Festival Picnic 2026: manual de uso para la Generación X
Christina Aguilera, Maná y una constelación de reguetoneros sub-25 de nombres impronunciables: una mirada al Festival Picnic 2026 y a la lógica del FOMO

Hay un punto muy específico en la vida adulta en el que uno reconoce cuando un festival de música ya no es para uno sino para los hijos. El cartel del Festival Picnic 2026 está justo ahí. Por primera vez tengo una hija con edad para ir al Picnic, un hito que sospecho para miles de jóvenes que alcanzan la mayoría de edad en esta temporada puede resultar más relevante que el derecho a estrenarse como votantes en febrero.
Este martes se anunció oficialmente la alineación del Festival Picnic 2026, el evento estrella de la productora Jogo y que se celebrará en marzo, a doble fecha, en el Centro de Eventos Pedregal. El cartel reúne nombres como Maná, Christina Aguilera, Simple Plan, Juanes, Alpha Blondy, Young Miko, Mora, Rels B, Yandel, Farruko, Tokischa, entre muchos otros, y desde luego, el más fuerte de esta edición: Christian Nodal.
Conviene hacer una aclaración obvia: yo no soy el público meta del Picnic. No lo he sido nunca y, rozando ya los 50 años, mucho menos. De hecho, solo he asistido una vez al festival, en el 2022, en aquella lluviosa edición pospandémica celebrada en invierno que me pareció una experiencia miserable. Ese antecedente está ahí, escrito y publicado. No hace falta volver sobre él. El punto ahora no es ajustar cuentas, sino leer este cartel desde el lugar que me toca hoy: el de alguien que observa más de lo que participa.
Dicho eso, ¿qué ofrece el Picnic 2026 para públicos de la Generación X o millennials mayores? Por ahora, muy poco. A diferencia de ediciones recientes en las que el festival parecía hacerle ojitos al público adulto con actos salidos de la época en la que MTV aún pasaba videos musicales —Incubus, Café Tacuba, Cypress Hill, Julieta Venegas, Zoé, Fabulosos Cadillacs, o el lujo que supusieron el año pasado Gwen Stefani y Sublime—, esta vez ese espacio lo ocupa casi en solitario Simple Plan, banda emblemática del punk pop de principios de los 2000. Popular en su momento, cumple el rol que en Picnic ya jugó antes The Offspring: el guiño generacional justo, sin convertirlo en el eje del festival. Quién quita que más adelante se sume algún nombre de ese talante, como ya ocurrió en otras ediciones cuando el cartel se terminó de cerrar semanas después.
El resto de los actos veteranos para el 2026 transita por una zona más tibia. Enanitos Verdes, por ejemplo, funciona hoy más como un grupo tributo de sí mismo tras la pérdida de Marciano Cantero. Hay buenas intenciones y respeto por el legado, pero difícilmente mueva la aguja a la hora de decidir la compra de una entrada. Algo parecido ocurre con artistas como Juanes y Alpha Blondy, músicos conocidos y respetables que ya han venido en reiteradas ocasiones a Costa Rica. No están mal; simplemente ya no generan urgencia.
Maná aparece como un gran headliner, sin discusión. Hace años que no anda de gira y, aunque sus días de llenar estadios parecen haber quedado atrás, encaja mejor que nunca en el formato festival. Además, no sería extraño que Jogo repita una fórmula ya conocida: traerlos primero a Picnic y, más adelante, anunciar un concierto solo con ellos. Es el camino que ya recorrieron con Morat, los Cadillacs, Alejandro Fernández y Carlos Vives. Dos pájaros de un tiro en la misma negociación.
Con Christina Aguilera ocurre algo distinto. Es una gran artista, nadie lo discute, pero su visita apela claramente a la nostalgia del cambio de milenio. Vendrá con un repertorio cargado de éxitos de hace 20 años pues, más allá de un puñado de fans muy fieles, cuesta citar títulos relevantes de su discografía en la última década. Es de esos casos en los que a uno le ponen enfrente a un artista que nunca soñó ver en vivo y que, siendo honestos, tampoco se le cruzaba por la cabeza disfrutar en concierto a estas alturas de la vida. Y aun así, ya que está ahí, mal no cae. Algo parecido ocurrió con Seal en el segundo Festival Imperial: nadie llevaba Kiss from a Rose tatuado en el corazón, pero fue bonito anotarlo en la lista de vistos en vivo.
