¡Este martes todos somos Lencho Salazar!
¿Sabía usted que Lencho habla en latín?

Dionisio Cabal y La Cruceta organizan el homenaje al impulsor del canto de identidad nacional. Foto Más Cultura Producciones.
No se te olvide que el martes 21 al mediodía le hacen un homenaje a Lencho Salazar en el Teatro Nacional. Llegarán folkloristas, músicos, actores, escritores, periodistas, un montón de gente que va a reconocer y honrar la larga y productiva carrera de Lencho.
Lorenzo Salazar Morales está ahora con mala salud y por orden de los doctores tendrá que quedarse en su casa viendo todo por tele, pero él mismo nos ha contado su cuento y la historia de su parentela.
Cartagos y josefinos que emigraron
Por el lado de su papá, Lencho viene de familias cartagas, de Tres Ríos, y por el lado materno desciende de familias josefinas de Tibás y Moravia. Familias todas muy representativas de la migración que se dio en el siglo XIX con la expansión de los cafetales hacia el oeste del Valle Central.
A Naranjo fueron a parar esas gentes. Los abuelos paternos de Lencho, los papás de don Víctor Salazar Jiménez -Maurilio Salazar Marín y Narcisa Jimenez Bejarano- se casaron en Naranjo el 4 de mayo de 1895.
Los abuelos maternos fueron Pedro José Morales Vargas (a quien Lencho recuerda como Pedro José Morales Paz) y Beatriz Corrales Blanco, que casaron en Naranjo el 16 de junio de 1888 y son los padres de doña Elisa Morales Corrales.

Dionisio Cabal considera a Lencho el más importante cantor costumbrista de todos los tiempos.
La mamá de Lencho, doña Elisa Morales Corrales, era la que hacía el papel de doña María en las producciones de Miguel Salguero.
Además de actriz, doña Elisa era enfermera, partera, pintora -hacía cuadros al óleo de los tres reyes magos, que servían de fondo en los portales- y también sabía hilar en rueca.
Vivieron un tiempo en Villa Quesada a la par de mi casa y cuando yo muy carajillo llegaba a estorbar, doña Elisa o su hija doña Mercedes me daban una tortilla embarrada de manteca de chancho para que me estuviera quedito y no fregara la paciencia.
Maestro de capilla en Villa Quesada
Ya en esos tiempos, principios de los años 1950, Lencho se la jugaba con la música. Tocaba el armonio en la parroquia de Villa Quesada y cantaba los oficios religiosos en un latín maicero que provocaba las carcajadas del cura en media misa.

Emeterio Viales estará en el homenaje a Lecho. Foto Más Cultura Producciones.
También por esa época recibió clases de acordeón con don Dacio Alfaro, que luego fue mi profesor de música en el Liceo San Carlos. Evidentemente, Lencho tenía buen oído. Yo no. Yo soy más sordo que un ladrillo, desafino hasta tocando una puerta.
Todavía quedan en San Carlos muchos parientes de Lencho: los Núñez Salazar, por ejemplo, que son los herederos del pasito navideño de doña Elisa. Ese pasito llegó de Guatemala hace como 200 años a lomo de mula, según cuentan.
Los santos son tallados en madera, con cabeza, cara y manos esmaltadas, santos de vestir, que de acuerdo con la tradición del Valle Central deben ser transmitidos de madre a hija menor.
Ahora el pasito lo tiene doña Mercedes Salazar y algún día lo heredará su hija menor, doña Any Nuñez.
De conquistadores, indígenas y africanos
Y si vemos para atrás, las raíces de la familia de Lencho llegan por varias líneas hasta Juan Vázquez de Coronado y otros conquistadores españoles, así como a antepasados indígenas huetares y a esclavos africanos.
Es más o menos la misma mezcla promedio que tenemos los vallecentraleños, de acuerdo con lo estudiado por don Mauricio Meléndez y otros genealogistas.
A fin de cuentas, si nos ponemos a hacer números y a sacar parentescos, por aquí casi ¡todos vamos a resultar familia de Lencho!