El tricampeón Teófilo Stevenson, un caballero del ring
Conocido por su fuerte pegada y su elegante boxeo, Téofilo Stevenson Lawrence fue tricampeón olímpico de Munich 1972, Montreal 1976 y Moscú 1980, además de que fue contemporáneo de grandes leyendas del ring de todos los tiempos que brillaron en esos años, como Muhammad Alí, Joe Frazer y George Foreman.
El cubano pudo cambiar la historia del pugilismo en la década de los años 1970, cuando era todo lo contrario a Alí. Uno profesional y el otro “amateur”, aunque los dos eran altos y pletóricos, con la misma clase de carisma, parecido juego de piernas y una potencia letal. “Stevenson y Alí tenían la misma clase”, fue el testimonio del polémico “manager” de boxeo, el estadounidense Don King.
Sin embargo, Stevenson siempre se mantuvo fiel a sus principios y se negó a boxear en el profesionalismo y a dejar la isla, pese a las lucrativas ofertas para desertar y aceptar un enfrentamiento con Alí, que provenía de los dirigentes del boxeo de Estados Unidos, en lo que algunos llegaron a llamar la posible “Pelea del Siglo”.
El añorado combate nunca se concretó: debían enfrentarse bajo las normas del boxeo “amateur” y era algo que no interesaba a los organizadores. Alí no solamente rechazó de plano la propuesta cubana, sino que puso sobre el tapete la suya: exigió que no fueran cinco peleas, sino una sola y a 15 asaltos. La Federación Cubana le hizo una contrapropuesta: en lugar de cinco combates de tres asaltos, efectuar tres a cinco asaltos. Pero Alí nunca respondió.
Tiempo después llamó por teléfono a Teófilo y se excusó. “Si peleaba con un boxeador aficionado como usted no tendría nada que ganar, pero sí mucho que perder”, aseguró. Alí le ofreció a Teófilo una compensación monetaria por haber declinado la pelea, pero el isleño la rechazó. “No necesito dinero”, le dijo.
Supuestamente de aquel posible enfrentamiento saldría el mejor pugilista del mundo, en la máxima división; pero nunca se sabrá cuál de estos dos grandes del boxeo era superior. ¿Quién hubiera ganado? Teófilo declaró tiempo después: “Habría sido un empate”. Y Alí manifestó lo mismo, aunque los expertos en boxeo consideran que el cubano podría haber ganado fácilmente el título mundial del peso pesado, y con él una fortuna, ya que rechazó cinco millones de dólares que le ofreció el promotor Don King por enfrentarse a Alí.
Un desconocido que brilló
El “enemigo americano” le puso muchos cheques en blanco a lo largo de su vida y le exigía abandonar Cuba. Pudo embolsarse, también un millón de dólares por pelear con Joe Frazier. Era mucho dinero en cualquier país y más para el hijo de una familia humilde.
Al principio era el desconocido al que todos querían ver boxear, con el que todos querían luchar, el tipo que mandaba rivales a la lona con una derecha que solo necesitaba un golpe. “Uno no tiene tiempo de verla (la derecha de Stevenson). Y cuando la ve, es porque la tiene ya sobre el mentón”, la describió el alemán Peter Hussing, que le sobrevivió cuatro minutos de pie en Múnich 1972.
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Nombre: Teófilo Stevenson Lawrence.
Nacimiento: 29 de marzo de 1952, en Puerto Padre, provincia de Las Tunas, Cuba.
Fallecimiento: 11 de junio de 2012 (60 años), en La Habana, Cuba.
Peso: 93 kilos.
Estatura: 1,96 metros.
Apodos: “El caballero del ring”, “El hombre de la derecha de hierro” y “Pirolo”.
Deporte: Boxeo
Categoría: Pesos pesados.
Juegos Olímpicos: Tres medallas de oro en Múnich 1972, Montreal 1976 y Moscú 1980.
Campeonato Mundial de Aficionados: Tres preseas de oro en La Habana 1974, Belgrado 1978 y Reno 1986.
Juegos Deportivos Panamericanos: Dos medallas de oro, en México D. F. 1975 y San Juan 1979; y una de bronce en Cali 1971.
Reconocimientos: El Comité Olímpico Internacional (COI) lo eligió entre los diez mejores deportistas en la década de los 80 del siglo XX. La Unesco le confirió dos veces el Premio Juego Limpio. En Cuba, una encuesta lo eligió el Atleta del Siglo XX en la Isla. En 1972, recibió el trofeo Val Barker para “el boxeador excepcional” en los Juegos de Munich y el de “Maestro de Mérito del Deporte” de la Unión Soviética. Una encuesta de la revista “Boxing Illustrated” lo escogió en 1988 “el mejor boxeador olímpico de todos los tiempos”.
