El pequeño gobierno de la Guarida de Zapote sigue sin verse, sin encontrarse
La reelección continua presidencial funcionó en el pasado histórico costarricense. Se prohibió en 1949. Hoy se permite luego de 8 años de haber ejercido la presidencia.
Es una práctica que sigue existiendo en la mayoría de los países, limitada a una elección adicional continua. En los sistemas parlamentarios se permite más tiempo de permanencia en el poder. En los gobiernos autoritarios, como los de Venezuela o Nicaragua, se permite la reelección sin límite.
Los períodos presidenciales o de gobierno de 4 años resultan cortos para quienes los ejercen, porque al iniciar su gobierno el presidente encuentra un Presupuesto Nacional en que no participó, ni en su definición ni en la política que lo estructura, que fue aprobado en e noviembre anterior a su ascenso presidencial y solo lo puede administrar en sus primeros meses de gobierno. Si acaso, puede hacer una pequeña reforma presupuestaria. Esto ha sido causa del desencanto de los electores frente a los gobiernos y presidentes que se inician, porque nada pueden ejecutar de lo que dijeron en sus discursos y programas durante la campaña electoral. Además, el nuevo gobierno comenzaba, hasta el 2022, con las sesiones legislativas ordinarias y no era posible impulsar proyectos de ley asociados con sus promesas.
En el Presupuesto Nacional elaborado para el siguiente año, el presidente puede trazar sus intenciones novedosas. Pero en los presupuestos de noviembre del 2022, noviembre del 2023 y noviembre del 2024 no se destacó nada relevante. Ha sido un gobierno sin nueva visión de país. Ha sido de continuismo, pero destruyendo lo que pueda del andamiaje institucional.
Con la reforma para que el inicio de gobierno se dé con sesiones legislativas extraordinarias, hay posibilidad de cumplir algunas de propuestas porque pueden presentar proyectos el mismo 8 de mayo.
En la primera experiencia después de la reforma, en mayo del 2022, cuando se inició este gobierno del Jaguar de Zapote, se produjo una decepción. El Jaguar no ofreció nada a la Asamblea Legislativa, que quedó entrabada en su funcionamiento.
En toda la gestión política administrativa del actual gobierno, y del Jaguar de Zapote, a pesar de sus rugidos, por más explosivos y profundos que parezcan, salidos forzadamente de su boca abierta, ¿hocico, por ser un jaguar?, no se ha presentado un solo proyecto, uno solo, que refleje una visión de país, un modelo de país, una meta a la que se quiere llevar al país, que indique avance hacia una nueva república, hacia la cuarta o quinta república, como a veces ilusoriamente dice el Jaguar que anhela construir.
En la teoría y práctica histórica vivimos la II República. El período histórico de la segunda república se inició el 8 de mayo de 1948. Todavía no hemos cerrado oficialmente ese período. No se ha establecido una tercera o cuarta república. La Constitución Política de la segunda república todavía está vigente, vivita y coleando.
Los trastornos político mentales del Jaguar pueden afectar su capacidad para funcionar en la vida política diaria y llevarlo a mantener e impulsar relaciones políticas ilusorias, que le impiden proponer proyectos de ley que indiquen y proyecten el modelo ideal de país, y de una nueva república. Esto es ir al garete, a la deriva, sin control ni dirección, prácticamente sin gobierno, dejándose ir por la acción del viento y corrientes de los otros actores políticos nacionales.
En sencillo, el pequeño gobierno de la ínsula de Barataria, de la Guarida de Zapote a lo tico, sigue sin verse, sin encontrarse.
El Jaguar no tiene posibilidad real de reelegirse en el 2026. En el 2034 quizá, si sigue en política activa. Seguir en política activa le será difícil salvo si renuncia a la presidencia, el 31 de julio, y se presenta como candidato a diputado.