El bloque urbano es donde la brecha generacional se vuelve más infranqueable. Para muchos adultos puede resultar difícil diferenciar, digamos, a Rels B de Mora, aunque esa distinción sea obvia y hasta sensible para quienes crecen con ellos. Con los veteranos del perreo del próximo Picnic tal vez tengamos mejor suerte, aunque sé que, al menos yo, no podría reconocer a Farruko si me lo encuentro caminando por la calle y lo mismo me pasaría con Yandel, pues me cuesta asimilarlo sin Wisin a la par. De nuevo, esta parte no es para nosotros. Lo sé bien: me resultó insufrible el set de Rauw Alejandro en el Picnic 2022, mientras a mi alrededor reinaba el éxtasis colectivo juvenil.
Eso no es un defecto del festival, sino una constatación generacional. Young Miko, Mora, Rels B, De La Rose, Tokischa, y Farruko son artistas de la casa, habituales del ecosistema Picnic–Jogo, y cumplen perfectamente su función dentro de una franquicia que sabe muy bien a quién le habla. En cuanto al rapero estadounidense Tyga, sé que es famoso pero me resulta imposible ubicar alguna de sus canciones dentro de mi cuenta de Spotify (donde, de todos modos, el rap predominante es de nombres como Digital Underground y Bone Thugs-N-Harmony).
Luego está todo un segmento del cartel que, siendo francos, se mueve en territorio prácticamente desconocido para buena parte de la audiencia adulta. Un bloque poblado por nombres como Trueno, De La Rose, Rainao, Lunay, Yan Block, Juan Duque, Kapo, Corina Smith o Jerry Di, que no apelan a la nostalgia ni al hit que alguna vez sonó en la radio, sino a una lógica distinta: artistas que funcionan mejor en algoritmos, en TikTok y en conversación digital. Para la Generación X, ese tramo del afiche se lee casi como un trabalenguas tipográfico; para el público joven, en cambio, es el corazón mismo del festival. Y esa distancia —no entender quiénes son ni por qué están ahí— no es un defecto del Picnic, sino la confirmación de que nunca necesitó hablarnos a todos para seguir llenando.
Curiosamente, mis mayores entusiasmos del cartel están lejos de los encabezados. Además de Orishas, el grupo cubano de hip hop que —hasta donde me alcanza la memoria— no se ha presentado antes en Costa Rica y que considero uno de los proyectos más interesantes del género en Latinoamérica, también destaco a Bomba Estéreo. La banda colombiana ha sabido moverse entre la electrónica, la música caribeña y el pop alternativo, y suele ofrecer uno de esos conciertos que funcionan igual para quien va a bailar como para quien va a mirar desde atrás, cerveza en mano.
Y ahora sí, el nombre que lo explica todo: Christian Nodal. Más que Maná, más que Christina Aguilera, más que cualquier otro. Nodal es el artista que encabeza la fuerza de ventas del Picnic 2026. Un músico que se come por sí solo el Estadio Nacional y que deja claro cuál es el verdadero imán de esta edición. Todo lo demás acompaña.
Hace un par de años me aventuré, sin mucho tino, a decir que Picnic estaba llamado a convertirse en el heredero del Festival Imperial. Hoy esa lectura no se sostiene. Picnic 2026 llegará casi en las fechas en que se cumplirán 20 años del primer Imperial, pero no apunta a reemplazarlo, sino a superarlo como franquicia, como evento que se asegura el llenazo más allá de quién esté sobre la tarima. Esa es la filosofía de Jogo: apelar al FOMO que guía buena parte de las decisiones de las generaciones más jóvenes en la era de las redes sociales. El festival al que hay que ir porque sí, porque es el que se impone, aunque sea para ver a los mismos reguetoneros que ya han pasado dos o tres veces por sus escenarios.
Al final, el Picnic 2026 confirma algo que no me incomoda: este no es un festival pensado para mí, sino para quienes vienen detrás. Y por primera vez, eso incluye a alguien que vive bajo mi mismo techo. Quizá dentro de poco me toque ser de esos padres que esperan en el carro, mirando alguna serie de Netflix en el celular, mientras su hija vive su primer Picnic convencida de que ese es uno de los días más felices de su vida.