Todo aquello se presentó dentro de una época de plena Guerra Fría entre el capitalismo y el comunismo, cuando el cubano prefirió continuar con sus estudios y quedarse fiel a su familia, al régimen político de su país y a su amigo, el líder cubano Fidel Castro. “Antes rojo que rico”, tituló con sarcasmo la revista “Sports Illustrated”.
“No cambiaría un pedazo de la tierra de Cuba por todos los millones que podrían darme en el mundo. Prefiero el cariño de ocho millones de cubanos", dijo, por su lado, Stevenson, cuyos detractores acusaron a menudo de temer enfrentarse a los grandes púgiles.
Ese amor por su patria y la limpieza para pelear, siempre con gran deportivismo, le valieron ser llamado el “Caballero del Ring”. Nunca escapó hacia Estados Unidos, al olor de las bolsas del deporte profesional, pues siempre decía que su religión era Cuba.
En su época como boxeadores y luego ya retirados, Stevenson y Alí fueron grandes amigos. Los dos se vieron en La Habana, en setiembre de 1998 y después en Chicago, entre otras ocasiones. Se respetaban, aunque nunca llegaran a cruzarse los guantes.
Nacido para boxear y ganar
El primer latino en coronarse tricampeón olímpico y tres veces monarca mundial nació el 29 de marzo de 1952 en Puerto Padre, en Las Tunas, a 672 kilómetros de La Habana, cerca de una plantación de azúcar. Fue el primogénito de una familia formada por la cubana Dolores Lawrence y el inmigrante Teófilo Stevenson Pearson, oriundo de las islas antillanas de San Vicente y Las Granadinas.
Tras crecer a golpes en un ring improvisado del colegio, sus comienzos no fueron muy buenos, ya que perdió en casi 20 peleas. Se puso los guantes por primera vez en 1965 y en octubre del año siguiente, en 1966, registró su primer combate a los 14 años, en la división de 71 kilos, que perdió por puntos ante Luis Enríquez.
Tras positivas experiencias en lides de las categorías menores, incluido el título nacional juvenil en 1968, el entrenador soviético de Cuba, Andrei Chervonenko, se percató de las excepcionales condiciones del jovencito color ébano y propuso incorporarlo al grupo élite, que se preparaba para compromisos internacionales.
El largo reinado del mejor púgil “amateur” de todos los tiempos se dio al ganar el título del peso pesado en tres Olimpiadas seguidas (Múnich 1972, Montreal 1976 y Moscú 1980), una hazaña sólo repetida por el húngaro Laszlo Papp, en Londres 1948, Helsinki 1952 y Melbourne 1956; y luego igualada por su compatriota, Félix Sávón, en Barcelona 1992, Atlanta 1996 y Sydney 2000.
Además de los tres oros olímpicos, que pudieron ser cuatro, ya que Cuba boicoteó la cita de Los Ángeles 1984, conquistó tres Mundiales “amateurs” (La Habana 1974, Belgrado 1978 y Reno 1986), diez títulos de Cuba, dos oros en los Juegos Panamericanos, ocho Centroamericanos y del Caribe (incluido el que le ganó al tico Rafael Vega, en San José 1972) y 72 torneos internacionales.
Teófilo disputó su último combate en 1986, en Reno (EE. UU.). Quiso competir en 1988, pero un accidente de tránsito terminó con cualquier opción de intentarlo de nuevo y se retiró a los 38 años. Así culminó un triunfal recorrido, en el que sumó 301 triunfos –la mayoría por ‘nocaut’– entre los 321 combates a lo largo de 20 años en el ring, de los cuales 14 fueron como estrella indiscutida.
El adversario más difícil de todos, su talón de Aquiles, fue el soviético Igor Visotski, quien lo derrotó en dos ocasiones –en una por nocaut–, sin que tuviera opción de conseguir el desquite.
“El Pirolo”, como le decían sus amigos, fue un explosivo atleta, de 1,96 metros, excelente boxeo a la distancia y precisos golpes rectos, que lo convirtieron en un púgil formidable, con su repetitivo ‘jab’ de izquierda y su inigualable derecha.
Su estilo depurado, esbelta figura y pegada descomunal hicieron que Enmanuel Steward, laureado técnico norteamericano y miembro del Salón de la Fama, dijera que “Teófilo Stevenson es el peleador más perfectamente balanceado que haya visto jamás”.
Tras su retiro, laboró como seleccionador nacional de boxeo y ayudó a atletas retirados y activos. Desde esos frentes aportó su experiencia a las nuevas generaciones de pugilistas cubanos.
El tricampeón olímpico gozaba de una gran popularidad en su país hace cuatro años, el 11 de junio del 2012, cuando le sobrevino su muerte repentina al sufrir a los 60 años un ataque al corazón, en La Habana. Su grandeza se sigue midiendo por sus glorias deportivas, como fiel representativo del pueblo cubano e indiscutible ejemplo a imitar por los jóvenes atletas de cualquier parte del mundo.
(*) Rodrigo Calvo Castro es periodista deportivo del sitio http://cronica.cr/