señala los esfuerzos de esa entidad son desproporcionados en perjuicio de los hombres.
“Yo no defiendo a los hombres como el género masculino. Yo defiendo la equidad. En este momento, y desde hace varios años, vemos que hay una inequidad. En el marco normativo no solo está más desprotegido el hombre, sino también en oportunidades laborales. Por ejemplo, nosotros tenemos cuotas en juntas directivas o como diputadas. También, si una mujer no tiene trabajo hay redes de cuido o iniciativas para su ayuda y resguardo ¿Qué hay para el hombre?”, comentó Quesada.
“Rata de dos patas”
En la recepción de Fundiapho hay un juego de sillones que casi diariamente está ocupado por hombres urgidos de asesoría legal para procesos tan variados como divorcios o fijaciones de pensiones alimentarias.
La mayoría vive entre apuros económicos, en un laberinto mental casi indescifrable y casi siempre no cuentan con los recursos para asumir una representación legal privada.
Recientemente, Quesada estuvo en el ojo público por interponer un recurso de amparo contra la presentación de la cantante mexicana Paquita la Del Barrio en los festejos populares de Palmares.
Según la queja, la letra de la canción ‘Rata de Dos Patas’ es ofensiva contra los hombres y se asemeja a la polémica con los reconocidos gritos de ‘sucia’ y ‘perra’ en alusión a un tema de la banda Los Ángeles Azules -quienes vinieron al país el año pasado- que parecían denigrar a la mujer.
“Sí trató de llamar la atención, pero no hacia mí. Es hacia la problemática que vivimos. Los insultos y el maltrato, que se conocen jurídicamente como sevicia, no se consideran violencia cuando es un hombre. Es necesario irnos a algo tan coloquial e intrascendente como lo es la canción de Paquita, pues ella misma fue clara al decir que le canta al hombre infiel que nos hace tanto daño a nosotras las mujeres.
“Eso es un criterio totalmente obsoleto y parcializado. La infidelidad de la mujer es un problema que está equiparado a la del hombre. No es posible que se validen los insultos al hombre y no se cumpla la misma aceptación en estrados judiciales (…) ¿Qué me digan ridícula? Ridículo es lo que sucede con esa doble moral”, apuntó la abogada.
Acciones como la del recurso de amparo convierten a Quesada en una figura bajo fuego cruzado. Así se percibe en redes sociales y hasta en la misma calle.
“Me dicen de todo, pero me sorprende que mucho del apoyo viene de mujeres. Hay una población que apoya mucho y son las abuelitas, es decir las mamás de los hombres que no pueden ver a sus hijos. Dicen que se les cercena el derecho a ser abuelas. Y, esto muestra que las mujeres se están dando cuenta que hay hombres agredidos, que sus parejas son agredidas o que sus hijos y compañeros de trabajo están pasando por eso”, apuntó la abogada.
En la institución hasta tramitan algunos casos de mujeres para “no perder la perspectiva”. Según manifiesta Quesada, se debe procurar una objetividad ante la desproporción social que –considera- existe para con los hombres.
¿Contraparte del Inamu? La respuesta es clara: “Hacemos una labor importante. Pusimos sobre la palestra el tema y visibilizamos a los hombres. Existe una problemática, aunque no hemos tenido el espacio o los recursos suficientes para demostrarlo con estadísticas. Esa es nuestra gran debilidad. No tenemos esa facilidad para demostrar el grado de agresión que sufre el hombre. No deja de ser una desventaja muy fuerte competir contra una institución que tiene 20 mil millones de colones para gastarse en campañas que le permiten visibilizar con sobrada presencia el tema de las mujeres”.
Los sillones y la casa amarilla seguirán a la espera de más historias de hombres entre la espada y la pared.